PSICOLOGíA
• SUBNOTA › SOBRE LA HISTORIA DE LAS IDEAS PSIQUIATRICAS EN LA ARGENTINA
“Esa degenerada inmigración italiana”
Por Mariano Ben Plotkin *
La teoría de la degeneración, introducida en Francia por el médico Benedict August Morel y modificada por Valentín Magnan en el siglo XIX, fue durante décadas la corriente dominante del pensamiento psiquiátrico en la Argentina. Hasta bien entrada la década del 40, el examen típico de los psiquiatras (en especial de los forenses) incluía la búsqueda de estigmas físicos de degeneración tales como el pie plano, una forma particular de las orejas o del paladar y los dientes torcidos.
En la Argentina, la teoría de la degeneración adquirió una dimensión particular al ser asociada con el tema de la inmigración masiva. El boom demográfico generado por la inmigración fue acompañado por problemas sociales que desafiaron a la elite local. De este modo, así como originalmente los inmigrantes habían sido bienvenidos como la simiente codiciada para civilizar el país, hacia 1910 eran vistos como instigadores de conflictos sociales y políticos. A comienzos del siglo XX, intelectuales nacionalistas argumentaban –citando evidencia “científica”- que la inmigración sin control podía degradar la raza nacional incorporando grandes cantidades de degenerados en la sociedad. La figura del “inmigrante loco” se convirtió en un elemento importante del imaginario popular durante las primeras décadas del siglo. Las novelas naturalistas de la época (muchas de ellas escritas por médicos) enfatizaban la importancia de mantener una “raza argentina sana”, o sea libre de (malas) influencias foráneas. El argumento de muchas de estas novelas giraba alrededor de las horrendas consecuencias producidas por la introducción de inmigración degenerada (en general italiana) en familias de prosapia local. De acuerdo con el psiquiatra Gonzalo Bosch, uno de los miembros fundadores de la Liga Argentina de Higiene Mental y director del Hospicio de las Mercedes, “Alberdi decía: `gobernar es poblar’, concepto propio de su época; nosotros, hoy, diríamos: `gobernar es seleccionar’”. La psiquiatría formaba parte de un engranaje médico más amplio erigido por el Estado para controlar y al mismo tiempo mejorar las condiciones de vida de las nuevas masas urbanas. El higienismo y otras concepciones intervencionistas desarrolladas más tarde en la medicina social tuvieron su apogeo hacia finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte. Estas concepciones luego se combinaron con las nociones eugenésicas, las cuales eran abrazadas tanto por sectores de izquierda (incluso anarquistas) como por la derecha.
Hasta 1930 y también un poco más tarde, la psiquiatría en la Argentina estaba en sintonía con aquello que Nathan Hale denomina “estilo somático”. Era una idea generalmente aceptada que los orígenes de las enfermedades mentales podían descubrirse en la morfología del cerebro o del sistema nervioso y que los trastornos debían ser tratados de un modo acorde. Cristofredo Jakob, un neurólogo alemán y fanático del somatismo que fue contratado por el gobierno argentino para dirigir el laboratorio de clínica psiquiátrica y neurología del Hospicio de las Mercedes, influyó ampliamente en la promoción de esta “psiquiatría somática”. En 1913 fue nombrado director del laboratorio del Hospital Nacional de Alienadas, el hospital psiquiátrico para mujeres, y fue llamado para ejercer la docencia en las universidades de Buenos Aires y La Plata.
Otra figura de capital importancia en la psiquiatría argentina –y en la criminología– fue José Ingenieros, quien en 1907 fue nombrado director del Instituto de Criminología. Ingenieros ilustra con claridad la figura clásica del médico que se movía con libertad entre disciplinas que no tenían todavía fronteras totalmente definidas. En 1902 se convirtió en el editor de Archivos de Criminología, Medicina Legal y Psiquiatría, una revista fundada por su maestro Francisco de Veyga. Con cambios sucesivos de nombre y de directores la revista continuó publicándose hasta fines de la década de 1940. En 1915, Ingenieros fundó además la Revista de Filosofía, un foro prestigioso para la divulgación de ideas científicas y filosóficas. Si bien se declaraba somatista –para él la psicología erauna rama de la biología–, Ingenieros introdujo y promovió los estudios sobre la hipnosis, los sueños y la sexualidad, todos temas que, como señaló Hugo Vezzetti, abrían espacios de recepción para el psicoanálisis.
* Fragmento del libro Freud en las Pampas, de próxima aparición (Ed. Sudamericana).
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