PSICOLOGíA • SUBNOTA › NUEVAS FAMILIAS, CONCEPTOS PARADOJICOS
› Por U. B. y E. B.-G.
Cuando hasta ahora se hablaba de la familia –sobre todo si pensamos en su núcleo elemental: madre, padre e hijo– se la suponía explícita o implícitamente ligada a la proximidad espacial y la convivencia directa. Esta regla no excluía fases temporalmente limitadas de separación y, como todas las reglas, conocía excepciones (las familias de marineros, por ejemplo), pero en general se daba por hecho que la relación familiar es una relación cara a cara y entraña presencia física. Es lo que revela una mirada a la historia o a la historia conceptual. Pese a las múltiples transformaciones que ha conocido el contenido del concepto a lo largo de los siglos, una nota ha permanecido invariable, a saber, la vinculación con un lugar común. Aún más: al comienzo, este vínculo constituía el rasgo característico de la familia. En la antigua Roma, familia no designaba a los que estaban emparentados por procedencia o matrimonio, sino a todos aquellos que integraban las propiedades de un varón y formaban parte de la comunidad doméstica: mujer, hijos, esclavos, libertos y ganado. Solo a comienzos de la modernidad fue imponiéndose de forma gradual un concepto cada vez más estrecho de familia que designaba exclusivamente a las personas emparentadas y que viven juntas en un hogar. Y sean cuales hayan sido las formas de vida nuevas que en las últimas décadas han ido apareciendo, vivir en el mismo lugar ha seguido constituyendo un aspecto decisivo en la concepción de la familia.
Según una definición ampliamente extendida y operativa hasta nuestros días, una familia norteamericana normal (Standard North American Family) se compone de un esposo heterosexual, una esposa heterosexual y sus hijos biológicos viviendo bajo el mismo techo, y en ella el marido es la principal fuente de ingresos (Harris, Scott R., “What is Family Diversity? Objective and Interpretive Approaches”, en Journal of Family Issues, 2008, Nº 29). La realidad ha derribado todos los pilares de esta definición de familia normal: la heterosexualidad del matrimonio, la paternidad biológica, al igual que la representación de que es el varón el que mantiene a la familia. Pese a ello, la nota esencial de que una familia tiene que vivir bajo el mismo techo, la premisa de un lugar, una relación cara a cara e interacción directa, nunca ha sido realmente cuestionada. ¿Qué ocurre cuando no existe la casa o el techo común, cuando rara vez se disfruta de la presencia del otro? ¿Podemos seguir hablando aquí de familia? ¿Deja en este caso de existir la familia? ¿Debemos hablar de una nueva forma de familia? ¿Qué ocurre cuando no existe una casa común sino varias casas en diversos países? ¿Qué ocurre cuando las familias están integradas por personas de diversas nacionalidades o procedencias continentales? Si el mismo techo, el mismo lugar, la misma casa y la misma nacionalidad ya no forman parte de las premisas fundamentales de la realidad familiar, ¿hay que seguir utilizando esa palabra? ¿Qué significan en esas circunstancias “hogar” y procedencia familiar? ¿Es posible vivir la paradoja que representa el concepto de “intimidad global”?
Pero ¿qué son las familias globales en realidad? ¿Qué rasgos las caracterizan? ¿Cómo hacer de ellas el centro de una nueva teoría-diagnóstico y de una investigación empírica que nos permita explorar el paisaje globalizado de la intimidad, el amor, la paternidad, el divorcio, etcétera? Las familias globales son familias que conviven más allá de las fronteras (nacionales, religiosas, culturales, étnicas, etc.); en las que aquello que según la definición dominante de familia se excluye no se excluye.
En lugar de la fuerza vinculante de tradiciones dadas aparece la confianza activa, tiene que salir bien lo que con arreglo al concepto usual no puede salir bien: “el otro o la otra”, “el extraño o la extraña” se convierten en lo más amado y más cercano. Hay que distinguir entre dos grandes tipos. Por amor a distancia y familias globales entendemos en primer lugar parejas o familias separadas que comparten la vida trascendiendo las fronteras entre naciones y continentes, pero que proceden de la misma cultura (lengua, pasaporte, religión), familias multilocales. Ejemplo de ellas son las familias de las trabajadoras del hogar migrantes que proceden de Filipinas, donde tienen marido e hijos, pero trabajan en Los Angeles para alimentar a su familia con el dinero que ganan allí. Por amor a distancia y familias globales entendemos en segundo lugar parejas o familias que viven en el mismo lugar, pero cuyos miembros proceden de diversos países o continentes y cuyo concepto del amor y la familia está condicionado por la cultura de la que proceden. Para poner un ejemplo podemos imaginarnos aquí a una familia en la que el marido sea norteamericano, la mujer, china y vivan junto con sus hijos en Londres (familias globales multinacionales o multicontinentales). Lo que ambas variantes tienen en común es que constituyen el lugar en el que se encarnan, en el sentido literal de la palabra, las diferencias del mundo globalizado. Tanto si los amantes o miembros de la familia lo desean como si no, el espacio íntimo de sus vidas les confronta con el mundo.
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