Jue 15.02.2007

PSICOLOGíA • SUBNOTA  › INVESTIGACIONES DE MUJERES EN PRIMATOLOGIA

Vieja hembra mandril muestra el camino

› Por E. D. B.

El 78 por ciento de los doctores en primatología son mujeres. ¿Hay algo especial en esta disciplina que la hace especialmente adecuada para las mujeres? En realidad, esta incorporación espectacular es resultado de apoyos por parte de las jerarquías académicas dominantes –destacadamente, los patrocinios de la Leakey Foundation–, o sea, resultado de prácticas sociales académicas no discriminatorias. Los trabajos sobre los grandes simios de Jane Goodall, Diane Fossey o Birute Galdikas han pasado a ser conocidos por el gran público, y hasta existe una película de éxito sobre las experiencias de Jane Goodall con los chimpancés. No obstante, algunos tratan de explicar el caso afirmando que es una disciplina “adecuada para las mujeres”, ya que su objeto, sus métodos (observación y paciencia), se ajustan a la naturaleza femenina. Sin embargo, no muchas primatólogas admiten que sean más sensibles que otros para tratar a los animales, o aun que éstos sean un objeto de estudio especialmente querido por ellas. Por el contrario, algunas afirman que, encontrando negado el acceso a laboratorios o centros de experimentación, el campo de la observación, sin necesidad de experimentar, se les dio mejor.

Antes de esta incorporación de las mujeres, la primatología, como otros estudios biosociales, había servido para fundamentar el sometimiento de la mujer y su consideración como sexo inferior. Los primatólogos solían clasificar a los primates en tres grupos: machos dominantes, hembras y jóvenes y machos periféricos. Esta clasificación reforzaba la idea que las sociedades de primates están regidas por la competición entre machos dominantes, que controlan el territorio, y los machos inferiores. Las hembras apenas tenían relevancia social, ni siquiera cuando se las presentaba como madres dedicadas a la prole, y cuando se las consideraba como hembras disponibles se las presentaba como dóciles, no competitivas, que cambiaban sexo y reproducción por comida y protección.

La incorporación de mujeres a la primatología supuso una reelaboración de la disciplina, lo cual muestra un hecho actualmente aceptado en historia y filosofía de la ciencia: lo que se elige como objeto de estudio puede influir enormemente en los resultados de la investigación. En este caso, el hecho de elegir otras especies como objeto de estudio permitió reconsiderar aspectos que se daban por sentados con respecto a las hembras en general, rectificando el estereotipo de la hembra pasiva y dependiente. Por ejemplo, la hembra de gorila convive con sus crías durante ocho años, tiempo utilizado en enseñarles las distancias que hay que recorrer, los lugares donde encontrar los frutos, las épocas de maduración. La importancia de los vínculos establecidos a través de las redes matrilineales permite a las hembras la asertividad sexual, las estrategias sociales, habilidades cognitivas y la competitividad por éxito reproductivo de las mismas. Resultó que eran las viejas hembras mandriles quienes determinaban la ruta diaria para conseguir el alimento, así como las que proporcionaban estabilidad social, mientras los machos se limitaban a ir de grupo en grupo.

Nota madre

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