SOCIEDAD
› EMMANUEL MILINGO, DESPUES DEL ESCANDALO
La confesión del obispo que se casó ante Moon
Por primera vez, el obispo africano casado ante Moon con una coreana y que ahora vive en la Argentina cuenta su historia. Y asegura que el Papa lo autorizó a volver a hacer exorcismos.
› Por Alejandra Dandan
La tarea no fue fácil. Michele Zanzucchi es un periodista italiano cercano a la Iglesia Católica. Durante un mes negoció con el Vaticano el permiso para entrevistar a uno de los hombres más buscados por el periodismo de todo el mundo: Emmanuel Milingo, el obispo africano protagonista del escandaloso affair con una médica china de la secta Moon. Zanzucchi se reunió con Milingo en la comunidad donde pasó su último año retirado del mundo. Ese lugar está en la Argentina. Es la Mariápolis Andrea, una comunidad religiosa ubicada en O’Higgins, a unos 300 kilómetros de Buenos Aires. El resultado de ese encuentro es un libro que acaba de publicarse. Allí, Milingo hace un anuncio explosivo: en octubre volverá a encabezar las ceremonias de exorcismo. Lo hará en Zagarolo, un pueblo vecino a Roma y autorizado (sic) por el mismísimo Juan Pablo II.
En la primera página del libro, Milingo escribe con un pulso tembloroso la presentación de esas páginas donde irá repasando su vida: “Yo –pone en italiano–, arzobispo Emmanuel Milingo, concedí esta entrevista para que se conozca la verdad, sin conos de sombra, y para que se sepa que la única razón de mi vida es el amor por Dios, por la Iglesia y la humanidad”.
Así comienza su historia relatada en el encuentro que mantuvo con Zanzucchi en O’Higgins. “Yo no conocía a Milingo más que de verlo en la televisión”, cuenta ahora Michele Zanzucchi a Página/12. “Lo había visto en unas imágenes en agosto del año pasado cuando él parecía enfermo, cansado, confuso y daba la impresión de que su cabeza no funcionaba muy bien.” Ahora volvió a verlo, en vivo, en directo, y cuando ya llevaba seis meses de descanso fuera del alcance de las cámaras de televisión y los paparazzi que lo siguieron alrededor del mundo: “Milingo está bien –dice Zanzucchi–: lo encontré cambiado, más flaco, con la cara sonriente; después del reposo estaba mejor”.
Milingo está en Buenos Aires desde octubre del año pasado, pero su estadía se ocultó como un secreto de Estado. En esa época, su relación con el Vaticano era de máxima tensión. Ya estaba enrolado a la secta Moon y volvía de Estados Unidos del casamiento con María Sung, una médica coreana entregada por el reverendo Moon para tenerlo como aliado. En medio de lo que se trasformó en uno de los escándalos más sonados de la Iglesia y amenazado con la excomunión se organizó el viaje a la Argentina (ver aparte).
Cada una de esas etapas ahora quedaron escritas. El libro Emmanuel Milingo, el pez rescatado del pantano fue lanzado ayer simultáneamente en Italia por ediciones San Pablo, en la Argentina por la editorial Ciudad Nueva, y en Francia por Nouvelle Città.
“En marzo, mis amigos de Ciudad Nueva me contaron que Milingo estaba en Buenos Aires.” Así comenzó la historia que lo llevó a Zanzucchi a estar cuatro días completos con el obispo negro. Le llevó un mes obtener el aval del Vaticano y del propio Milingo para la entrevista. “No fue nada fácil -dice–. Cuando llegué, me costó bastante que Milingo me aceptara; me estudiaba, buscaba sondearme para ver quién era, qué quería: venía de una experiencia sumamente traumática con el periodismo y estaba en shock.”
Hubo dos preguntas que Milingo no respondió. Las dos son sobre María Sung, su mujer moon. “En los primeros días de agosto, ella dijo que presentía estar embarazada: deduzco que había tomado la decisión de construir una familia ¿o me equivoco?”, pregunta Zanzucchi.
–A esta pregunta, perdóneme –dijo Milingo–, no voy a responder.
–Pero usted, después del casamiento había declarado que “si Dios quiere podría también llegar a ser padre”...
–Lo que sucedió –explicó el obispo–, quedará guardado sólo en mi memoria. No quiero hablar de esos momentos.
Pero, de todos modos, algo contó. En sus 72 días de casado, Milingo hablaba con su mujer coreana “un poco en inglés, no mucho, y un poco de italiano. Pero a menudo, para entendernos, tenían que intervenir los traductores”. En cuanto a la convivencia dice: “Los primeros cuarentadías, de acuerdo con la ritualidad de los moonies, se vive en castidad. Es el período del Thanksgiving, para nosotros también fue así. Partimos de luna de miel, que no fue precisamente dulce, a Corea; después estuvimos juntos en Nueva York”.
Milingo conoció a María Sung en el altar. Hasta allí, ella era sólo una médica, acupunturista y, para desgracia de la Iglesia, hasta divorciada de un napolitano. “¿No le pareció extraño encontrarse en los brazos de una desconocida?”, le preguntó Zanzucchi. Y Milingo, después de aclarar que el casamiento no fue tal porque se hizo según el ritual moonies, cuenta algo más: “Me encontré en la sala del hotel Hilton de Nueva York junto a esa mujer. Sí, me parecía todo extraño, como un sueño”. Pero al mismo tiempo, dice, “no me parecía una acción reprobable porque para trabajar con los moonies la condición era casarse según su rito”.
Milingo se vinculó al reverendo Moon en plena puja con la Iglesia. Al Vaticano le incomodaba la popularidad de sus ceremonias exorcistas, consideradas paganas por los sectores más ortodoxos de la Iglesia. “Prácticamente se me había prohibido celebrar misas de sanación en toda Italia, o casi. Y algunos me habían planteado prohibiciones.” En el “asedio” buscó “alguna forma de salir de esa situación insoportable que me enloquecía y dañaba incluso mi salud”.
Las respuestas de Milingo protegen también su relación con la Iglesia. Las críticas a la secta Moon son fuertes. El cree que fue objeto “de una especie de lavado de cerebro” y que lo buscaron para obtener “alguna forma de legitimación de parte del Vaticano”. Habla de dinero y financiamiento para un proyecto religioso en Africa y también de aquella época en la que decidió aceptar el mandato de la Iglesia.
Poco antes de salir hacia Buenos Aires, Milingo se reunió con María Sung. Nunca se supo demasiado de aquel encuentro. El obispo ahora cuenta lo que le pasó: “A ella le asomaban las lágrimas en los ojos, y yo los tenía húmedos”. Se vieron en un hotel de Roma, con dos traductores, una iraní guardaespaldas de María y una religiosa coreana.
–¿La iraní era emisaria de Moon? –preguntó Zanzucchi.
–Seguramente –dice Milingo–. Me decían con cierta malicia que ellos habían recibido y seguían recibiendo muchas cartas de todo el mundo, en las cuales se decía que yo era un infiel y cobarde. Me tragué todo, sin reaccionar. También lo hice cuando la escuchaba a María.
Milingo vuelve a Roma en octubre. “Está contemplado la remodelación de un galpón –dice– donde celebraré misa” y también “los ritos de sanación y exorcismo”.
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