SOCIEDAD › LA NOVIA DEL ODONTóLOGO SE PRESENTó ANTE LA CáMARA PENAL
La mujer se comprometió ante los jueces a mantener con su jubilación al múltiple homicida. Hay varios domicilios en danza.
La novia de Ricardo Barreda ratificó ayer su ofrecimiento de cobijarlo en su casa si se le otorga la prisión domiciliaria ante la Cámara Penal platense. Berta André aseguró que podría sustentar con su jubilación la convivencia con el odontólogo condenado a prisión perpetua por matar a toda su familia en 1992. Por ahora el nido de amor sería la casa de André, en Vidal al 2300, en Belgrano, aunque la señora de 71 años brindó otros posibles domicilios cuyas ubicaciones no trascendieron.
Pochi, una maestra jubilada que conoció a Barreda hace diez años a través de otro preso, había faltado a esta cita el lunes pasado sin dar explicaciones. El Tribunal de Casación bonaerense le concedió el beneficio al odontólogo, que cursó más de la mitad de la carrera de abogacía, porque cumple con el requisito legal de ser septuagenario (tiene 73). Todavía resta un informe del Servicio Penitenciario, donde siempre se dijo que tenía un “excelente comportamiento”, y un informe psicológico que podrían requerir los jueces.
Barreda también deberá esperar los resultados del informe ambiental sobre cada uno de esos sitios que realizarán los peritos para ver cuál elegirían los jueces como el más apropiado. Según fuentes judiciales, algunos de ellos son de Capital Federal y otros del interior de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, hay quienes creen que este hombre no debe dejar la Unidad 12 de Gorina. Se trata del fiscal general de Casación, Carlos Altuve, cuyo reclamo se solventa en que la prisión domiciliaria era para los procesados y no para los penados, como el odontólogo.
Este fiscal también advirtió ayer que el tribunal no había consultado la opinión del Ministerio Público. La impugnación del fiscal será remitida a la Suprema Corte bonaerense. “Hay personas en la misma situación (que Barreda) y no están en prisión domiciliaria”, opinó Eduardo Carlos Hortel, presidente del tribunal que en 1995 condenó a prisión perpetua a Barreda por los asesinatos de su esposa, su suegra y sus dos hijas.
“Si las circunstancias se volvieran a dar, yo actuaría de la misma manera, no podría haber evitado lo sucedido, estaba bajo un cuadro de degradación y humillación”, había declarado este múltiple homicida durante el juicio oral. Según el perito forense de la defensa, Miguel Maldonado, cuando mató a escopetazos a su esposa, Gladys Mac Donald, de 57 años; su suegra, Elena Arreche, de 86, y sus dos hijas, Adriana, de 24, y Cecilia, de 26, Barreda sufría “un delirio de reivindicación”. Luego de cumplir los primeros cinco años de condena, en mayo de 2000, el odontólogo aseguró sentirse arrepentido y dolorido por sus actos.
Por entonces, hacía dos años que su “amigovia” frecuentaba la cárcel e intercambiaban correspondencia. Pochi lo conoció mientras visitaba a un familiar detenido en la Unidad 9 de La Plata. En 2004, Barreda logró que el Servicio Penitenciario les concediera “visitas higiénicas” o encuentros íntimos, que duran hasta ocho horas cada quince días. En noviembre pasado, consiguió el traslado a una cárcel con régimen semiabierto, donde podían verse dos veces por semana.
“Vamos a alentar cualquier acción que rompa con el oscurantismo intramuros”, comentó al respecto a Página/12 Carlos del Mazo, del área legal de la Fundación por los Detenidos Sociales (Fundeso). El abogado recordó que en los ’80 y ’90, cuando el juez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni daba clases de derecho en la Universidad de Buenos Aires, exigía a sus estudiantes, como trabajo práctico, escribir cartas a los presos. “Y hasta hemos alentado las parejas que se formaron entre alumnas de derecho y presos”, afirmó.
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