Desde Pekín

Las autoridades chinas anunciaron que van a flexibilizar la política de hijo único para las víctimas del terremoto que el pasado día 12 sacudió una provincia del suroeste de China, dejando 65.080 muertos y 23.150 desaparecidos, según el último balance hecho público ayer. El gobierno provincial aseguró que aquellas familias cuyo hijo murió, o resultó gravemente herido o incapacitado, podrán obtener un certificado que les permitirá tener un nuevo niño. La medida afecta, por el momento, a Chengdu y a dos de las poblaciones más castigadas por el sismo: Dujiangyan y Pengzhou.

El terremoto fue particularmente doloroso para muchas familias, que perdieron a su único hijo, ya que casi 7000 aulas resultaron destruidas, sepultando a miles de estudiantes, lo que ha provocado la indignación de muchos padres, que culpan a la mala calidad de las construcciones y a la corrupción por el derrumbe de los colegios, cuando edificios cercanos resultaron menos dañados. El gobierno no ha dado una cifra oficial de estudiantes muertos.

La decisión de las autoridades de Chengdu ha sacado a la luz algunos recovecos del sistema de control de natalidad chino. El anuncio afirma que si el niño fallecido durante el temblor era ilegal, los padres no tendrán que pagar la multa que normalmente se impone a quienes incumplen la estricta normativa. Si el chico fallecido era legal y tenían otro que era ilegal, éste podrá ser registrado y pasará a ser legal; un paso importante, ya que podrá disfrutar de derechos –antes negados– como los nueve años de educación obligatoria gratuita.

La política de hijo único, adoptada a finales de la década de 1970 para controlar la superpoblación, limita a uno el número de descendientes por familia, aunque hay excepciones para las minorías étnicas y para los habitantes de muchas zonas rurales cuando el primer hijo es niña. También pueden tener un segundo hijo aquellas parejas en las que ambos son a su vez hijos únicos.

Mientras tanto, las autoridades están haciendo frente a uno de los efectos colaterales del terremoto: la formación por los gigantescos desprendimientos de tierras de decenas de lagos en los cauces de ríos, que amenazan con reventar.

Alrededor de 1800 soldados, cada uno cargado con 10 kilogramos de dinamita, llegaron el lunes a pie al lago formado en Tangjiashan, en el condado de Beichuan, para luchar contra el peligro de inundaciones. El ejército prevé volar el tapón formado en el río en caso de que haga falta. También ha sido enviado material pesado de obras públicas por helicóptero. Más de 100.000 personas han sido evacuadas en la región. Se trata de uno de los 35 lagos formados por el sismo que podrían causar graves daños si revientan, según ha advertido el Ministerio de Recursos Hidrológicos. Además, el temblor ha creado una “situación de peligro” en cientos de presas, 69 de las cuales amenazan con romperse.

Las autoridades han advertido que, por ahora, el peligro en los lagos no es inminente, aunque podría aumentar debido a las lluvias. Al mismo tiempo, han disminuido el nivel de agua en los embalses para minimizar los riesgos en caso de rotura de las presas.

Por otro lado, Wu Pohhsiung, presidente del gobernante partido nacionalista de Taiwan (KMT, Kuomintang), llegó el lunes a China, en un viaje destinado a mejorar las relaciones entre ambos lados. Se trata del la visita de más alto nivel al continente de un dirigente taiwanés desde que los nacionalistas de Chiang Kaishek perdieron la guerra civil con los comunistas de Mao Tse Tung y se refugiaron en la isla, en 1949. El viaje se produce una semana después de que Ma Yingjeou (KMT) asumiera la presidencia de Taiwan.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.