SOCIEDAD › SENTENCIAN A DIECIOCHO AÑOS DE PRISION POR HOMICIDIO A UN JEFE NARCO DEL BAJO FLORES
El tribunal que juzgó el caso de las cinco muertes en la villa 1.11.14 durante una procesión religiosa peruana en 2005 condenó a Ruti. La trama de aquella masacre fue revelada en PáginaI12.
A casi tres años de la “Masacre del Señor de los Milagros”, en la que fallecieron cinco personas tras una balacera, la Justicia condenó ayer a 18 años de cárcel a Alionzo Rutilio Ramos Mariños, alias “Ruti”, sindicado como uno de los capos narcos de la villa 1.11.14. Ruti fue encontrado culpable de sólo uno de estos homicidios y, aunque no se conocieron los fundamentos del fallo (se difundirán el 12 de junio), el temor de los testigos a declarar habría sido el principal obstáculo para que los jueces reunieran las pruebas suficientes contra los acusados.
Además del asesinato de Héctor Corvalán, los jueces Elena Do Pico Farrell, Ricardo Galli y Héctor Grieben culparon a Ruti por los 12 disparos que Marcia Flor Torres Pacheco recibió en sus piernas. En un principio, esta mujer era querellante y luego de confesar que estaba “muerta de miedo” porque no esperaba que su nombre trascendiera decidió aparecer sólo como testigo. Era la única víctima que aseguró haber visto a Ruti aquella tarde del 29 de octubre de 2005 durante la tradicional procesión peruana.
El 3 de abril pasado, antes de declarar ante los jueces, Torres Pacheco pidió que Ruti y el otro acusado, Roger Reyes Subieta, salieran de la sala de audiencias. Fue entonces que repitió lo que ya había denunciado: que vio cómo Ruti remataba de un disparo en la cabeza a Corvalán. Luego contó con los ojos llenos de lágrimas que, cuando ella comenzó a gritar, quedó cara a cara con Ruti y pidió que no la matara, que tuviera piedad porque tenía hijos y nietos. Pero el hombre le disparó igual.
Ruti, que se había negado a ampliar sus dichos durante todo el proceso en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 15, abrió la boca ese día para desautorizar a Torres Pacheco. Atribuyó su denuncia a que uno de los hijos de la mujer había estado en pareja con otra peruana, Joselin Barreto, la que se enamoró de Ruti y tuvo un hijo con él, provocando el despecho de su “suegra”. La mujer admitió que Barreto había sido “una enamorada” de su hijo, pero que el vínculo se había terminado al llegar todos desde Perú. Torres Pacheco también reconoció tener antecedentes penales en la Argentina por robo, tentativa de hurto y tráfico de estupefacientes.
La pena impuesta a Ramos Mariños, quien había sido parte de la organización guerrillera Sendero Luminoso, fue inferior a la pedida en el juicio por el fiscal Gustavo Gerlero, que reclamaba una condena de 22 años de prisión. Además del homicidio de Corvalán, el fiscal lo responsabilizaba por las muertes de Luz Mayor Galazo, José Malarcho, Luis Rojas y el bebé Nahuel Sanabria y las lesiones sufridas por Katherine Saucedo, Roberto Rotolo, Nelson Ramírez, Maira López y Torres Pacheco, así como por los bolivianos Justino García Gómez y Celso Cruz.
Sin embargo, los jueces decidieron absolverlo por esos asesinatos y lesiones por falta de pruebas. Su compatriota Reyes Subieta, aparentemente uno de “los soldados de Ruti”, también fue condenado en el mismo juicio: recibió una pena de cinco años por portación de arma de guerra, resistencia a la autoridad y abuso de armas. Aunque Ruti juraba no recordar dónde estuvo el día de la masacre, esgrimió una coartada durante el juicio oral.
Repentinamente, dijo recordar que mientras sonaban los tiros en el Bajo Flores él estaba retirando a sus hijos de la casa de su ex mujer para llevarlos de paseo por el shopping del Abasto. Aseguró que de vuelta en la casa de su ex, conversó con familiares a los que “hacía tiempo que no veía” e identificó a tres mujeres que estaban allí y podrían corroborar su relato. También comentó que se había mudado de la villa del Bajo Flores, en la que vivió entre 1993 y 2001, al barrio Illia en busca de “tranquilidad” para los suyos. Claro que los investigadores atribuyen la mudanza a otro factor relacionado con su presunta pelea entre bandas narcos.
Aunque Ruti insitió varias veces en que sus ingresos provienen de la fabricación y venta de remeras en la feria de La Salada, se presume que nunca se desvinculó de los negocios relacionados con la distribución de cocaína en la Capital Federal. Ruti y su ex amigo (o socio, como suponen los investigadores) Marco Antonio Estrada Gonzáles ya habían cumplido juntos una condena por tráfico de drogas. “Marcos” dejó la cárcel de Devoto antes que Ruti y habría aprovechado ese momento para encabezar la banda narco. La “Masacre del Señor de los Milagros” estaría vinculada con esta pelea y esa tarde el objetivo de Ruti y sus sicarios habría sido eliminar a Marcos, quien actualmente está preso en Paraguay y podría ser extraditado en breve para aclarar cuentas con la justicia local.
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