Mar 24.09.2002

SOCIEDAD

El secuestro de un empresario en San Isidro que lleva cuatro días

La familia quiso evitar que se conociera el hecho. Pero la noticia trascendió. El hombre tiene 27 años. Piden 500 mil pesos.

“La policía y la prensa se están poniendo en un lugar que no tienen que estar.” La réplica es de Salvador Lobeto, el tío de un joven empresario secuestrado el viernes pasado en San Isidro. Durante todo el fin de semana la noticia del secuestro no tomó estado público por decisión de la familia, pero misteriosamente ayer transcendió y los Lobeto terminaron asediados por las cámaras de televisión. Frente a ellas, no sólo negaron la existencia del suceso. Impulsados por la desesperación, armaron una farsa presentando a un doble del secuestrado para despistar a los medios. En tanto, fuentes policiales confirmaron a Página/12 el secuestro y el pedido de un rescate de unos 500 mil pesos. Hasta anoche, el joven Diego Lobeto no había aparecido.
El secuestro tiene dos versiones. Una es la de la familia del rehén, un joven de 27 años dueño de dos importantes concesionarias de autos de Villa Adelina, en San Isidro. La otra versión es aquella de la que dan cuenta los investigadores: la División de Investigaciones de San Isidro y el juzgado federal 2 de la misma localidad, a cargo de Conrado Bergesio.
De acuerdo a los datos que manejan los investigadores, Diego está secuestrado desde el viernes y sus captores exigen una suma que rondaría entre los 300 mil dólares o 500 mil pesos para liberarlo con vida. Aunque no se difundieron detalles sobre la detención, las fuentes admitieron que sus captores iban en tres autos y se lo llevaron de los alrededores de su casa, ubicada en la calle Asamblea al 900, en Boulogne, cerca de la estación del ferrocarril.
La semana pasada, Diego y su familia tuvieron un anticipo de lo que sucedió el viernes. Un grupo de personas no identificadas disparó contra el frente de una de sus agencias de autos ubicada en la calle Ader al 1200. Hasta ayer a la tarde, nada de esto se había difundido. La familia se conectó con el juzgado y con la policía para llevar adelante el proceso para la restitución del hombre. En estos días, hubo una sola comunicación con los captores y allí se habría pautado el monto para conseguir la entrega. Por cuestiones de seguridad, los Lobeto decidieron no hacer público el tema ni dar detalles sobre las negociaciones. Pero alguien rompió aquella estrategia. Ayer a la tarde, las agencias de noticias recibieron los primeros indicios del caso y poco más tarde unas cuantas cámaras de televisión estaban frente a la agencia.
Esto fue lo que irritó a Salvador, el tío de Diego, y lo que provocó sus críticas y la invención de una estrategia de despiste que incluyó a un doble.
–A mi sobrino nunca lo raptaron –dijo Salvador frente a las cámaras.
–¿Tampoco existió el tiroteo? –le preguntaron.
–Tampoco.
Sin secuestro ni tiroteo, según su testimonio, Diego sólo había sido víctima de un pequeño asalto, nada grave, el viernes por la tarde. “Esto es así, viejo –le gritaba a los medios uno de los hombres de la concesionaria–: el episodio lo armaron ustedes con la policía.” Y como los periodistas insistían, el tío les recomendó preguntarle a la policía.
–¿No me dijiste que ellos te dieron la información; bueno, pedísela a ellos –se enojó Salvador.
“El secuestro existe”, decía anoche una de las fuentes policiales consultadas. “El problema es que todo esto transcendió y la familia pensó en esta alternativa para proteger la vida del muchacho que está en peligro.” En el caso está trabajando desde el sábado también la División Antisecuestros de la Policía Bonaerense. Su titular, el comisario Angel Casafus, se trasladó anoche a San Isidro.

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