SOCIEDAD › OPINION
› Por Fernanda Gil Lozano *
En estos días una noticia cruel volvió a poner en escena el problema de Argentina con la trata de personas. La joven Vanesa Martínez, desaparecida hacía casi un año, fue encontrada en una morgue mexicana, donde su cuerpo fue utilizado como material de estudios por estudiantes de medicina de ese país. Este anuncio trajo consigo una de las tantas historias de familias argentinas que están buscando a sus hijas. Familias de mayores o menores recursos, de diferentes lugares, distintos abogados, sin embargo, unidas ante la misma dolorosa experiencia: un familiar desaparecido y un sistema que todavía no puede responder con la celeridad e idoneidad pertinentes para atrapar, encarcelar y juzgar a los delincuentes responsables. Debemos recordar que el número aproximado de víctimas argentinas es más de 500 mujeres, niñ@s y adolescentes que sabemos se encuentran muchas dentro del país y algunas en el extranjero, como el caso de Vanesa Martínez.
En este ocasión, nos encontramos con una víctima mayor de 18 años que consintió en ir a bailar a lugares nocturnos mexicanos y cuyo objetivo era ser estrella de películas pornográficas en ese país. Había hecho ya una vez esta experiencia. Volvió a nuestro país y, luego tentada por unos “amigos”, volvió a irse. Las promesas de grandes sumas de dinero son las que terminan convenciendo a jovencitas que con mucha ingenuidad consienten en este tipo de acuerdos. Esta vez su familia notó por sus mensajes de correo electrónico que ella no estaba bien y que tenía dificultades para volver, en muchos de sus mensajes ella dice: “Tengo que pagar multas para poder irme”. Este mecanismo es el manejo regular con que las redes de trata someten y controlan a sus víctimas.
Para nuestra ley de trata sancionada recientemente estaríamos en un caso de “consentimiento”, es decir respondería a la primera definición de trata que, precisamente a través de esta figura y la edad de la víctima, se le aplicarían al delincuente tres años (pena excarcelable), salvo que alguien declarare abuso, engaño, secuestro, etc., y todo esto con el delincuente suelto. Es de público conocimiento la oposición que hice a esta ley y mi posición al respecto; la trata es un delito sin importar la edad de las víctimas. En el caso de que se encontrara al responsable del viaje de Vanesa Martínez, y de los otros que en México la acogieron y engañaron, sería muy difícil comprobar su responsabilidad, dado que las únicas personas que pueden denunciar los otros delitos que nos exige nuestra ley son también víctimas, también están amenazadas y con el abusador suelto que las amenaza a ellas o a las familias nunca van a denunciar nada.
* Diputada nacional de la Coalición Cívica e historiadora.
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