SOCIEDAD
› DOS DEPORTADOS PORQUE EN OTROS PAISES DESCONOCEN EL PASAPORTE
Prueba para detectar a un argentino
En EE.UU. a una mujer con pasaporte en regla le impidieron viajar y le tomaron examen sobre Argentina. Aprobó, pero la deportaron.
Estela aprobó el examen. Supo contestarles a los agentes de Migración norteamericanos cuántas provincias tiene la Argentina, cuál es su capital y la de la provincia de Buenos Aires y hasta cuántos aeropuertos hay en el país. Es más, se animó a recordar quién era el presidente de 1999. Pero no le sirvió de nada. Igual la mandaron de vuelta a Buenos Aires, acusada de poseer un pasaporte falso. La retuvieron en el aeropuerto de Nueva York junto a su marido y los dos terminaron deportados, en el caso del hombre por pretender trasladar a una “ilegal”. El documento era de los nuevos, que a partir de fines de agosto llevan un laminado especial que al parecer no conocían las autoridades migratorias. La Policía Federal dice que avisó del cambio y la Cancillería que informó a todas las embajadas. Sin embargo, un caso similar –que también se conoció ayer– ocurrió con un joven chaqueño en el aeropuerto de Chile.
El 14 de septiembre a la mañana, Estela Higa y su marido Carlos Pucenik aterrizaron en Nueva York, la escala prevista del viaje cuyo destino final era Japón. Hacia allí se dirigían en busca de un trabajo prometido en una fábrica electrónica, que les costeaba los pasajes. Formaban parte de un grupo de cinco argentinos y dos japoneses que iban a probar suerte a tierras niponas. Nunca llegaron a la meta: cuando Estela entregó su documentación a Migraciones, quedó demorada por tener un pasaporte presuntamente apócrifo.
“Les pedí por favor que se comunicaran con Argentina, y me dijeron que lo habían hecho y les habían confirmado que era falso”, cuenta Estela a Página/12. El documento llevaba en sus páginas centrales –donde se ubican los datos básicos– el nuevo laminado. La mujer había iniciado el trámite en junio y había recibido el pasaporte en agosto, cuando ya regían las nuevas modificaciones. “Les expliqué que estaba de paso en Estados Unidos
y que habíamos hecho una escala anterior en San Pablo, donde no tuve ningún inconveniente”, recuerda. No se convencieron y decidieron bajar del mismo avión al grupo de argentinos que se embarcaba para continuar el segundo tramo. Unas horas después, la mayoría siguió viaje, pero Carlos quedó retenido junto a su mujer en la oficina migratoria.
“Me sacaron fotos, me tomaron las huellas digitales y me sentí muy mal, porque me trataron como si fuera una delincuente –se queja Estela–. Les decía que iba a Japón a trabajar pero insistían con que el pasaporte era falso y ahí quedó.” El matrimonio estuvo 12 horas en el aeropuerto hasta que los deportaron y no tuvieron contacto con ningún funcionario argentino. “En un momento me marcaron un teléfono, supuestamente de la embajada, y atendió una computadora con mensajes en inglés que no entiendo”, comenta Carlos. Y añade que un oficial “me dijo: ‘Por más que llames, te vamos a deportar porque tenés un documento falso’”.
Estela y Carlos están desconsolados. No saben si podrán recuperar el dinero que perdieron y están más que preocupados por los antecedentes de ella, que por cinco años no podrá pisar territorio norteamericano. Aun así recuerdan con cierta sonrisa el cuestionario al que fue sometida la mujer, en teoría para probar su “argentinidad”. Traductora mediante, las preguntas fueron variadas: nombre de la capital de Argentina y de la provincia de Buenos Aires, cantidad de provincias y aeropuertos y nombre del presidente que gobernaba en 1999. El resto de las inquietudes fueron de índole personal. Aunque contestó todas de forma satisfactoria, no pudo evitar la vuelta a casa.
La suerte pareció echada desde el principio. “Le mostré la cédula, el registro de conducir, las partidas de nacimiento, la libreta de matrimonio y nada de eso servía –enumera Carlos– Entonces, pensé ¿qué quieren?, ¿qué me haga un ADN?”. Todavía está fastidiado porque “no pudimos hacer ningún tipo de descargo”. En los últimos días decidieron poner una abogada a cargo del caso, que está en contacto con la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires para buscar una solución al tema. De acuerdo con Estela, “cuando volvimos, fui hasta la Policía y me aseguraron que el pasaporte era legal”. En este sentido, el jefe del Departamento de Identificaciones Personales de la Federal, Carlos Calcagno, confirmó a este diario que “las modificaciones se llevaron a cabo en agosto y se comunicaron inmediatamente” y se mostró extrañado porque el hecho se produjo semanas después del inicio de la circulación de los nuevos documentos. Por su parte, fuentes de la Cancillería indicaron que el mecanismo para estos casos consta de “enviar una muestra a todas las embajadas y consulados, que se encarga de transmitirlo a las autoridades correspondientes”. El matrimonio tiene tres hijos y está desocupado desde hace meses. El futuro se les presenta incierto. “No queríamos ni salir del aeropuerto –recalca Carlos, con tristeza–. Solo pretendíamos llegar a Japón para trabajar.”
Producción: Romina Ruffato.