SOCIEDAD › OPINION
› Por Verónica Odriozola *
La decisión del gobierno de Mauricio Macri de retirar de las calles los contenedores para depositar los residuos reciclables es un lamentable paso atrás en el camino hacia la solución del problema de la basura en la ciudad.
Desde 2005 existe en Buenos Aires una ley, la de Basura Cero, que ha sido vista con enorme expectativa y entusiasmo a nivel internacional y en varias ciudades del interior, que han querido recorrer el mismo camino. Es una ley moderna, ambientalmente de avanzada, que supone una verdadera revolución en el manejo de residuos y en el aprovechamiento de los recursos económicos y naturales. Una de sus principales características es que elabora un cronograma de metas cuantitativas de reducción progresiva del enterramiento de basura que debe ser reemplazado por más reciclaje y menos generación de residuos. Fue por fin una respuesta a un problema ambiental que no deja de crecer en el área metropolitana, con la presencia de megadepósitos de basura que conviven obscenamente con la población y las napas de agua.
Sin embargo, a más de dos años de su aprobación en la Legislatura, la falta de acciones concretas y efectivas para ponerla en práctica debe ser considerada, cuanto menos, como un paso atrás en el cuidado del medio ambiente y la protección de la salud pública. Continuar con el enterramiento creciente de basura no sólo contamina el ambiente, sino que supone un imperdonable derroche de recursos y de oportunidades de empleo.
Los contenedores para la basura reciclable fueron colocados el año pasado en ciertos barrios porteños y poca fue la información que se les proveyó a los vecinos para que conocieran los beneficios del sistema, pudieran modificar sus hábitos y comenzaran a sacar materiales reciclables por un lado y basura por otro. El sistema no fracasó; los que más que fracasar actuaron con desconocimiento y falta de interés fueron las sucesivas administraciones del gobierno porteño, al no hacer las campañas de difusión que en cualquier país hacen falta si se pretende que la gente cambie de hábitos. Y por supuesto, de la mano de los contenedores de dos colores debió haber ido la exigencia a las empresas para que recogieran los contenedores de reciclables en un circuito distinto del de la basura común y los llevaran a los centros verdes que manejan los cartoneros en varios puntos de la ciudad.
Para solucionar el problema de la basura que aqueja al área metropolitana es posible todavía aplicar la ley de Basura Cero que con la participación de organizaciones de la sociedad civil, cartoneros y empresas fue aprobada incluso con el voto favorable de quienes hoy la cuestionan o debilitan.
La verdadera solución pasa por un plan que cumpla con las metas de reducción del enterramiento, sin propuestas pseudomágicas como el tratamiento de los residuos por tecnologías de arco de plasma ni “penínsulas ecológicas” en medio del Río de la Plata. Estas estrategias no son más que cortinas tecnológicas que esconden negocios inmensos que nada tienen que ver con el objetivo original de aprovechamiento de recursos y reducción del daño ambiental.
El camino debe incluir un cronograma con recolección selectiva donde fuertes campañas de difusión, serias y sostenidas, orienten a los vecinos a separar sus residuos en sus casas. La recolección debe llevarse adelante a través de un proceso mixto y progresivo, que incluya a los contenedores de dos colores en algunos barrios y la recolección puerta a puerta como la que los cartoneros llevan adelante en Palermo, en otros, pero sus servicios deben ser jerarquizados y remunerados por la ciudad. En ambos casos, el sistema de recogida selectiva debe estar acompañado con la infraestructura necesaria para acondicionar los residuos para su reciclaje o tratamiento. En menos de dos años debe haber, además, un sistema de recogida de los restos de cocina que deben conducirse a sistemas de tratamiento que los conviertan en abono.
Es un desafío, claro. Buenos Aires es una ciudad grande y compleja y el sistema no podría ser demasiado simple. Pero cumplir realmente con las metas de la Ley de Basura Cero representa una enorme oportunidad de hacer por fin las cosas de otro modo, priorizando el ambiente, la salud pública, el aprovechamiento y la distribución de los recursos para generar empleo cuidando de verdad lo que es de todos.
* Bióloga, especialista en salud ambiental y autora del plan de Basura Cero de Greenpeace que originó la ley del mismo nombre.
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