SOCIEDAD › RECLAMO POR EL CRIMEN DE UN CHICO
“Cuando el problema es de los ricos y poderosos, la Justicia es rápida y eficiente”, expresó María Cisterna, frente a unos 200 vecinos de la Villa 1.11.14, del Bajo Flores. La escucharon en silencio, en la plaza, frente a los Tribunales porteños, donde acudieron para reclamar que “se encuentre al asesino” de Sergio, el hijo de María –prófugo desde el día del crimen– y se investigue “qué tuvieron que ver policías de la comisaría 34º en su huida”. Sergio Gallo, de 16 años, fue asesinado hace un año. Luego de una noche de vigilia frente al Palacio de Justicia, Cisterna se entrevistó con el juez a cargo de la causa, Ricardo Pinto. “Para él las cosas ya están fuera de su alcance. Nos dijo que ya se trabajó como se debía y que no va a investigar a la policía porque no le compete”, explicó.
Según testimonios de los amigos de Sergio, que presenciaron los hechos, la madrugada del 14 de octubre de 2007 el acusado por el crimen, identificado como Hugo Valle, le habría disparado un balazo luego de insultarlo y amenazarlo de muerte. ¿El motivo? Valle vivía al lado de un club donde esa noche había una fiesta organizada por estudiantes secundarios y, al parecer, le molestaban los ruidos.
“Los chicos me contaron que salió de su casa gritando ‘villeros, negros de mierda, me tienen podrido con el quilombo que hacen. Los voy a matar a todos’. Como Sergio estaba en la puerta, le dijo que no gritara, que se calmara. Y el tipo lo amenazó de muerte y le disparó”, relató María.
La familia Gallo vive en la Villa 1-11-14, un lugar donde los vecinos dicen que están “acostumbrados” a la relación entre los “transas” y la policía. Y aseguran que lo mismo pasaba con la actividad que le adjudican a Valle: “Era pirata del asfalto y estaba arreglado con policías de la (comisaría) 34ª”, confía un vecino que, por temor, prefiere no dar su nombre.
La versión que corre en el barrio es que Valle se fugó en un patrullero de esa seccional, con sede en Nueva Pompeya. Se trata de la misma donde trabajaban los nueve efectivos condenados por obligar a Ezequiel Demonty a tirarse al Riachuelo, lo que le provocó la muerte, en septiembre de 2002.
“Un vecino vio al Ballena (apodo con el que conocían a Valle) irse de su casa arriba del auto de la Policía, pero no fue a declarar porque tiene miedo. Acá todos tienen miedo”, aseguró Nahuel Beibe, un referente del Centro Comunitario Mate Cosido, donde colaboraba Sergio.
En el juzgado, el secretario Santiago Vignone aseguró que “la etapa de recolección de pruebas ya esta consumada”, y se elevó el pedido de captura del prófugo, labor que depende “exclusivamente” de la Policía Federal. “Por ahora, los testimonios lo señalan como el homicida, pero hay que escuchar su versión”, sostuvo. Respecto de la posible participación policial, Vignone explicó a PáginaI12 que el juzgado derivó la “supuesta actuación irregular de la policía a otro juzgado, ya que no podemos investigar al personal que trabajó a nuestra disposición”. Por sorteo, el caso cayó en el Juzgado Nº 9, que la desestimó sin ordenar ningún trámite.
“La Justicia no tiene intención de descubrir si hubo complicidad policial, es algo que sucede todo el tiempo en los barrios más pobres. Pero en algún momento las cosas tienen que cambiar”, sostuvo Cisterna.
Informe: Ailín Bullentini.
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