Mar 21.10.2008

SOCIEDAD  › UN SACERDOTE CONTó CóMO SE RELACIONABA EL ACUSADO CON SUS “PREFERIDOS”

El cura que declaró contra Grassi

Elvio Mettone, responsable de un hogar de chicos, relató que Grassi se llevó a uno de los internados en forma irregular a la Fundación Felices los Niños. También contó que el padre de un seminarista se refirió a Grassi como “un sinvergüenza”.

› Por Carlos Rodríguez

En el juicio contra el cura Julio César Grassi, ante el Tribunal Oral 1 de Morón, declararon ayer dos nuevos testigos que complicaron la situación del religioso acusado por abuso sexual de menores que estaban a su cuidado. Uno de los testimonios fue el del sacerdote Elvio Luigi María Mettone, que recordó un incidente ocurrido en el año 1992 en el hogar para niños La Casita, en la localidad bonaerense de Paso del Rey, donde Grassi cumplía su labor pastoral en ese momento. “Una persona conocida, un hombre llamado Luis, llegó al hogar justo el día del cumpleaños del padre Julio y me dijo muy ofuscado: ‘Quiero que sepa que tiene un sinvergüenza en La Casita’”. Si bien Mettone aclaró que no tuvo conocimiento exacto de “cuáles eran las razones del enojo de este señor”, todo indicaría que se trató de otro caso de supuesto abuso sexual. Aunque ese hecho no figura entre los que se analizan en el juicio, el testimonio de Mettone puede servir de antecedente para sumar puntos en contra del imputado.

Grassi estuvo en La Casita a partir del año 1992, durante un año y medio aproximadamente, según lo que declararon ayer ante el Tribunal Oral 1 de Morón el sacerdote Mettone y la asistente social María Teresa Vilas. Ambos son los máximos responsables de la Fundación La Casita. Los dos testigos confirmaron los dichos de “Luis”, uno de los chicos que dijeron que Grassi abusó de ellos, en el sentido de que el imputado, en esos años, tenía “tres preferidos” entre los niños a su cargo. Según las pruebas reunidas en la causa, se presume que Grassi abusó de esos tres chicos, aunque el único que lo denunció fue “Luis”.

“La predilección del padre Grassi, cronológicamente, puede establecerse de la siguiente manera: I. G., F. M. (iniciales de dos chicos que estaban al cuidado del sacerdote) y el dicente”, declaró “Luis” ante la Justicia, según consta en la requisitoria de elevación a juicio presentada por el fiscal Matías Javier Rappazzo. En ese marco, Mettone y Vilas confirmaron ayer la existencia de “preferidos”, uno de ellos el propio “Luis”. Mettone declaró que a uno de esos chicos, Grassi lo sacó del hogar La Casita y “se lo llevó a vivir con él”. Esto se habría hecho sin una orden judicial y cuando todavía no había sido terminada de construir la sede de la Fundación Felices los Niños, en la localidad bonaerense de Hurlingham.

Al relatar el caso del hombre que acusó a Grassi de ser “un sinvergüenza”, Mettone precisó que el denunciante era el padre de un seminarista que estaba recibiendo educación, por parte del imputado, “en el aspirantado de Ramos Mejía”. Mettone dijo que el hecho lo sorprendió, además, porque el denunciante “era una persona que tenía una amistad con el padre Julio”. El testigo aseguró que Grassi nunca le dio “ninguna explicación” acerca del porqué de esa denuncia.

Jorge Calcagno, uno de los abogados querellantes en el juicio oral, le dijo a PáginaI12 que el juicio oral “sigue su cauce sin mayores variantes. Lo que está cada vez más claro es que la situación de este hombre (por Grassi) está cada vez más comprometida desde el punto de vista jurídico”. Calcagno consideró que “no puede decirse que se trate de un juicio peleado, porque en realidad la defensa va perdiendo por goleada y todavía no ha podido levantar ninguna de las acusaciones. Los tres chicos (abusados que declararon en el juicio, “Luis”, “Gabriel” y “Ezequiel”) ratificaron todas sus denuncias, los peritos confirmaron los cargos contra Grassi y los demás testigos (de cargo) han ratificado todo, de manera que la situación es muy clara y contundente”.

Los testigos de ayer confirmaron que Grassi tenía una relación “preferencial” con un chico –hoy adulto– cuyas iniciales son I.G., tal como había declarado “Luis” ante el Tribunal Oral 1 de Morón y antes en el juzgado de instrucción. El testigo sostuvo que, con ese chico, el imputado salía por las tardes y volvían juntos a la madrugada, para luego dormir hasta pasado el mediodía, lo que suponía “una situación educativa irregular”. Con posterioridad, Grassi realizó “una suerte de adopción por medio de una familia amiga” suya y se llevó al chico a vivir con él. Según Mettone, “nunca hubo un trámite de adopción regular”.

El chico en cuestión, I.G., provenía de un hogar con serios problemas de violencia generados por el jefe de la familia. I.G. nunca denunció al padre Grassi y se presume que siguen manteniendo una relación cercana. Los sucesos de La Casita están acreditados, en el juicio, por documentos firmados por Mettone y por el ex obispo de Morón, monseñor Justo Laguna.

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