SOCIEDAD › MáS DE 500 PROYECTOS COMPITEN POR 380 MIL PESOS EN PREMIOS
En el Concurso Innovar, que organiza el Ministerio de Ciencia y Tecnología, pueden verse desde robots para manipular objetos peligrosos o videojuegos hasta dispositivos para que los hipoacúsicos “sientan” los sonidos en seguridad vial.
› Por Emilio Ruchansky
En el gremio de los inventores hay lugar para todo, como en las viñas del Señor. Por eso, durante la inauguración el Concurso Nacional de Innovaciones 2008 la ansiedad era compartida entre los nerds que programan videojuegos, los ingenieros con sus artefactos de dudosa utilidad, los cazafortunas que buscan “pegarla” con un sensor para encontrar oro y, por supuesto, los siempre bien intencionados que pretenden revolucionar las tecnologías médicas. El concurso reparte 380 mil pesos y es “la ventana de la capacidad creativa de nuestros científicos y diseñadores”, destacó ayer Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Ninguno desperdició la oportunidad.
La exposición se montó el Centro Cultural Borges, en Viamonte y San Martín, con entrada libre y gratuita, y durará hasta mañana, día en el que se conocerán los ganadores. Hubo 1816 productos presentados, de los que seleccionaron unos 250 para exhibir y otros 330 que se incluyeron en catálogo. Barañao admitió que “el concepto de innovación no siempre se comprende en su real magnitud” y explicó que “permite que la creación de conocimiento se trasforme en mayor valor agregado, lo que garantiza la competitividad y la creación de nuevas empresas”.
La competencia incluye las clásicas ternas de producto innovador, investigación aplicada, diseño industrial, escuelas técnicas e innovaciones en el agro, y se sumaron dos nuevas: videojuegos y diseño gráfico. En la entrada del Salón de la Naciones se puede apreciar el Thermosum, un termo que calienta y mantiene la temperatura del agua a partir de la energía solar. “Cuesta 100 pesos, como un buen termo de acero inoxidable, pero si compro las máquinas que necesito podría salir 50 pesos”, aseguró Christian Naventoft, aunque el premio de su categoría no le alcanzaría (precisa cincuenta mil dólares).
“¿Son resistentes?”, lo chicaneó PáginaI12. “No, son como esos termos con un botellón de vidrio adentro”, respondió y enseguida apareció la oferta: “Si lo usás tres veces y se te rompe, podés mandármelo por correo y te envío otro”. Al lado, sonriente, Víctor Suárez Rovere se deleitaba hablando de su Tou-Chi: una versión local de la tecnología touchscreen (una pantalla que se activa al tacto). El aparato, un rectángulo negro con un vidrio adentro, se conecta a la computadora y sirve para navegar mapas, por ejemplo, “logrando una experiencia más intuitiva, como ser fácil rotación y zoom”, prometía su prospecto. Su patente está “en trámite”.
Detrás estaba el área de productos innovadores con una pista con cuatro pequeños robots que se postulaban como la solución para manipular elementos peligrosos (más de uno preguntó si servían para jugar carreras). También había una campera con una pantalla solar que transmite energía a un cargador ubicado en uno de los bolsillos y que es compatible con celulares, mp3 o cámaras digitales. Un invento práctico aunque no tan simpático como la patineta “todo terreno”, montada sobre orugas y con un motor de lancha. Una especie de “sueño del pibe” con el que muchos pedían fotografiarse.
Luis Campos presentó su SevitacD para personas con sordera severa y explicaba que el sistema consistía en un aparato que se coloca en el dedo índice y amplifica vibraciones. El hombre prometía que un sordo podía escuchar la televisión con el Sevitac-D, aunque su folleto sólo hablaba del “placer de sentir los sonidos”. En el área de investigación aplicada puede verse un dispositivo automático de asistencia respiratoria “que facilita el bombeo y hubiera salvado muchas vidas durante la tragedia de Cromañón”, afirmó el ingeniero Juan Carlos Bonczok. También hay un medidor de presión ocular muy barato y una máquina de escribir que imprime caracteres Braille para ciegos.
En el rubro agro predominaron los medidores (de heladas, de humedad de granos y fardos) y distintos dispositivos de riego. El tema de las energías alternativas, muy presente en la competencia, tuvo su lado ingenioso: un adaptador para generar energía eólica en los molinos de viento que extraen agua, en un país que tiene más de 500 mil.
El stand de videojuegos se reparte entre los destinados a educar y a crear conciencia social, como el que hizo la ONG Ciudadanos365, en el que se pierden puntos por coimear a un policía y se ganan si uno va a votar informado. El que más convoca es un videojuego tipo “el señor de los anillos” hecho en 3D. Sus creadores tardaron cinco años en diseñarlo. “Fijate que hasta el pasto se mueve”, decía orgulloso Andrés Chilkowski, cuando fue interrumpido por el ministro Barañao en su recorrida por la muestra. “Buenos gráficos”, atinó el ministro, mientras los chicos se desesperaban por contarle que ya había 300 mil usuarios jugando y que lo hicieron “sin presupuesto”. El premio de esa categoría es de 10 mil pesos.
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