Sáb 17.01.2009

SOCIEDAD  › DENUNCIAN QUE UN JORNALERO MURIO EN MISIONES POR MALA ATENCION

Con el fantasma de la fiebre amarilla

Falleció un día antes que un compañero de trabajo al que le confirmaron fiebre amarilla, pero dijeron que murió por hepatitis.

› Por Adrián Pérez

Luego de 40 años sin casos mortales en nuestro país, Misiones vive un nuevo brote de fiebre amarilla desde que las autoridades sanitarias de esa provincia reconocieron que Nicolás Blanco –un joven de 19 años que falleció el 29 de diciembre– es el segundo muerto por esa enfermedad durante 2008. María Elizabeth Paniagua es la viuda de Gustavo Franco, un jornalero de 34 años que se ganaba la vida descargando tierra y juntando leña en Profundidad, Fachinal y Cerro Azul, zona ubicada a unos 30 kilómetros de Posadas. Trabajaba con Blanco y falleció un día antes, con síntomas parecidos a los de aquél. La mujer relató a este diario que cuando volvía a su casa luego del sepultar a su marido, un representante del Ministerio de Salud Pública de la provincia, le comunicó que su esposo “tenía fiebre amarilla y que había sido enviado para poner en cuarentena la casa y fumigar el barrio. Esa fue la última vez que alguien del ministerio se acercó para hablar con nosotros”. Pero María Elizabeth también señala por mala atención a las autoridades y a los médicos del Hospital Central Ramón Madariaga. “Durante la internación de mi esposo, los médicos siempre se manejaron con supuestos, sólo le dieron calmantes y suero y demoraron en ponerle oxígeno”, afirmó la mujer con la voz quebrada. Y agregó: “Después del sepelio, cuando fui a hablar con la doctora Ramírez, directora del hospital, me dijo que no se había enviado ningún estudio a Buenos Aires y que mi marido no tenía fiebre amarilla”.

Dos versiones se tejen sobre la muerte de Gustavo Franco. La de los familiares y la oficial, en la voz de Carlos Báez, subsecretario de Salud provincial, quien desestimó la denuncia contra el Hospital Madariaga cuando afirmó a Página/12 que “no me consta que haya recibido una mala atención allí”. A su vez, negó la posibilidad de que el trabajador rural falleciera a causa de la fiebre amarilla: “Hasta el momento, las únicas muertes confirmadas por esta enfermedad fueron la de un joven de 19 años que no había recibido la vacuna, cuyo deceso se produjo en los últimos días de diciembre, y la de un hombre de 40 años”. El hombre de 40 años al que hace referencia Báez es Lorenzo Rodríguez, un jornalero que trabajaba en el cultivo de tabaco y que falleció en marzo pasado en la localidad de San Vicente. Consultado por Página/12 sobre la muerte de Franco, el funcionario reveló que en el ministerio “nos enteramos de su fallecimiento el mismo día y fuimos a visitar a la familia” y reconoció que “son 9 los casos confirmados por fiebre amarilla durante el año pasado”.

En su sitio web (www.msal. gov.ar), el Ministerio de Salud de la Nación define como caso sospechoso a “toda persona procedente o residente de zona de transmisión que presenta fiebre de inicio agudo acompañado de mialgias (dolores musculares) y cefalea o fiebre seguida por ictericia (coloración amarillenta de la piel)”.

Si bien su marido, su hijo mayor de diez años y ella misma se vacunaron contra la fiebre amarilla en octubre de 2001, María Elizabeth piensa que la muerte de Gustavo puede ser uno de esos casos sospechosos: “El lunes 22 se descompuso y comenzó con vómitos; para la noche los dolores de cabeza se intensificaron y así siguió hasta el martes, cuando a este cuadro se sumaron fuertes dolores musculares. Ese mismo día, viendo que no mejoraba, decidimos llevarlo al Sanatorio Posadas donde le hicieron una ecografía, pero como nos pedían mucha plata para atenderlo y nuestra obra social no cubría los gastos de internación ni los análisis, nos derivaron de urgencia al Hospital Ramón Madariaga donde le hicieron una ecografía, análisis de sangre y un hemocultivo”. José Franco, hermano de Gustavo, recordó que en el Madariaga “los médicos nos dijeron que le iban a hacer estudios para saber si Gustavo tenía fiebre amarilla; el resultado de los análisis iba a estar para el lunes 29 pero como el 26 dieron asueto administrativo, el laboratorio no trabajó ese día”. Gustavo permaneció en el hospital hasta que la familia decidió trasladarlo al Sanatorio Integral IOT el 27, viendo que su estado se agravaba.

Elizabeth contó que “cuando llegamos lo trasladaron directamente a terapia intensiva y como no podía respirar le practicaron una traqueotomía”. El doctor Pérez, jefe de Terapia Intensiva, le informó que su marido “tenía hepatitis fulminante y que era un paciente muy crítico”. Gustavo Franco murió el 28 de diciembre a las 13. “Los médicos me dijeron que tuvo una insuficiencia hepática y renal, y que falleció a causa de un paro cardiorrespiratorio”, contó la mujer.

Elizabeth se lamentó por la mala atención de la salud pública: “Si vas al hospital y no tenés plata, te morís porque no te atienden; es una vergüenza, deberían prestar mejor atención a la gente de pocos recursos”. A los 33 años, María Elizabeth se quedó sola con dos hijos de 10 y 4 años, no tiene trabajo ni donde vivir.

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