SOCIEDAD › PICNIC ORGANIZADO POR GAYS, LESBIANAS, TRANS Y BISEXUALES
Fue para pedir “el mismo amor, los mismos derechos” y se realizó en Palermo. Sirvió para marcar el segundo año del recurso ante la Corte que busca legalizar el derecho al matrimonio entre homosexuales.
› Por Carlos Rodríguez
Mientras el equipo de audio dejaba escuchar todos los boleros del mundo, en un rincón del verde que rodea al Planetario, en avenida Sarmiento y Figueroa Alcorta, decenas de parejas gays y lesbianas, bisexuales y transexuales celebraron ayer allí, a plena luz del sol, el Día de los Enamorados. El festejo tuvo forma de picnic, fue organizado por la Federación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgtb) y tuvo como lema: “El mismo amor, los mismos derechos”. El acontecimiento se hizo al cumplirse dos años de la presentación del primer recurso de amparo por el derecho al matrimonio, presentado por María Rachid y Claudia Castro, que hoy se encuentra todavía sin resolución en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En Rosario se hizo otro picnic similar, en ese caso por el amparo presentado en esa ciudad por la pareja gay formada por Oscar Marvich y Martín Peretti Scioli. Los festejos en Rosario fueron en el Paseo de la Diversidad Sexual, en Entre Ríos y el río Paraná.
“Este es un picnic que significa un encuentro por la diversidad familiar. Los asistentes vinieron con sus parejas del mismo sexo, pero también acompañadas por sus padres o madres, y por sus hijos, los que los tienen. Todas y todos pensamos que hemos avanzado mucho en nuestros reclamos, pero queremos seguir adelante porque hay todavía muchos derechos que no tenemos, como el derecho al matrimonio”, le explicó a Página/12 María Rachid. Mientras de fondo se escuchaba “Toda una vida, estaría contigo, sin saber en qué forma, ni cómo ni cuándo, pero junto a ti”, las parejas del mismo sexo se besaban y acariciaban con naturalidad, tiradas sobre lonas que cubrían el pasto, como en los tradicionales picnics del Día de la Primavera.
“Es muy importante la visibilidad. Poder estar aquí, con tu pareja, con tus amigos. Cuando yo salí a decir lo que era, sin tapujos, hace más de diez años, el mundo de la moda se puso en contra mío. Cuando a los 26 años le dije al periodista Orlando Barone que yo era gay, el mundo de la moda se me vino encima. Saltó toda la hipocresía. Hay que pensar que, antes que yo, el único que se había atrevido era Paco Jamandreu.” El modisto Roberto Piazza fue uno de los asistentes. Lo saludó todo el mundo por los ecos que ha traído su denuncia contra su hermano mayor, Ricardo, quien hoy está preso acusado de cometer abuso sexual en contra de su hijo.
“Yo quiero que nos respeten, poder movernos entre la gente sin que nadie se asombre ni nos discrimine. No pienso, como dicen algunos homosexuales, que todos los hombres son gays. Yo soy lo que soy, pero no pretendo convertir a nadie. Sólo reclamo mis derechos y denuncio a los abusadores, a los degenerados como mi hermano. Yo no fuerzo a nadie, ni nadie me fuerza a mí. Por eso, estamos aquí pidiendo igualdad de trato para todos nosotros”, insistió Piazza.
Además de la música, se escucharon recomendaciones y se vieron observaciones prácticas sobre el uso de preservativos o acerca de la pastilla del día después. Provocó muchas sonrisas la demostración que hizo, en vivo, un joven que trabaja en el Ministerio de Salud. La tarea era mostrar, sobre un pene de plástico tamaño natural... mente grande, cómo se coloca un preservativo, con la boca. El chico, algo nervioso, mordía por momentos el plástico, lo que provocaba cierta sensación de inquietud entre los presentes, algunos de los cuales se tocaban la entrepierna y ensayaban gestos de dolor. Para colmo, la performance del joven era comentada por una chica que, con ironía, justificaba los errores de su compañero: “Sepan perdonarlo, es su primera vez”.
Al picnic también concurrieron parejas heterosexuales. María Rachid recordó que la convocatoria “era para todos, en general, sin discriminar a nadie, porque son muchos los padres, madres, amigos que no son ni gays ni lesbianas, que se acercan para apoyarnos”. También estuvo presente, con su sotana de cura transgresor, Roberto González, del Centro Cristiano de la Comunidad, entidad que ampara a gays y lesbianas creyentes. “No somos una iglesia, ni lo queremos ser, pero brindamos un lugar de reflexión para los que lo necesitan y son rechazados por las iglesias tradicionales”.
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