Mar 03.03.2009

SOCIEDAD  › UNO DE LOS APRESADOS ADMITIó QUE CONOCíA AL DECORADOR

Tras el crimen, la confesión

Los investigadores coinciden en que Lanzavecchia les permitió el ingreso en su casa porque conocía a alguno de ellos. Desmienten que el policía herido haya ido para comprar el auto de la víctima: se conocían de los estudios de Telefé.

Uno de los dos acusados por el crimen de Gustavo Lanzavecchia confirmó su participación en el asesinato y confesó que conocía a la víctima desde hacía poco más de dos meses. Si bien los datos refuerzan la hipótesis de que los atacantes aprovecharon que el decorador de Susana Giménez conocía a alguno de ellos para ingresar en su casa y robar elementos de valor, la fiscal a cargo del caso, Analía Córdoba, sostuvo que “es información que deberá corroborarse con más pruebas, que se irán recolectando con el avance de la investigación”. Por su parte, el abogado de la familia de la víctima, Miguel Angel Pierri, consideró que, “si bien restan pasos por dar, los hechos están más que claros”. Ambas partes confían en que el relato de Alejandro Alvarez Auer, el policía que sobrevivió a las heridas que recibió por parte de los delincuentes, pueda echar más luz sobre lo sucedido el viernes en la casa de Lanzavecchia. Mientras el otro detenido se negó a declarar, aún existe un tercer sospechoso que permanece prófugo. Roberto Leiva, de 27 años, es el mayor de los dos hombres que el domingo a la madrugada fueron detenidos por ser los principales sospechosos de haber asesinado a Lanzavecchia y de haber atacado con un cuchillo de cocina a Alvarez Auer, que se encontraba en la casa de la víctima. Tras permanecer unas horas en una comisaría del partido bonaerense de La Matanza, confesó su participación en el homicidio ante la responsable de la UFI Nº 4 de ese partido.

En su declaración indagatoria, Leiva dijo que “conocía a Lanzavecchia hacía dos o tres meses porque trabajaba a unas cuadras del domicilio” del decorador, en Charcas al 3300, de la localidad bonaerense de Lomas del Mirador, el escenario de los hechos. Ingresaron en la casa porque “habían acordado encontrarse” allí, sostuvo Córdoba en diálogo con Página/12, dato que “se corroborará con el entrecruzamiento de llamadas telefónicas”, agregó.

“El no lo dijo, pero de acuerdo con lo que uno interpreta, la verdadera razón de su presencia allí era robarle”, consideró la fiscal. Entre las pruebas que respaldan ese análisis figuran los elementos sustraídos de la casa de la víctima, que efectivos de la DDI de La Matanza encontraron en las viviendas de Leiva y de “Freddy”, el otro sospechoso detenido durante los allanamientos realizados el domingo a la madrugada.

La fiscal dijo que “no está probado” que hubiera alguna relación sentimental entre la víctima y alguno de los agresores, ni que el motivo de la presencia de todos los involucrados en la vivienda fuera su participación en una “fiesta”, como trascendió ayer.

Para el abogado de la familia de la víctima, “lo más cercano a la verdad es que Gustavo conocía a alguno de sus atacantes y que ellos se abusaron de esa situación de confianza” para entrar en la casa.

“Evidentemente Gustavo conocía a por lo menos uno de los tres atacantes, cosa que ya se sabía por las declaraciones de testigos de identidad reservada antes de ser confirmada por el detenido –continuó Pierri–. Gustavo los dejó pasar porque los conocía. De lo contrario, no lo hubiera hecho.” Lo que aún resta ratificar es si, tal como confesó Leiva, el dueño de casa lo había invitado a él o además a alguno de los otros atacantes.

Lo que pasó luego no está del todo claro. Los investigadores suponen que, una vez dentro de la casa, los delincuentes pusieron en marcha el plan de robo: maniataron con un precinto plástico a Lanzavecchia, con un cinturón sujetaron sus pies y lo golpearon en la cabeza y las costillas. “La agresión física desmedida y total tiene que ver con la apertura de la caja de seguridad electrónica, en su casa. Lo golpearon hasta desvanecerlo, consiguieron la clave pero no encontraron nada”, relató Pierri.

Tampoco hay certezas del momento en que el policía Alejandro Alvarez Auer, que también fue atacado por los delincuentes, apareció en escena. El abogado de la víctima desmintió que la razón de su presencia en el lugar haya sido la compra del auto de Lanzavecchia: “Jamás hubo un aviso de venta de auto ni en los diarios ni en internet. El policía concurrió a la casa de la víctima porque la conocía. No se sabe si lo había citado o habían coordinado encontrarse ese día”. Alvarez Auer, que entabló amistad con el decorador cuando trabajaba en la seguridad de los estudios de Telefé en Martínez, podrá declarar en la causa cuando los médicos le den el alta ya que, aunque está fuera de peligro, sigue internado.

El final de la historia –los delincuentes tiraron a Lanzavecchia a la pileta de la casa, donde falleció ahogado, y apuñalaron a Alvarez Auer– responde, según la investigación, al fracaso en la búsqueda de una suma importante de dinero que, suponían, existía en la casa, y a que la víctima conocía a sus atacantes. “Asesinaron a Lanzavecchia e intentaron hacer lo mismo con el policía para ocultar todos los rastros y procurar así la impunidad. Para no dejar huellas”, dijo la fiscal a este diario.

Para Pierri, más allá de los pasos que aún restan dar en la causa, “los hechos están claros”, por lo que aseguró que solicitará se acuse a los sospechosos de homicidio criminis causa en concurso real con robo agravado por el número de personas y en concurso legal con el delito de lesiones. “No nos quedan casi dudas de que la fiscalía acusará bajo la misma figura y ordenará la prisión preventiva de los tres”, añadió. De probarse las acusaciones, los acusados podrían recibir la condena a cadena perpetua.

Informe: Ailín Bullentini.

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