Dom 15.03.2009

SOCIEDAD  › MEDIOS Y FAMOSOS ALREDEDOR DE LA PENA DE MUERTE

El Talión farandulero

Tras el exabrupto de Susana Giménez, varias estrellas se sumaron al debate en torno de la llamada inseguridad. Los medios les dan cámaras y micrófonos. Unos y otros se necesitan, antes y ahora. Sociólogos y expertos en comunicación analizan el fenómeno: por qué la repentina preocupación de la farándula, por qué la pena de muerte, por qué ese papel de los medios.

› Por Horacio Cecchi

Primero fue el exabrupto de la diva, Su Giménez, dolida por el asesinato de Gustavo Lanzavecchia, su decorador, durante una improvisada conferencia de prensa en la puerta de su casa en el exclusivo Barrio Parque, el 27 de febrero pasado. El “Su” reclamo estaba inscripto en una errónea idea de la inseguridad, al menos de la inseguridad puertas afuera, ya que el crimen no habría podido ser evitado por más que alrededor de la manzana del decorador hubieran dado vueltas cuarenta patrulleros. Un día más tarde, Su Giménez se retractó como pudo (de un modo extraño) de su reclamo. Dijo: “Yo no estoy a favor de la pena de muerte, pero para mí el que mata tiene que morir”. De todos modos, la posta la tomaron otros nombres de la farándula, no menos conocidos ni menos convocantes, como Sandro, Guillermo Coppola y Marcelo Tinelli. Página/12 consultó a sociólogos y expertos en comunicación sobre este llamativo fenómeno en el que los medios se hacen eco y al que podríamos denominar como la farandulización del reclamo de la pena de muerte.

“Hay que reconocer que hay hechos como los que suceden estos días que impactan fuerte en cualquier persona –señala Juan Pegoraro, sociólogo, investigador del Instituto Germani y director de la publicación Delito y Sociedad–. La cuestión es cómo se interpretan esos hechos. Lo obvio, lo vulgar, es considerar al hecho separado de un cierto contexto socioeconómico, es no entender la exclusión social, la marginación, la degradación de muchos millones de personas desesperadas.”

Mientras Pegoraro opina, resuenan las palabras de Roberto Sánchez, Sandro, desde la altura de la fama y el reconocimiento de sus fans, pero aplastando toda pizca de reflexión y conocimiento: “Sería importante ahora –declamó Sandro–, en frío, empezar a ver qué dice la Constitución nacional, desde cuándo nos vienen violando la Constitución”. Lo decía en apoyo y justificación del exabrupto de Susana Giménez sobre la pena de muerte.

“Me pregunto –continúa Pegoraro– cómo se puede convivir pacíficamente con millones de personas desesperadas porque se las ha privado de todo.” El sociólogo sostiene que al separar los hechos, por ejemplo el crimen del decorador Lanzavecchia, del contexto en el que ocurre, como lo hizo Susana Giménez, pero también Sandro, Guillermo Coppola o Marcelo Tinelli, se deja fuera la tremenda exclusión social, “la marginación, la degradación de muchos millones de desesperados. Millones no es una forma de decir, millones son quince millones. ¿Cómo se puede convivir pacíficamente con tantos desesperados? ¿Qué pretenden –se pregunta Pegoraro–, que te den el asiento en el subte, que te digan buenos días, que sean pulcros, bien vestidos y amables? Los excluyen, los degradan, los marginan de la educación, de la salud, de la vivienda. ¿Qué quieren que hagan? El enfoque de estos integrantes de la farándula es un enfoque miserable”, asegura el investigador del Instituto Germani.

–¿Por qué cree que los medios toman a los famosos para los reclamos por la pena de muerte? ¿Cree que hay una cuestión política de fondo o es el rating que prometen esos nombres?

–La pena de muerte, en boca de esta gente, es una noticia que vende. Pero también es una forma de pegarle al Gobierno –reflexiona el director de Delito y Sociedad–. Convengamos que es un Gobierno que ha dado causa para ello, que dio motivos a los medios que están ligados a los grandes intereses económicos del país, a los medios ligados al campo.

Pegoraro agrega que son nombres de famosos que a su vez encabezan programas con marcas de rating muy altas. “Por lo que escucho –señala–- el rating es altísimo, 30 puntos, cuando pasás por un bar, una carnicería, un almacén, están viendo esos programas, que obturan el proceso cognitivo de la totalidad. Dicen que el problema son los ladrones, y es cierto, en el país es uno de los principales problemas, pero no esos ladrones sino los ladrones que vaciaron al país, pero de ellos no se dice nada.”

Corporación farandulera

“Vamos a hablar bíblicamente. El que diga que Susana estuvo mal, que se corte un dedo de la mano”, salió en su apoyo y se agregó a la polémica Sandro, consultado por el programa farandulero Bendita tevé apenas Susana Giménez dijo lo que dijo y desató lo que desató.

“Mi impresión –explica a Página/12 el sociólogo Alberto Quevedo, director del Programa de Comunicación de Flacso– es que es la corporación artística la que aparece, pero los más poderosos de esa corporación.”

Al respecto, Quevedo señala que curiosamente se trata de una corporación artística “bastante complaciente con los gobiernos liberales de los ’90, y son los mismos que hoy reaccionan yo creo mucho más en defensa propia que por pensar en los problemas de seguridad del resto de la gente. Lo que parecen estar diciendo es que ‘nosotros no podemos vivir tranquilos’, pero no están reaccionando porque se trate de un problema general”.

El lunes pasado, el conductor y empresario Marcelo Tinelli respondió en el programa Intrusos en el espectáculo, al borde del absurdo, que “los delincuentes están todos libres y yo tengo que vivir en un country encerrado entre rejas”.

“Es casi una defensa corporativa –insiste Quevedo– que Marcelo Tinelli diga ‘me obligan a encerrarme’. Lo que está diciendo la corporación es que la inseguridad les puede pasar a otros pero ‘no a nosotros’. Y ahora se sienten tocados por algo que les pasó cerca, que tocó a alguien conocido, y entonces reaccionan ‘no a nosotros’.”

–¿Cree que el reclamo de los famosos tenga otra motivación oculta?

–No creo que Susana tenga detrás una ideología sobre la pena de muerte, que se haya puesto a pensar cómo impacta, en qué sería beneficiosa o en qué no, no hay una reflexión, no es una convicción jurídica que tiene. Le salió en un momento caliente. Para la gente común que piensa en el endurecimiento de las leyes, el extremo de la mano dura es la pena de muerte, es el extremo de decir basta de garantismo. No creo que tengan una idea jurídica de la pena de muerte, no creo que tengan una posición reflexionada.

Según el sociólogo de Flacso, “la reacción posterior de la farándula tiene que ver con una defensa corporativa. ¿Los medios? Los medios hacen uso del tema porque Susana Giménez vende en sí misma, es como Maradona. Los medios especulan y las radios hablan de Maradona, el día que Maradona habla es el mayor alimento para los medios. Con Susana Giménez creo que pasó lo mismo. Dijo una frase, los medios la lanzaron y desataron la polémica, pero después, cuando Susana dio marcha atrás, o pareció decir que en parte no había querido decir lo que dijo, los medios apenas si sacaron la noticia”.

De todos modos, aunque Quevedo pone el acento en la reacción corporativa, también agrega que “no puedo distraerme de que nadie más que ellos fueron complacientes, Tinelli es hijo absoluto de los años ’90. La reacción me parece que es independiente de la dimensión política, pero entiendo que lo que sí reclaman a este Gobierno es que profundice la política de seguridad en el peor sentido que se puede pedir: más policías, más dureza en las penas, más encierro a los menores, pero no creo que lo hagan en un acto conspirativo, con la idea de golpear a Cristina. El resto es la acción de los medios montados sobre las declaraciones de una diva y un divo que en sí mismas despiertan controversias y cuantas más controversias, más minutos en el aire. Para los medios son insumos maravillosos”.

Todos somos especialistas

Después de las declaraciones de Susana, siguieron Sandro, Coppola, Tinelli y la lista podría ampliarse. Hablaban desde un supuesto saber específico, se referían al endurecimiento de las leyes, a la Constitución nacional, a las tareas policiales...

“Inseguridad no es igual a delito –reflexiona Gabriel Kessler, sociólogo, investigador del Conicet y de la Universidad de General Sarmiento–. Inseguridad es una amenaza que puede pender sobre la cabeza de cualquiera, y de ahí la idea de que todos pueden ser potenciales víctimas.”

Kessler sostiene que “hay una disputa en todo el mundo sobre quién es voz autorizada para hablar del tema. Con la inseguridad ocurre una situación diferente, porque ningún medio va a llamar a Susana Giménez para que opine sobre economía, nadie va a pensar que Tinelli pueda opinar seriamente sobre economía”.

El especialista no cree que “sólo por ser famosos puedan hablar de cualquier tema. En cambio, con la inseguridad pasa distinto. Hay algo propio en la definición de inseguridad que hace que se piense que se puede abatir sobre cualquiera”.

Kessler cree que no es porque sean famosos como tales lo que permite que puedan opinar y ser escuchados sino que pueden hacerlo porque opinan sobre un tema, la inseguridad, del que puede hablar cualquiera, porque se cree que le puede tocar a cualquiera, y entonces cualquiera es experto. “Es –dice Kessler– la rebelión de la mayoría silenciosa, un lugar donde está legitimada a hablar. Un tema que se disputa en todo el mundo, entre distintos actores, para determinar quién puede hablar, quién es el especialista. Y es cualquiera. El caso Blumberg es interesante. Que su hijo haya sido víctima de un delito terrible lo hizo un especialista. No existe ninguna otra actividad en la que ocurra lo mismo.”

Kessler sostiene que “inseguridad es una palabra nueva, de una década, pero que ya está instalada. Lo nuevo que está apareciendo es la imagen de que nadie hace nada para resolverlo, es lo que dijo Tinelli (‘acá te matan y nadie hace nada’), lo que estoy viendo es la sensación ya no de inseguridad sino de que nadie hace nada, es lo nuevo y peligroso porque es la idea de que todo está fuera de control”.

El especialista agrega que “no es que haya una prédica a favor de la pena de muerte. Lo que me parece preocupante es que, instalada la pena de muerte en un extremo en el imaginario, es riesgoso que se abra un período de otros endurecimientos, que es lo que pasó un poco en el período del caso Blumberg. No es que haya habido leyes nuevas. Había leyes que estaban ya presentadas pero sin consenso, porque las políticas de mano dura estaban muy al fondo, pero se aprovechó ese momento para votarlas. Lo que es preocupante es que se genere un corrimiento hacia medidas más autoritarias. Yo no descarto que se abra un período en el que sectores más punitivistas busquen sacar partido”.

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