SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Eduardo de la Serna *
Hoy me llamó Alejandra. Cordial como buena “telemarketer”. “Buenos días, Eduardo... Mi nombre es Alejandra. Hablo del banco X” (allí tengo una “cuenta sueldo”. ¡Sueldo docente!). “Usted tiene con nosotros una supercuenta”, me endulzó. Y queremos informarle de los beneficios que el banco le ofrece ante todo lo que está pasando”, continuó. Me estaba ofreciendo un seguro. “Claro –seguía–, la inseguridad es terrible.” “¡Sí! –le reafirmé–. Es terrible todo lo que está pasando: esta crisis mundial provocada por los bancos”... No sé por qué, pero me parece que no me entendió, porque siguió insistiendo en lo importante que era para mi seguridad que le dé dinero al banco para que me proteja. “Lo que pasa es que no quiero saber nada con los bancos –continué–. Desde Cavallo que somos sus rehenes y nos obligan a tener una cuenta para cobrar nuestros sueldos.” Debo haber perdido mi capacidad de convencer porque tampoco esto le resultó convincente y retrucó con el tema de la seguridad y “lo que está pasando”. Creo entender que para ella “lo que está pasando” –cosa que repitió insistentemente– tiene que ver con la seguridad entendida en clave Blumberg, Tinelli, Susana y otros. Será por eso que recibí también invitaciones electrónicas a participar en una marcha por la seguridad. Parece que “lo que está pasando” es solamente “eso”, y no pasa el tráfico de droga, no pasa el gatillo fácil, no pasa la corrupción, no pasa la crisis internacional, no pasa que “el campo” convoca su enésima marcha del año y los medios sólo nos muestran fotos de los “cuatro jinetes” y no de la “gente convocada” –como sí nos mostraron decenas de fotos del acto en Rosario–, será que no pasa que durante el Carnaval de Gualeguaychú no hubo cortes de ruta, ni protesta del campo. Sólo la seguridad pasa, aunque después “rascando” veamos que muchos de esos casos tienen su origen en aquellos que deberían proteger la seguridad de la sociedad. Sólo eso pasa, ¡y Maradona-Riquelme, claro! Realmente debemos vivir en un país maravilloso donde sólo eso pasa. Y también un país tan desmemoriado que no quiere recordar el rol de los bancos en el derrumbe de 2001 y ahora en la mayor crisis mundial desde 1930.
Quiero dejar claro que estoy absolutamente en contra de la pena de muerte, por lo que –ya que perdí mi capacidad de otrora de explicarme– espero que esto no se entienda con que propongo fusilar a la pobre Alejandra, rehén de los bancos también ella. Como rehenes de las telefónicas somos nosotros (así como hay programas anti-spam en la computadora, ¿no podría haber algo semejante en los teléfonos?). Que tampoco esto se entienda como que sospecho que los bancos “aprovechan” –¡ni menos aún “provocan”!– “lo que está pasando”. No creo en teorías conspirativas como esos que dicen que en el mundo el dinero provoca conflictos y hasta guerras. ¡Válgame Bush! (perdón, quise decir ¡válgame Dios!). De todos modos, como creo que “lo que está pasando” es mucho más que todo eso –¡y más grave!–, aunque sea serio lo de la seguridad, esperamos poder dedicar nuestro tiempo –no interrumpido por telemarketers– a aportar algún grano de arena para ayudar a edificar un mundo más humano. Al fin y al cabo, creo que eso es lo que Dios quiere. Al fin y al cabo, la Biblia nos recuerda que “la raíz de todos los males es el amor al dinero”. Amén.
* Sacerdote.
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