SOCIEDAD › MIENTRAS AUMENTAN LAS CIFRAS DE VíCTIMAS, BERLUSCONI ALIMENTó LA POLéMICA CON SUS CHISTES
Con esa frase, el primer ministro italiano hacía referencia a la situación de los refugiados. “No les falta nada”, agregó sobre los habitantes de L’Aquila que perdieron sus casas y vieron morir a vecinos y familiares en el terremoto.
Gritos y corridas iniciaron el día y anunciaban que la tierra seguiría temblando y de fauces abiertas. Ayer, como desde la noche del domingo, los temblores continuaron leves, moderados o fuertes. El balance provisorio, después de tres días y cuatro noches de escarbar entre las rocas, se modificó como todo el mundo imaginaba: el último parte de gobierno dio un saldo de 278 muertes, de los cuales 16 son chicos; 11 desaparecidos; 9 cuerpos sin reconocer aún; 1179 heridos de las cuales 100 se encuentran graves; y 28 mil personas que quedaron sin su vivienda. El Viernes Santo se realizará un funeral múltiple que será oficiado por el arzobispo de L’Aquila, Giuseppe Molinari, que salvó su vida, de milagro, cuando se vino abajo la sede histórica del arzobispado. Los italianos, especialmente los abrucenses, tendrán además un problema agregado: el premier Silvio Berlusconi prometió que visitará todos los días la zona devastada, acompañado siempre por lo que en la prensa internacional ya fue caracterizado como “sus chistes idiotas”. Ayer no faltó a su mal gusto cuando para alentar a los miles de damnificados y víctimas dijo a la cadena de tevé alemana NTV que “tienen que tomárselo como un fin de semana de camping... chicos, díganle a la mamma que los lleve al mar”.
“Queridos, espero apenas sea posible ir a visitarlos”, rogó el papa Benedicto XVI y estiró la fecha ya que su vocero sostuvo sin detalles que la visita no se realizará durante la Semana Santa ni la siguiente. Más cercano (aunque Benedicto está en el Vaticano, a menos de 100 kilómetros) a la zona de la tragedia, y al borde de la escena patética, Berlusconi volvió a visitar L’Aquila, a sobrevolar la zona del desastre y a mostrarse con un ridículo casco rojo –más llamativo que por efectos de protección–, abrazado a una pobre anciana que lloró desconsolada en sus brazos. De la escena, lo único cierto era el desconsuelo de la pobre vieja, que venía descargando lágrimas desde el domingo a la noche, cuando perdió casa y familia.
Entretanto, más de tres mil personas eran trasladadas a hoteles y albergues de la zona del Adriático, porque ya no quedaba espacio en las 2962 tiendas de campaña. Muchos de los sobrevivientes prefirieron pasar su tercera noche dentro de sus autos, a la vista de la puerta de lo que quedaba de sus casas para evitar que, aunque parezca mentira, les robaran. No es invento: ayer detuvieron a dos ladrones que se llevaban de entre las ruinas objetos por 80 mil euros.
Sobre las tiendas de campaña, Berlusconi no perdió el ritmo e intentó solazar a las víctimas con una de sus declaraciones en presunto chiste. Dijo a periodistas de la cadena alemana NTV que “hay que tomárselo como un fin de semana de acampada. No les falta nada, tienen medicamentos, comida caliente y mantas para pasar la noche”, intentó consolar. Y terminó de desmoronar los ánimos con una recomendación: “Vayan a la costa, es la Pascua, pasen unos días que pagamos nosotros. Quédense tranquilos, nosotros hacemos el inventario de los daños de la casa y, mientras, ustedes descansan en la costa. Háganse servir y reverenciar. Chicos, díganle a la mamma que los lleve a la playa”.
Después del rescate de Eleonora, la última de las víctimas arrancadas con vida a los escombros (ver aparte), pocos creen que exista posibilidad de encontrar a nadie con vida. Berlusconi, para poner un plazo, dijo que las tareas finalizarán en Semana Santa, o sea, hoy. A partir de ahora, supuestamente, las tareas de rescate serán suplantadas por las de remoción de escombros y reconstrucción.
A todo esto, las sacudidas continuaban. El periódico italiano L’Unità colocó en su página online una filmación en L’Aquila en la que se puede ver, durante las tareas de búsqueda y remoción, cómo la tierra se empieza a mover, brevemente, un sacudón y se escuchan gritos de espanto mientras se desatan corridas. Todo concluye rápidamente, no se registran daños y la actividad continúa, cotidiana, como las tareas de recuperación de un hormiguero destrozado por las garras de un oso hormiguero. Seguramente esa sacudida fue una de las menores.
Las más fuertes se hicieron sentir poco antes de las 6.30 locales (1.30 de Argentina) de ayer, después de una noche de movimientos de baja o mediana intensidad. Las dos más fuertes después del terremoto del domingo se habían producido el martes, a las 19.45 y 23.30 locales, con magnitudes de 5,3 y 3,8 grados Richter. Pero la actividad sísmica alcanza a numerosas regiones italianas. Las sacudidas se hicieron sentir a las 22.25 cerca de Crotona, en la Calabria, con una magnitud menor pero visible de 3,2 grados Richter. Y a las 23.15, más cercana, la provincia de Ravenna, en la Emilia Romaña, también sintió la sacudida de 2,5 grados.
Ahora, en los Abruzos aguardan que el tiempo cure las heridas y el dolor. Aguardan también por alimentos calientes (que pese a Berlusconi, aseguran que escasean), por más tiendas, por la reconstrucción de lo que se pueda reconstruir, y porque Berlusconi no diga nada más.
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