Sáb 11.04.2009

SOCIEDAD  › LA BIBLIOTECA NACIONAL ABRE UN ESPACIO LúDICO PARA NIñOS

Para jugar en la Biblioteca

La propuesta intenta acercar a chicos de 3 a 13 años, a través de talleres literarios y del préstamo de libros. Otro proyecto apunta a acercar a la Biblioteca a las escuelas, donde los talleristas arman proyectos con los docentes.

Para la docente Noelia Capello, el objetivo de Biblioteca Lúdica es la mejor forma de “abrir las puertas de la Biblioteca Nacional a los más chicos”. Y aunque la entrada a ese inmenso universo de lectura que ofrece el edificio de Las Heras y Agüero nunca estuvo restringida para la población más joven, la realidad es que la propuesta nunca fue demasiado atractiva para ellos. “Son pocos los nenes o nenas que le pedirían a sus papás que los traigan a la Biblioteca. Sólo aquellos que están en contacto con distintos aspectos de la cultura podrían hacerlo, pero para la mayoría, leer ya no es un pasatiempo”, apuntó su colega, María Zimerman. A esa inmensa mayoría buscan atraer a los talleres literarios, por ellas dirigidos, que le dan estructura al proyecto. El objetivo es lograr que los más chiquitos encuentren en el contacto con un libro, o en el hecho de escribir un cuento, una actividad interesante, divertida.

Poner en palabras el objetivo de Biblioteca Lúdica es fácil y se logra en poco tiempo. Lo demostró Capello, y volvió a intentar Flavia Helguero, la coordinadora del Area de Actividades Comunitarias dentro de la que funciona el proyecto, que en pocos segundos dio su versión de la meta a la que apunta: “Estimular la lectura, la imaginación y el interés por la cultura a través de formas lúdicas, creativas y participativas”.

Llegar a cumplirla, en cambio, es más complejo, pero no imposible. Es el segundo año que el equipo de bibliotecarias y docentes se dispone a implementar las iniciativas que conforman la columna vertebral de Biblioteca Lúdica. Además de la realización de actividades de promoción de lectura en plazas, comedores y bibliotecas en formación, la punta de lanza del proyecto es la creación de un taller literario especialmente destinado a chicos y adolescentes de entre 3 y 13 años. “Nunca hasta ahora hubo en la Biblioteca un espacio totalmente dedicado a los más chicos. Hace un tiempo funcionaba una sala para estudiantes, pero la disolvieron”, apuntó Analía Fernández Rojo, funcionaria de la institución.

El salón Comunitario Raúl Scalabrini Ortiz se convirtió, ahora, en la biblioteca para infantes, aunque el espacio se continúa acondicionando, poco a poco. Allí, sobre unas cuantas mesas y sillas adornadas con lapiceros, fotos, hojas en blanco y, por supuesto, libros, trabajan los chicos con las consignas que les proponen las docentes. “La idea no es sólo invitarlos a que lean, sino también activar sus capacidades de expresión, algo en lo que muchos encuentran dificultades”, apuntó Zimerman. Para eso, utilizan distintos disparadores, como puede ser la tapa de un libro: “Les pedimos que la describan y que se animen a contar la historia que, a través de la imagen, imaginan que ese libro puede esconder”, explicó. “Leer, escribir los ayuda a reflexionar, a pensarse a sí mismos, a constituirse como personas”, agregó Capello.

En una de las esquinas, un armario alberga las últimas publicaciones de las editoriales especializadas en pequeños lectores, ejemplares que los chicos que acuden al taller pueden disfrutar en cualquier rincón de sus casas y devolverlo una semana después. Se trata, de una propuesta “novedosa” dentro de los parámetros con los que se maneja el resto de la institución nacional: “Es la única dependencia en la que funciona un sistema de préstamo”, remarcó Helguero. Aquellos que quieran formar parte del taller, deben acercarse a la Biblioteca los martes, miércoles y jueves, entre las 14 y las 17.

Además, a través del subproyecto “Biblioteca + Escuela”, los talleristas realizan visitas semanales a las aulas donde trabajan, durante un año entero, un proyecto “diseñado en conjunto con los docentes y las autoridades de cada escuela, teniendo en cuenta sus necesidades”, apuntó la coordinadora. Es entonces, cuando los libros “saltan” de sus lugares habituales en los estantes a una valija con la que recorren escuelas, plazas y comedores, una intención que se asemeja a lo que sucede cada vez que un grupo de la misma área se carga al hombro el proyecto “Biblioteca sobre rieles” y lleva un pedacito de la institución a otras ciudades del país, como parte del Tren de Desarrollo Social y Sanitario, que recorre el país.

Informe: Ailín Bullentini.

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