Dom 19.04.2009

SOCIEDAD  › JOSE LUIS SAN MARTIN, ESPECIALISTA EN DENGUE DE LA OPS

“No podemos impedir que llegue, pero podemos hacerle frente”

El experto cubano que trabajó en el Chaco cuenta cómo se combatió el brote en su país en 2001. Y destaca la reciente experiencia en Bolivia. Aquí, explica que la clave es el trabajo comunitario.

› Por Pedro Lipcovich

Para dar respuesta al dengue, lo mejor es aprender de países que han logrado enfrentarlo: uno de ellos es Cuba, pero otro, acá nomás, es Bolivia. En Santa Cruz de la Sierra, a principios de marzo, hubo un día, un solo gran día en que, a principios de marzo, “cambió el curso de la epidemia”, contó, en diálogo con Página/12, José Luis San Martín –consultor para dengue en las Américas de la Organización Panamericana de la Salud–. En esa jornada épica, los sectores políticos hicieron pausa en sus enfrentamientos; bajo la conducción de un comité de emergencia con representantes de todas las áreas de gobierno nacional y local, se juntaron todos los recursos, se cortó el tránsito, se reunieron todos los vehículos, los bomberos, los médicos, los técnicos, los policías, las fuerzas armadas, el presidente Evo Morales, las organizaciones civiles, los particulares, para desbaratar los criaderos de mosquitos. El especialista de OPS subrayó que, para la comunidad, “no se trata de ‘ayudar’, sino de asumir una responsabilidad social”.

“En cada país, la capacidad de respuesta al dengue funciona en la medida en que las estructuras de coordinación nacional trabajen de manera óptima –subrayó San Martín–. Esto no sólo concierne al sector Salud. Para eliminar el vector, las acciones deben ser integrales, y la comunicación a la población debe ser capaz de movilizar a la mayor cantidad de personas: el mosquito es doméstico y las acciones son tanto más efectivas cuando se realizan en el interior de las viviendas y también de los lugares de trabajo; las áreas en construcción, por ejemplo, suelen constituirse en lugares de cría.”

En cuanto a los ministerios de Salud, “su actividad más importante es salvar vidas: en los hospitales, manejar la observación continua de casos graves o que puedan agravarse; instruir a los pacientes ante los signos de alarma del dengue hemorrágico: en esta forma de la enfermedad, al quinto o sexto día, ya cuando la fiebre baja, se presenta dolor en el estómago, vómitos intensos, manchas en la piel, hemorragias: signos de alarma que deben llevar al paciente a volver a la consulta. Otra actividad que corresponde a los ministerios de Salud es la fumigación, en los lugares donde hay transmisión del virus. Aun cuando se contraten empresas para eliminar los mosquitos adultos, debe haber especialistas que controlen la calidad de esas acciones”.

No obstante, “como lo muestra el caso de Brasil, el dengue está relacionado con cuestiones de infraestructura: los cinturones de pobreza alrededor de las megaciudades; las urbanizaciones sin control ni planificación; la falta de adecuada recolección de basura y su disposición final inadecuada: estos factores, presentes en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, permiten que el mosquito anide”. Para limitarlos, “un factor clave es la voluntad política –destacó San Martín–. Por las características de esta enfermedad, no se puede evitar que ingrese en un país, pero sí se puede lograr una respuesta fuerte”.

–En un artículo publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública, usted advierte que, respecto del dengue, “el enfoque de la OMS es sustituir la mera información por la práctica”. ¿Podría dar un ejemplo?

–Un buen ejemplo es el gran saneamiento que se hizo a principios de marzo en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y que cambió el curso de la epidemia; hubo un antes y un después de ese día. Se logró organizar una actividad seria, responsable, con participación de toda la población y unificación de las acciones. En esa ciudad había una gran cantidad de criaderos: casi el 70 por ciento de ellos estaban constituidos por sólo dos elementos, en similar proporción: neumáticos en desuso y recipientes de plástico inservibles, en las casas, en los patios, en los basurales. Para poder hacer esa gran acción comunitaria se había formado un comité de emergencia departamental, con participación de autoridades locales, departamentales y nacionales. Se logró poner en una sola decisión todos los recursos que se habían movilizado internacionalmente. El comité era presidido por el segundo al mando en la gobernación, pero también el gobernador estaba pendiente de la situación; el Ministerio de Salud se incluía como un miembro más. Se incorporaron técnicos, representantes del Ministerio de Educación, de la Secretaría de Ambiente, de los ministerios de Turismo y de Transporte, de organizaciones civiles de la zona; también los bomberos y las fuerzas armadas jugaron un papel importante. Se hizo presente y participó el presidente Evo Morales. El saneamiento se efectuó en toda la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, durante un día de intenso trabajo. Empezó a las siete de la mañana y la jornada estuvo íntegramente dedicada a esa actividad. Se limitó el movimiento de autos particulares y del transporte público: sólo circulaban los móviles autorizados por el Comité de Emergencia. Y se congregó una gran cantidad de vehículos, para obtener una alta capacidad de recolección. Se dispusieron puntos de recolección en áreas específicas: primero, con vehículos pequeños, se llevaban a puntos de recolección predeterminados; desde allí, con camiones pesados, eran trasladados a los grandes lugares de recolección. La recolección duró todo un día, pero, como el problema era tan serio y la respuesta comunitaria fue tan grande, se tardó casi 15 días en eliminar todo lo que había ido a parar a los puntos de recolección. Es cierto que, previamente, hubo un gran trabajo de comunicación, por los medios de difusión masiva, para lograr esa conducta comunitaria. Otro ejemplo, ya clásico, es el de Cuba. Allí las condiciones medioambientales siguen siendo difíciles: la infraestructura no es óptima y ofrece posibilidades para que anide el mosquito. Pero el programa cubano está basado en una sólida estructura de vigilancia y control del vector, con intenso trabajo de participación comunitaria; hay recursos humanos, equipamiento técnico, plaguicidas, ante una enfermedad que cada vez se reintroduce en los países, por los viajeros y el intercambio. En La Habana, durante el brote de 2001, se realizó un saneamiento masivo con la movilización de más de 500 camiones y participación de estudiantes, trabajadores, profesionales de todo el sector de la salud y, lo más importante, la comunidad organizada. Estos son ejemplos palpables que previnieron situaciones graves y muertes: si no hay mosquito, no hay dengue. Y ahora en la Argentina, en la provincia de Chaco –donde San Martín ejerció su asesoramiento–, se prevé un gran operativo de saneamiento, probablemente en uno de los primeros días de mayo. Hay que prepararlo, ya que requiere una logística que no está disponible en ningún organismo aislado: hay que sumar vehículos particulares, camioneros, empresas, la policía, el ejército, lo que sea: reunir todas las fuerzas, organizarlas y realizar esas acciones que son muy saludables no sólo respecto del dengue, sino de otras enfermedades como las transmitidas por roedores.

De todos modos, “aun sin llegar a acciones como éstas, cada uno en su casa puede eliminar los criaderos. Todo lo que se pueda sanear en la propia casa hay que hacerlo. Por lo menos, perforar los recipientes que pueda haber en el patio de modo que no acumulen agua. Las botellas plásticas son un problema importante. Hoy la cantidad de plástico en el ambiente es muy superior a la que había hace 15 o 20 años, y el reciclaje de ese plástico tarda muchos años, todavía no se sabe cuántos. Y hay criaderos que no se pueden tirar a la basura, como los tanques de agua domiciliarios, que se deben mantener bien tapados”. San Martín insistió: “No se trata de ‘colaboración’, sino de responsabilidad social: no se trata de ayudar, sino de reconocerse responsable y, entonces, actuar”.

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