SOCIEDAD › DETUVIERON AL DUEñO POR EL CRIMEN DE UNA PAREJA DE CIUDADANOS CHINOS
Las víctimas vivían en un entrepiso, arriba del comercio. Fueron asesinados a golpes de machete o cuchillo. El dueño, también de origen chino, es el principal sospechoso: las huellas de pisadas, con sangre, coinciden con las suyas.
Los empleados del supermercado chino en La Rotonda 1218, partido de Florencio Varela, notaron algo extraño ayer a la mañana cuando abrieron el local: del techo goteaba sangre. En el entrepiso del lugar yacían los cuerpos sin vida de una joven pareja, la del repositor y la cajera, ambos de nacionalidad china. Además de trabajar en el supermercado, vivían allí junto al dueño del comercio y otros dos ciudadanos orientales. Los habían apuñalado con tanta saña que perdieron un dedo cada uno tratando de protegerse del agresor o los agresores. El dueño del local fue detenido porque las pisadas ensangrentadas conducían a su cuarto, separado por una fina pared de durlock. Anoche en la comisaría de la zona, según pudo saber Página/12, el sospechoso esperaba a la fiscal acompañado por dos de sus hijos y traductores porque “no habla ni una palabra de español”.
Si bien en un primer momento los investigadores creyeron que era un crimen vinculado con alguna mafia o con un ajuste de cuentas, con el correr de las horas las hipótesis apuntaron a un tema pasional o personal contra las víctimas. La joven tenía 24 años y su pareja 27 y habrían entrado al país hace un mes. Según los forenses, fueron atacados entre las 22 y las 4 de ayer y habrían muerto desangrados, los habían degollado a ambos y además tenían decenas de heridas cortantes hechas con un arma blanca pesada como una cuchilla de carnicero, un hacha o machete. Hasta la noche de ayer, ninguno de estos elementos habían sido hallados en el lugar. Según los investigadores, las víctimas se llevaban mal con el dueño.
El supermercado está ubicado a cuatro cuadras de la ruta provincial 36, en la localidad de Bosques, partido de Florencio Varela, en la zona sur del conurbano. En la planta baja funciona el comercio y en el entrepiso hay una humilde vivienda separada en dos por una pared de durlock: de un lado vivía la pareja, del otro el dueño y dos personas más. Cuando llegaron los demás empleados vieron que se había formado una enorme mancha roja en el entrepiso hecho con tablas de madera. De allí caían las gotas de sangre que los motivaron a llamar a la policía.
Los oficiales de la comisaría cuarta encontraron el cuerpo del joven tirado sobre el colchón, mientras que el de la muchacha yacía en el piso justo al lado de la cama. Probablemente la mujer fue apuñalada mientras dormía, pero el joven pudo resistirse: en sus manos se encontraron restos de pelos y de piel que serán cotejados con el perfil genético de dueño del supermercado. Según comentaron fuentes de la Delegación Departamental de Investigaciones de Quilmes y los peritos de la Policía Científica, el o los asesinos atacaron con tanta saña y violencia que cada una de las víctimas presentaban como lesiones de defensa la amputación de un dedo: a una de ellas le cortaron un pulgar y a la otra un meñique cuando cubrieron sus cuerpos con las manos para protegerse.
En la escena del crimen, los peritos advirtieron que de las grandes manchas de sangre partían varias huellas plantares, algunas que se dirigían a la habitación del dueño del supermercado, era la única persona que había estado en el lugar y en el horario en que presuntamente se cometió el doble crimen. Luego, al ser indagado por la policía, el hombre dijo no haber escuchado nada ni sentir movimientos sospechosos mientras dormía. Sin embargo, son varias las circunstancias que incriminan al sospechoso: no hubo robo (de hecho, se encontraron celulares, dinero y objetos de valor), los accesos a la vivienda no habían sido violentados y una de las huellas plantares coincidiría con las de este hombre, de unos 50 años, que finalmente quedó detenido como principal sospechoso.
Dos voceros de la investigación dijeron que el comerciante no estaba en el supermercado al momento del hallazgo de los cuerpos, ya que había ido a atenderse a un centro asistencial de la zona, según él, por un problema de salud. El sospechoso quedó alojado en sede policial a disposición de la fiscal Clarisa Antonini, de la Unidad Funcional de Instrucción 1 descentralizada de Florencio Varela. Hoy, con la ayuda de sus hijos, prestará declaración ante Antonini. “Está hasta las manos –graficó alguien de la comisaría cuarta–, pero se lo ve muy tranquilo.”
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