SOCIEDAD › ESTELA DE CARLOTTO, PRESIDENTA DEL COMITé DE SEGUIMIENTO DE LA CONVENCIóN POR LOS DERECHOS DEL NIñO
“Si lo condenan, vamos a salvar a muchos chicos”, dice la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, en el final del juicio por diecisiete casos de abuso sexual contra el sacerdote. Grassi dirá hoy sus últimas palabras al tribunal, antes de la sentencia.
› Por Carlos Rodríguez
“Si en un juicio se consigue justicia, eso nomás sirve muchísimo para una sociedad que descree de tantas cosas. Si se llega, por fin, a la condena de una persona abominable, eso sirve para dignificar a la Justicia y gratifica a la gente.” Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo y del Comité de Seguimiento de la Convención por los Derechos del Niño, expresó así su opinión acerca de cómo debería cerrar el juicio por abuso sexual y corrupción de menores que se sigue contra el cura Julio César Grassi. “Una condena fuerte, como la que se está pidiendo para los crímenes que ha cometido este cura, va a ser muy gratificante, porque se van a poner las cosas en su lugar. Siempre que hay justicia, eso es beneficioso para la sociedad.” En una entrevista con Página/12, Carlotto y la directora ejecutiva del Comité, Nora Schulman, se refirieron a la inminente sentencia en el proceso que se inició en octubre de 2002 y que entró en su etapa final en el Tribunal Oral 1 de Morón.
Schulman, por su parte, aseguró que una condena de Grassi –para quien la fiscalía pidió 30 años de cárcel y uno de los querellantes 37– “también va a servir para hacer una reparación a las víctimas. La única forma de que estos chicos sientan que han sido escuchados va a tener que ver con esto, con una condena y con la reparación que significa, para ellos, decir: ‘Nos creyeron’. Después de declarar en el juicio para acusar al cura, los tres salieron llorando, pero diciendo: ‘Ahora estamos más aliviados y no tenemos miedo’”.
Hoy, en el juicio, Grassi pronunciará sus últimas palabras y después se entrará en un receso de varios días hasta que el tribunal anuncie la sentencia.
Las que siguen son las respuestas de Estela de Carlotto durante la entrevista.
–¿Que visión tenía del cura Grassi antes de las denuncias en su contra?
–Tenía una mala impresión de él, sin elementos de prueba. En Abuelas nunca exhibimos a los chicos. Este cura, en cambio, exhibió tanto a esos chicos en los medios televisivos... Los chiquitos aparecían aferrados a él, besuqueándolo. Era una puesta en escena de algo que está prohibido, porque no se puede exhibir a los chicos. La cosa no pasa por mostrarlos. Hay que hacer algo por esos chicos, no utilizarlos. Nunca me cayó simpático.
–¿Cómo vivieron el largo proceso del juicio contra Grassi?
–Fue muy complicado. No era fácil entrar en un terreno donde se sabe que la propia Iglesia cubre estos delitos, no acá, en la Argentina, sino en todo el mundo. Por eso el Papa (Benedicto XVI) tiene que recorrer el mundo entero pidiendo perdón por los pedófilos. ¿Quién no sabe de estos curas que transgreden el cristianismo que predican?
–Era un terreno minado y con chicos de por medio.
–Lo más doloroso lo tuvieron que pasar las tres víctimas que han decidido dar testimonio de lo que les ha tocado vivir. Lo tuvieron guardado muchos años, es un trauma que no van a olvidar en toda su vida. Lo podrán superar, lo están superando, pero no lo van a poder olvidar nunca. Además, tuvieron que soportar los agravios de los abogados de este facineroso.
–¿Cómo está ahora, cuando el cierre del juicio es tan cercano?
–Con la convicción de que estamos en el camino de la verdad. De otra manera, no hubiéramos hecho ninguna acusación. También tenemos confianza en la Justicia, que es lenta y es a veces injusta, pero es la que tenemos. Hemos dado todo lo que teníamos para que el juicio culmine con la condena de un personaje que se está defendiendo con muchas mentiras. Lo que más me rebela, en lo personal, es esa cara impávida que muestra el cura Gra-ssi diciendo que es una víctima, mientras ofrece todos sus dolores al mismo Cristo al que está traicionando. Grassi es un personaje siniestro y cuando se lo condene, espero que sea con todo el peso de la ley. Creo que vamos a salvar a muchos chicos que seguramente él pretendía seguir agraviando.
–Grassi sigue diciendo que esto fue una confabulación, un complot. ¿Cree que se han reunido los elementos de prueba necesarios para la condena?
–Están todos los elementos. Están las víctimas, que han declarado con total coherencia y veracidad. Es muy penoso revelar algo tan secreto como es la violación de un niño. Esto va a producir un escarmiento y una tranquilidad para que esta fundación, que tiene que seguir su camino, pero en otras manos, empiece a dar cobertura a los chicos para ayudarlos. Acá se maneja mucho dinero y se vivía de tapar la verdad con una visión idílica. Ahora hay una nueva denuncia contra el cura (en el Hogar San José de Chacarita), que no la hicimos nosotros sino la propia Iglesia.
–¿Cómo es posible que los jueces que envían a los chicos a un instituto no hagan un seguimiento sobre cómo son tratados en ese lugar? En el caso del Hogar San José, el que hizo la denuncia fue un obispo, a cargo de una escuela donde un chico de 8 años quiso suicidarse.
–Yo he sido docente y directora de una escuela en La Plata donde recibíamos a chiquitos que venían de un instituto y que llegaban con las orejas arrancadas, con heridas y golpes de los celadores. Nunca se investigaba nada y las denuncias iban al canasto. Los institutos de menores siempre han sido un negocio para los que los regentean. Desde el Comité, estamos trabajando para que los chicos no sean judicializados.
–Se quiere endurecer la legislación para los menores.
–Cuando se habla de bajar la edad de imputabilidad se nos paran los pelos, porque se están cargando más culpas sobre las víctimas. Hay una ley mejor en la provincia de Buenos Aires, pero no la ponen en práctica porque no hay gente para poder aplicarla. Por eso, los chicos que delinquen son llevados a las comisarías, al mismo calabozo en el que están los adultos, que muchas veces los violan. A veces los sueltan, en medio del campo, porque no los quieren tener en ningún lado.
En este punto intervino Nora Schulman para señalar que “hay que trabajar con grupos familiares” porque “no hay mejor lugar para la crianza de un chico que la familia: su propia familia o familias solidarias que puedan criar a uno o dos chiquitos, con el apoyo del Estado”. Afirmó que a veces el juez “lo colocó al chico en un instituto y se olvidó; después las familias los buscan y no los encuentran. Hay un montón de chicos buscados por su familia que están en instituciones y nadie sabe que están ahí”. “Raúl Portal (directivo de la fundación) dice, con una desfachatez total, ‘hemos perdido 1500 chicos’. Yo le contesto que la sociedad ha ganado 1500 chicos que han salido de ese lugar que es peligroso para ellos”, sostuvo Schulman. Por su parte, De Carlotto estimó que el Estado paga “alrededor de 3 mil pesos por cada chico para que esté maltratado, en un instituto. Si esos tres mil pesos se distribuyeran, dos mil para la familia y mil para una asistente social para esa familia, se daría trabajo con mil pesos, por unas horas, a miles de personas. Y con los dos mil pesos, la familia, con control y la educación necesaria, solucionaría en forma rápida el problema”.
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