SOCIEDAD › INVOLUCRAN A TRES MIEMBROS DE LA 12 Y A UN EMPRESARIO EN EL DOBLE HOMICIDIO DE UNICENTER
Un fiscal pidió la detención de tres ex barrabravas de Boca y un empresario ligado a Sebastián Forza. El juez rechazó los pedidos, pero allanó 12 domicilios y secuestró elementos de prueba, entre ellos una pistola igual a la usada en el crimen de los colombianos.
› Por Raúl Kollmann
La hipótesis central del doble asesinato de Unicenter es que, en el marco de una guerra entre paramilitares-narcotraficantes colombianos, desde una organización de sicarios, conocida como La Oficina de Envigado, se contrató a asesinos argentinos para que ejecuten a Héctor Duque Ceballos, alias “Monoteto”, y a Jorge Quintero Gartner, dos ex paramilitares que integraban las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y estaban refugiados en la Argentina. La hipótesis de los investigadores sugiere que la mano de obra para el doble crimen del shopping habrían estado a cargo de dos ex barrabravas de Boca. Con esa premisa, el fiscal de San Isidro, Diego Grau, pidió las detenciones de Jorge “El Zurdo” Moreyra y Víctor “El Pelado” Ovejero, del empresario Martín Magallanes y un ex jefe de la 12, “El Uruguayo” Richard Laluz Fernández. El juez rechazó los pedidos pero concretó 12 allanamientos, entre ellos, en los domicilios de los cuatro imputados. En una de las viviendas se encontró una pistola calibre 40 que será peritada para determinar si fue la usada en Unicenter.
En la noche del 24 de julio de 2008, hace casi un año, tres colombianos llegaron a Unicenter en un Volkswagen Vento. Dos asesinos a sueldo se acercaron cuando los extranjeros bajaban del vehículo y fusilaron a dos de ellos usando pistolas calibre 40. El único sobreviviente, Julio Andrés Jiménez Jaramillo, fue –según parece– una especie de entregador ya que pocos minutos después recibió un mensaje de texto en el que decía: “Los vi en la tele, están muertos”. El mensaje había sido enviado por una mujer, Liliana Falcón, detenida luego por su intervención en un envío de 900 kilos de cocaína disimulados en un embarque de madera. Jiménez Jaramillo, a quien no se acusó de nada, ya se fue de la Argentina.
En su momento, Página/12 publicó, en exclusiva, la trama del doble homicidio. “Monoteto” era integrante de las AUC y lugarteniente de Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, un sujeto que estaba preso en la cárcel de Itaguí, cerca de Medellín, y luego fue extraditado a Estados Unidos. “Monoteto” manejaba cuestiones de dinero y tres haciendas en la zona de Medellín. Según parece, “Monoteto” traicionó a Macaco y éste lo mandó a matar. Primero lo hizo buscar en Venezuela, luego en Brasil y finalmente lo localizaron en la Argentina. En la vivienda que ocupaba en el momento del asesinato, en el country Ayres del Pilar, la policía encontró credenciales militares colombianas, confirmando que el hombre venía de los llamados paras.
La hipótesis de la investigación parecía bastante inverosímil. Todo indicaba que los ejecutores de los colombianos eran también colombianos. Crímenes de ese tipo –dos sujetos en moto ejecutando a dos personas en un lugar público– tenían escasos antecedentes en la Argentina. “Esto que pasó no es tan descabellado –le dijo a este diario una fuente de la investigación–. No es sencillo que extranjeros vengan al país a ejecutar a otros extranjeros. Se necesita cierta logística, conocimiento de los movimientos policiales, viviendas, autos. De manera que tiene lógica que el crimen haya sido encargado a sujetos argentinos. Y esto es lo que ocurrió en este caso. La mano de obra provino de hombres del submundo que están ligados a la droga, al robo y a la violencia en el fútbol.”
La oleada de allanamientos de ayer fue autorizada por el juez de Garantías de San Isidro, Esteban Rosignoli, y abarcó los domicilios de El Zurdo, El Pelado, Magallanes y El Uruguayo. Este último es el único que está detenido, por un robo calificado cometido en 2004, pero los demás seguían anoche en libertad ya que el juez Rosignoli es bastante rígido en cuanto a las pruebas necesarias para ordenar una detención. “Los lugares allanados llaman la atención –reiteró la fuente consultada por Página/12–. De afuera parecen viviendas sin lujo, más bien comunes, pero adentro había camionetas y vehículos que no bajan de los cien mil pesos. En general, se vio un poder económico muy desparejo con el grado de instrucción o la ocupación de los sospechosos.”
En el paciente trabajo realizado por Grau se sumaron evidencias de importancia. Los entrecruzamientos telefónicos demostraron que El Zurdo y El Pelado estaban en Unicenter en el momento de concretarse el doble crimen de los colombianos y, según parece, también se habría verificado su presencia en el shopping a través de las imágenes de las cámaras de seguridad. En fuentes judiciales afirman que a todo eso se suman las declaraciones de un par de testigos de identidad reservada.
Un dato de importancia es que Martín Magallanes aparece también relacionado con Sebastián Forza, que junto con Damián Ferrón y Leopoldo Bina fueron asesinados en General Rodríguez en agosto de 2008. Magallanes armó una sociedad con Forza, Seacamp, y quienes conocen el expediente afirman que era quien financiaba operaciones. Por supuesto que la efedrina aparecía en el centro de la escena. Magallanes también tiene otro vínculo llamativo: fue socio de Ariel Vilán en Unifarma. Vilán se suicidó arrojándose al vacío desde un noveno piso a los pocos días de ocurrido el triple crimen de General Rodríguez. Ayer, el fiscal Grau entró en la vivienda de Magallanes en el country La Barra Village, de Escobar, donde se secuestraron computadoras y documentación. También la fiscalía incursionó en la empresa de Magallanes, Unifarma.
La Oficina de Envigado es considerada en Colombia la mayor organización de sicarios, es decir, una organización especialmente dedicada a homicidios, venganzas, ajustes de cuentas. Se habla de que concretó más de 800 asesinatos sólo en el último año. Sus sucesivos jefes fueron extraditados a Estados Unidos o detenidos por las autoridades colombianas, pero la impresión es que aún subsiste con nuevos cabecillas. En 2008, cuando se cometieron los crímenes de Buenos Aires, la organización estaba en plena actividad.
En realidad, la Oficina de Envigado remite a la época en que estaba preso el líder del narcotráfico colombiano, Pablo Escobar Gaviria. Justamente se lo alojó en la cárcel conocida como La Catedral, en Envigado. Algunos sostienen que la Oficina se creó en ese momento y tenía como principal actividad cobrar tributos por seguridad y protección en la zona. Escobar acusó por insubordinación a algunos de sus lugartenientes, entre ellos un tal Don Berna, que terminó quedándose al mando de la Oficina cuando las fuerzas de seguridad mataron a Escobar. Junto a Don Berna actuaba en la Oficina otro sujeto, Macaco, quien habría ordenado el doble crimen.
Lo curioso es que esos jefes de 2008 están ahora todos presos y buena parte de ellos en cárceles de Estados Unidos. En Colombia dicen que la debacle se produjo por una debilidad: todos los líderes de la Oficina solían confiar en brujos y videntes, a los que consultaban en forma permanente. El trabajo policial sobre esos adivinadores fue la clave para detenerlos. Pero antes de eso, según dice el fiscal, vino desde allá una orden para contratar aquí el doble crimen de Unicenter. Y la mano de obra –según la investigación– fue argentina y futbolera.
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