SOCIEDAD › CALLEJEROS TOCO EN OLAVARRIA A DIAS DEL FALLO POR CROMAÑON
Hubo una atmósfera extraña en el enorme club donde tocaron. Y casi ni llegan: un grupo de padres local logró demorar la habilitación hasta el último minuto, lo que se logró cortando “salidas de emergencia” en el alambrado.
Olavarría ya sabe de recitales con alto perfil: en 1997, el intendente levantó polvareda prohibiendo un recital de Los Redonditos de Ricota que tomaría alta repercusión. Allí fue donde Callejeros vivió anoche lo que tal vez sean las dos mejores horas de sus últimos tiempos, presentándose ante casi quince mil personas. Y lo hizo cuando faltan apenas días para la sentencia del caso Cromañón y al cabo de una semana particularmente convulsionada. La habilitación del lugar donde se realizó el recital se confirmó casi a última hora y con la condición de realizar unas aberturas en los alambrados “para que haya salidas de emergencia”. Fue porque un grupo de padres le envió una carta al intendente. José Eseverri, el intendente, también recibió de los padres el reclamo sobre el control del personal de seguridad de la banda. Lo veían “no idóneo, no registrado y sin ninguna capacitación en caso de siniestros”.
Mientras tocaban en Olavarría, en la Capital se mantenía la campaña en la vía pública. Una importante cantidad de fans se organizó a través del foro oficial de la banda para pegar carteles de “Callejeros inocentes. No nos cuenten Cromañón, nosotros lo vivimos”. La firma de los carteles es “lista de sobrevivientes”, en la que figuran también familiares relacionados no sólo con los músicos sino también con “Rocandoles argentinos”, algo así como la licenciataria oficial del merchandising del grupo de Villa Celina. También programaron para el día de la sentencia un “banderazo” frente a Tribunales bajo la consigna “No incentivaban la pirotecnia, no coimearon, no cerraron la puerta. ¿Culpables de qué?” Para financiarse, pusieron a la venta una rifa de discos, postres y remeras.
En Olavarría, las casi dos horas de show mostraron una atmósfera casi de despedida. No fue uno más entre los 19 recitales que ofrecieron con la causa en curso, todos en Interior por la imposibilidad de tocar en la Capital Federal. La banda repasó sus cinco discos de estudio de manera casi ininterrumpida, de la mano de un poco locuaz Fontanet que apenas dedicó unas palabras a los invitados de ocasión. También ironizó sobre la prohibición del ingreso a la prensa pidiendo “disculpas a los periodistas que no pudieron entrar”. El recital transcurrió en un clima apacible, donde banda y público parecieron contenidos por el particular momento que les toca atravesar. Micros particulares de diversos lugares del país confluyeron en las inmediaciones del inmenso Club Estudiantes (sesenta manzanas). Callejeros tocó en un predio al aire libre mayor que el originalmente dispuesto, una mudanza claramente forzada por la rápida venta de entradas.
Con una querella rechazada en donde se manifestaban damnificados y con la posibilidad de un regreso en Vélez frustrado por presión de familiares, a la banda se le hizo costumbre tomar decisiones generadoras de polémicas. Se ganaron enemigos hasta íntimos: el guitarrista Maximiliano Djerfy (ver aparte) se fue del grupo revelando intimidades de la estrategia de defensa, de la que intentaba despegarse. También terminó la relación con el manager Diego Argañaraz, el único detenido. Cambiaron abogados defensores, cortaron acuerdos comerciales previos y cerraron filas cada vez más. A veces, desprolijamente: el año pasado salió un libro, Callejeros en primera persona, que pretendió ser la versión de la banda sobre Cromañón y terminó siendo desacreditado de plano por medio de un comunicado en la página oficial. Ese hermetismo que Callejeros fue macerando durante estos tiempos se trasladó a un recital donde la propuesta fue, justamente, abstraerse de todo lo que sucede puertas afueras.
Tal vez el dolor fue lo que los encegueció en una defensa casi suicida que, si no los condena penalmente, al menos ya lo hizo públicamente. El crédito del grupo quedó reducido a sus seguidores incondicionales y a un puñado de bandas que de alguna u otra forma trataron de mostrarse cercanas. Entre ellas, Jóvenes Pordioseros, un ya desaparecido grupo que protagonizó una circunstancia similar cuando, en pleno recital, se prendió fuego un mediasombra. Sucedió en el mismo Cromañón unos meses antes del incendio final, pero nadie reparó en la advertencia.
En la misma sala de audiencias del Palacio de Tribunales donde transcurrió el juicio a las juntas militares se desarrolló la causa Cromañón. A un año de las primeras audiencias, los quince acusados volverán a compartir la primera fila para esperar la sentencia.
El Tribunal Oral y Criminal 24 que entiende en la causa autorizó el ingreso de fotógrafos a Cromañón. Las imágenes que se vieron esta semana son el retrato mismo del horror. En el piso, las toneladas de zapatillas conviven con banderas de todo tipo. Huellas de dedos y de caras aparecen por las paredes marcadas por el hollín. Todo estaba en su lugar, hasta la escenografía de Callejeros.
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