Vie 21.08.2009

SOCIEDAD  › QUE FUNDAMENTAN LOS JUECES PARA CONDENAR A ARGAÑARAZ Y ABSOLVER A CALLEJEROS

El manager y los Callejeros

Diego Argañaraz fue el único contacto de la banda con Chabán. Contrataba, distribuía, cobraba, repartía, decidía, deducía para coimas y organizaba los shows. Nadie, según los jueces, probó que los músicos hicieran otra cosa que subir al escenario y tocar.

› Por Horacio Cecchi

Por qué los músicos de Callejeros y el escenógrafo no recibieron la misma condena que el manager del grupo, Diego Argañaraz. O por qué Argañaraz recibió una condena tan fuerte, 18 años, y el resto del grupo Callejeros resultó absuelto. En acuerdo o diferencia con el fallo del Tribunal Oral 24, lo cierto es que los jueces realizaron un pormenorizado análisis de las pruebas que ocupa una parte muy importante de las 2451 páginas del fallo emitido el miércoles 19. La idea central que dividió las aguas entre culpables e inocentes fue la responsabilidad de la tarea de organización del show y la capacidad de control de la seguridad. En ese aspecto resulta sugerente el fallo, cuando describe que mientras Argañaraz recorría el establecimiento, el resto del grupo permanecía en el hotel y hacía ejercicios de respiración, antes de entrar a los camarines. Los jueces separaron: “manager por un lado, músicos y escenógrafo por otro, con funciones específicas cada uno”.

Pero quizás el impacto más fuerte surja de las propias filas de los acusados que, pese a la horizontalidad expresada del grupo, también dividieron aguas, mucho antes de la Noche Trágica. En el folio 1888 los jueces citan un antecedente inequívoco de la división de tareas: “Se trata –explica el fallo– de la revista Arde rock & roll, del mes de julio de 2003, donde Patricio Fontanet dijo ‘... En organización mejoramos un montón. Yo no me preocupo por la escenografía, así como no me preocupo por la seguridad, yo sé que Diego va a cumplir con eso y hay un laburo metódico’”.

A lo largo de los fundamentos, los jueces Marcelo Alvero, María Cecilia Maiza y Raúl Llanos consideraron como central para determinar la responsabilidad sobre las víctima en quién o quiénes residió la organización del show, los garantes, los denominaron, y luego partieron a demostrar quiénes ocuparon ese rol.

En principio consideraron probado, en una apretada síntesis, que:

- Junto con Chabán, Argañaraz organizó el show.

- Era el único referente del grupo que hablaba con Chabán.

- Se encargaba de pedir el sonido, fletes, contratar el alojamiento del grupo.

- Arreglaba con Chabán la cantidad de entradas a vender.

- Convocaba a los expendedores de boleterías.

- Recibía la recaudación de la que deducía los gastos.

- En los gastos incluía la coima policial.

- Además de los empleados de Chabán para la seguridad del local, Argañaraz se encargaba de convocar a Lorenzo Bussi, que organizaba el grupo de seguridad de Callejeros, y le indicaba para cada show cuántos integrantes precisaría.

- Contrataba a un grupo para rescates de emergencia, inexpertos para esa tarea según los jueces.

Es interesante la comparación que realiza el tribunal con los miembros de equipos especiales de socorristas de la Cruz Roja. Según si el espectáculo se realizara con contrato legal e interviniera una productora que exigía cumplimiento de leyes y ordenanzas, o si se realizaba un arreglo en negro, Argañaraz contrataba a un equipo de la Cruz Roja o a un grupo de amigos a quienes pagaba someros 40 pesos por noche como salvaguardia de la salud de sus fans. En Cromañón todo se manejaba en negro. No se realizaron contratos de ningún tipo. “Lo importante era ahorrar costos”, sostienen los jueces.

Pero es el folio 1881 donde la opinión de los jueces queda absolutamente transparentada. Es cuando citan el testimonio de Omar Calvani, voluntario de la Cruz Roja y director de socorro del hospital de Vicente López. Calvani había declarado que “le advirtió a Diego Argañaraz de la incompetencia de esta gente y recibió como respuesta ‘dejá que se ganen el mango’”. En la comparación de los costos entre lo que representaba la contratación de uno y otro grupo se notaba el porqué de la diferencia. “Reducir costos, obtener más ganancias –dicen los jueces–. Así cuidaba Diego Marcelo Argañaraz al público de Callejeros.”

Ninguna de estas situaciones lograron ser probadas para el resto del grupo. Incluso, a la mentada horizontalidad del grupo, que fue parte del fundamento para acusar a todos por igual (según las querellas), los jueces respondieron que era inexistente o se trató de una estrategia defensista que a medida que avanzó el juicio comenzó a mostrar sus grietas, con la separación de abogados, el distanciamiento de Maximiliano Djerfy del resto. “Que todos participan no impide señalar que existían tareas diferenciadas dentro del grupo”, sostienen los jueces.

De hecho, aunque discursivamente las defensas apelaron a la horizontalidad, en sus declaraciones los propios músicos se hicieron cargo de sus propias tareas. El propio Pato Fontanet expresó que “la noche del suceso llegó al escenario creyendo que todo estaba en condiciones”. Las diferencias, según el criterio de los jueces, estaban probadas.

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