SOCIEDAD › ENCUESTA SOBRE SEXUALIDAD EN UNA ESCUELA MEDIA CORDOBESA
Las 80 preguntas que se hicieron a chicos de 12 a 17 años surgieron de charlas que los docentes habían tenido con estudiantes. Pero cuando llegaron a las casas, escandalizaron a algunos padres. El Ministerio de Educación anuló la encuesta.
› Por Soledad Vallejos
Una “atrocidad”, algo “diabólico, muy trágico” producto de “una mente enferma” que busca “pervertir a los chicos” y empieza “despertando la picardía, la curiosidad”. Así de escandalizados recibieron algunos padres y algunas madres de adolescentes cordobeses la encuesta sobre sexualidad que sus hijos debieron completar en el IPEM 136 Alfredo Palacios, de Villa Bustos. El horror se desató al trascender la redacción de algunas de las 80 preguntas del sondeo de diagnóstico (ver aparte), que en realidad retomaban creencias expresadas por los chicos en una serie de charlas previas.
“No esperábamos todo esto, y replantearemos la encuesta, pero este proyecto tiene que salir. Los chicos necesitan información”, dijo a Página/12 Marcela Alonso, directora de la escuela, a poco de finalizada la reunión que mantuvo con la secretaria de Educación provincial Delia Provinciali. Poco antes, tras la reunión que la funcionaria mantuvo con un grupo de siete madres y un padre que reclamaban la dimisión de la directora, fuentes del ministerio afirmaron a este diario que el área “avala lo que ha hecho la escuela”. Sin embargo, resolvieron no continuar con la encuesta.
Como método de presión para señalar su descontento, esas madres y ese padre habían anunciado que sus hijos no volverían a clases hasta que Alonso fuera removida. Sin embargo, desde la escuela confiaron a este diario que las inasistencias de martes y lunes no superaron el promedio de un día cualquiera, alrededor de cinco, seis alumnos por curso.
El descontento de los padres comenzó a gestarse el viernes, a medida que los 590 alumnos de la escuela de Villa Bustos, un barrio humilde de la capital cordobesa, contaban en sus casas la encuesta que habían debido responder en el aula. Garantizándoles el anonimato –aun cuando se solicitaban datos que permitían trazar un perfil del alumno–, se les había requerido que contestaran 80 preguntas que referían tanto a creencias y mitos populares como errores de información; el formulario había sido distribuido a todos los alumnos, chicos y chicas de entre 12 y 17 años.
“Antes se había realizado un taller con los docentes, y ellos después decidieron implementar esta encuesta, para tomar algún tipo de universo sobre el cual trabajar a la hora de implementar la ley de educación sexual”, explicó a Página/12 Alonso, quien agregó que el sondeo procuraba operar como “diagnóstico, que permitiera saber hacia dónde trabajar”.
Sin embargo, en algunos hogares no fue bien recibida la noticia de que los chicos habían debido responder sobre sexualidad. Con los medios de comunicación desde temprano en la puerta de la escuela, algunos padres y madres no escatimaron detalles para describir su malestar. “Soy mamá de diez hijos y esto es diabólico, muy trágico. Solamente una mente enferma puede darle esta encuesta a una nena de 12 años como mi hija”, arremetió Alejandra Acosta, quien definió a la compulsa como “una atrocidad”. “Somos pobres y discriminados. Pero enviamos a nuestros hijos a la escuela para que se eduquen. Mi hija me contó que le dijeron que la iban a expulsar porque no sabía contestar una pregunta. Ella todavía no es señorita”, agregó.
Otra madre, Miriam Ludueña, refirió que su hijo, de 16 años, aseguró que no sólo lo habían incitado a masturbarse sino también a medirse el pene luego. “Querrán que los chicos experimenten. Es una falta de respeto. Les están despertando la picardía, la curiosidad”, acotó Livio Peralta, padre de otro alumno. Sólo Ana María, abuela de una chica de 12 que está a su cargo, señaló una leve disidencia, no tanto de perspectiva como de método: “Deberían habernos dado una clase a nosotros para que sepamos. Ahora ellos saben más que nosotros”.
Ante el desconcierto y la alarma, señaló la directora a este diario, “los padres no habían venido a la escuela a hablar con nosotros, directamente fueron al ministerio”. La excepción había sido la de “uno de los padres (que) había venido a la escuela a pedir la encuesta para leerla y compartirla con otros padres”, aclaró Alonso, en referencia a Ramón Medina, quien de todas maneras manifestó su desacuerdo con el contenido del sondeo.
Voceros del Ministerio de Educación provincial señalaron a este diario que la única falencia del proceso, en realidad, residió en que los padres no fueron convocados previamente a la realización de la encuesta. “Se trató de un cuestionario que hizo el jefe del gabinete psicopedagógico, con asesoramiento de médicos y psicólogos del hospital Rawson, en base a lo que los propios chicos habían contado. El ministerio avala lo que ha hecho la escuela, porque acá hay una ley de educación integral que es del 2006 y debe implementarse. Es fundamental para los estudiantes. El único error fue no haber hablado con los padres antes, porque la ley indica que la manera de abordar la educación sexual debe ser decidida por consenso.”
El candor de los chicos y las chicas fue, de todos los argumentos esgrimidos por padres y madres, el favorito, en los casos de los más pequeños. “No entendían lo que les pedían”, afirmó Mónica Valdivia, madre de una chica de 12 años. “Esto no es educación sexual, buscan pervertir a los chicos. No son preguntas adecuadas y sólo pueden hacerlas mentes enfermas”, rabió Acosta, la mujer alarmada porque sus diez hijos podían recibir la encuesta. Sin embargo, la directora de la escuela refirió un panorama distinto. “En la escuela tenemos muchos casos de chicas embarazadas. Este tema lo tenemos que tratar. En el contexto de la escuela, hay muchos chicos que están necesitando estos contenidos.”
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