El miércoles murió, a los 91 años, Pedro Elías Zadunaisky, seguramente el más importante matemático argentino en el terreno de la mecánica celeste. Cuando alguien muere a esa edad, y no dejó de trabajar, investigar, crear hasta el último día, es natural que tenga un currículum notablemente extenso: becas Guggenheim (tres veces), cálculo de trayectorias de planetas, planetoides, cometas. Y además, alumno del gran Beppo Levi, empujado hasta estas costas por el fascismo italiano. Y también, como era de esperar, víctima de los sucesivos palazos fascistas y fascistoides locales. Era un gran matemático aplicado (a la mecánica celeste) y un avanzado de la era de la computadora y, como tal, tenía un pensamiento matemático heurístico, empírico, en el que el rigor era la segunda instancia, la que confirma o modifica. Sin duda, en la ciencia argentina, fue un grande. Pero además, y cosa que no se dijo mucho, era un hombre de una cultura vastísima, que abarcaba la literatura, la música, el cine, el teatro y el fútbol (fue un jugador de cierta importancia en su Rosario natal). Y de un sentido del humor sutil y decisivo. Nada humano le era ajeno. Y nada celeste: un asteroide, el 4617, lleva su nombre y gira y gira en su homenaje.
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