SOCIEDAD › EL MINISTRO DE AGRICULTURA CON EL MOVIMIENTO CAMPESINO INDíGENA
Julián Domínguez se reunió en Santiago del Estero con el movimiento campesino más importante del país. Es la primera vez que un ministro lo visita. Escuchó sus reclamos y recibió propuestas para impulsar la soberanía alimentaria y fortalecer al campesinado.
› Por Darío Aranda
Quimilí es una localidad santiagueña de casas bajas, historia agraria y epicentro de las luchas rurales de los últimos veinte años, protagonizadas por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina). Ubicada a 250 kilómetros de la capital provincial, a las afueras de la ciudad sobresale una casona campesina extensa, de veinte metros de largo y diez de ancho, galería a sus cuatro lados y una bandera roja, blanca y celeste que da la bienvenida: “Soberanía alimentaria y reforma agraria integral”. Es una de las históricas centrales del Mocase y también una de las 59 centrales del indómito Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). En una inusual medida, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, visitó el lugar, escuchó a hombres y mujeres que luchan contra los agronegocios y recibió un completo programa para el fortalecimiento y desarrollo del campesinado, propuestas concretas nacidas en talleres y asambleas campesinas, iniciativas para aumentar la producción rural, impulsar la soberanía alimentaria, frenar los desalojos y fortalecer la estructura agraria del país partiendo de las familias que trabajan la tierra. Es la primera vez que un funcionario nacional de primera línea visita una organización campesina autónoma, crítica a los agronegocios y distante del Gobierno.
El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) es la mayor experiencia organizativa rural luego de las Ligas Agrarias de la década del ’70. Presente en diez provincias, nuclea a 15.000 familias que viven de lo que producen, resisten el avance de empresarios sojeros, frenan desmontes, son el blanco de represiones y construyen un modelo agrario lejano a la soja y la concentración de tierras en pocas manos. Su forma de construcción autónoma del sector político le valió ser omitidos por los distintos gobiernos nacionales y también por los provinciales.
El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, sabía qué organización encontraría el lunes pasado en Quimilí. El 16 de septiembre pasado, el MNCI se movilizó en el Día Mundial de la Soberanía Alimentaria. Viajaron desde las diez provincias hasta la ciudad de Buenos aires y realizaron un acampe frente al Ministerio de Agricultura. Fueron recibidos por Domínguez y allí nació la posibilidad de visitar Santiago del Estero.
A las 19.15 descendió en el aeroclub local y fue directo a la sede local del MNCI. Lo acompañaron el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el subsecretario de Agricultura Familiar, Guillermo Martini; y el ministro de la Producción de Santiago, Luis Gelid.
Recorrieron la radio comunitaria, la carpintería del Movimiento, el centro de clases de informática y la Escuela de Agroecología. También visitó los galpones de acopio y la carnicería comunitaria.
Ya de noche se proyectaron la historia y las acciones del MNCI, tanto las represiones como las luchas y logros, la forma de producción sustentable, las cadenas agroalimentarias, los mercados locales de venta, las redes de distribución y los espacios de educación.
No faltaron menciones a las crisis alimentaria, el calentamiento global, los desmontes y la concentración en las ciudades. Y se explicitó la necesidad de un cambio de paradigma de los gobiernos, que deben trabajar con organizaciones autónomas, con agendas de trabajo concretas y metas palpables.
Luego de dos horas de presentación del MNCI, el ministro tomó el micrófono. Señaló que había estado con la Presidenta, que ésta mandaba su saludo fraternal, conocía la labor dura de los hombres y mujeres de campo, y que apoyaba el futuro trabajo de la cartera agraria junto al Movimiento Campesino Indígena. Domínguez confesó que durante el viaje en avión confirmó el retroceso del bosque nativo, afirmó que hay que comenzar a romper el poder de las corporaciones trasnacionales del agro y se debe apoyar a la organización del pueblo y los movimientos rurales. Se llevó todas las propuestas campesinas y prometió analizarlas en detalle.
Pérez Esquivel recordó que las industrias extractivas están destruyendo el país y recordó que la construcción internacional de la Vía Campesina es un freno a ese avance depredador.
Domínguez anunció que el próximo mes convocará a una mesa nacional de desarrollo rural, donde estarán todos los actores del sector para diseñar un plan agrario de mediano y largo plazo. Invitó al MNCI a que ocupe una silla en ese espacio y aseguró que el ministerio comenzará a trabajar junto a la organización. Mirta Zulema Coronel, una campesina de manos curtidas y piel color tierra, fue quien de modo amable pero llano expresó el sentir del MNCI: “Es la primera vez que viene un ministro. Le agradecemos y claro que podremos trabajar juntos. Hace veinte años que resistimos y no dejaremos de luchar. Sabemos hacer respetar nuestros derechos y seguiremos defendiendo la vida campesina indígena”.
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