SOCIEDAD › POSICIONES, DISCUSIONES, RESISTENCIAS Y APOYOS AL CASAMIENTO GAY
Reformar el Código Civil es la piedra en el camino en un Congreso que muestra mucha menos resistencia a una unión civil ampliada. El tema no se va a tratar en ordinarias, y en los bloques ya se notan grupos a favor y en contra. Votos posibles y quiénes impulsan el proyecto de cambio.
› Por Emilio Ruchansky
El anuncio causó decepción entre quienes buscan sancionar el proyecto de ley que permite el casamiento entre personas del mismo sexo. Agustín Rossi, jefe de la bancada kirchnerista en la Cámara de Diputados, aseguró que el tema no se tratará en las sesiones ordinarias, que terminan a fin de mes. Por esos días, la Presidenta y su par chilena, Michelle Bachelet, viajarán al Vaticano a conmemorar los 25 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad, que frenó un conflicto bélico entre ambos países. No arruinarle la foto, dicen entre los kirchneristas que promueven la iniciativa, era la única forma de negociar que el Gobierno, como también anunció Rossi, solicite que esta reforma del Código Civil se discuta en las sesiones extraordinarias de diciembre, si hay consenso en las filas K.
Página/12 charló con legisladores de varios partidos y algunos admitieron que sus pares sólo están dispuestos a aprobar una unión civil más completa con tal de no enfrentar a la Iglesia y sus fieles. La semana pasada, la discusión por el matrimonio entre personas del mismo sexo tuvo su momento culminante cuando apareció un fallo de la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, que declaró inconstitucionales los artículos 172 y 188 del Código Civil por encontrarlos discriminatorios. Son los mismos artículos que busca modificar el proyecto de las diputadas Silvia Augsburger y Vilma Ibarra, donde se sustituyen las palabras “hombre y mujer” por el término “contrayentes”.
El fallo de la jueza Gabriela Seijas permitió que dos activistas por la diversidad sexual y la lucha contra el sida –son portadores de HIV– pudieran sacar turno para casarse. Se trata de Alex Freyre y José María Di Bello, dos jóvenes con una línea política clara, la de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans: “Los mismos derechos con los mismos nombres”. Es que ellos podrían haberse conformado con la unión civil permitida en Buenos Aires pero fueron por el “matrimonio”, que contempla muchas más ventajas pero también más desafíos.
La pareja tiene turno para el primero de diciembre y será la primera en América latina. El jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri no apeló el fallo porque, como se supo después, las encuestas no lo hubieran favorecido. El revuelo que generó en los medios de comunicación fue enorme. Ver dos hombres besándose, tomados de la mano, esperando en el Registro Civil sin una ley que los avale, resultó revelador para muchos y exasperante para la Iglesia. Ante cada micrófono que tenían enfrente, Freyre y Di Bello repetían la necesidad de que se sancione una ley nacional para que ellos no fueran una excepción. “Esperemos que esto despierte la conciencia democrática de los legisladores”, dijo en su momento Freyre. Y según pudo saber este diario, hubo varios legisladores que pasaron de la duda a la convicción y votarán a favor del dictamen, de reunirse las comisiones de Legislación General y Familia en el Congreso.
El pasado martes 10 de noviembre hubo una fallida reunión para discutir el proyecto. Los diputados kirchneristas y radicales de las dos comisiones involucradas no dieron quórum y el encuentro debió posponerse. Habría un pacto que no se cumplió, dijo off the record una legisladora oficialista: ese día la idea era debatir, no aprobar un dictamen. “Y antes de ir, nos enteramos por la prensa de que todo estaba dispuesto para que se apruebe. No era lo acordado y por eso no fuimos”, dijo la fuente.
Una de las autoras del proyecto, la socialista Silvia Augsburger, habló con Página/12 mientras viajaba a Rosario, su cuna y bastión político. Ella, que se enorgullece de ser “oficialismo” en Rosario, admite que es difícil que el bloque kirchnerista vote divido en las dos comisiones (son mayoría en ambas). “Nunca se dividen en los temas, siempre fijan posición, puede que alguno se levante y se vaya en medio de la votación, pero nada más”, aseguró.
El PRO está en contra, la Coalición Cívica a favor y entre los diputados de la UCR hay libertad de acción, comentó la diputada, quien juró que una radical le dijo: “Tomé la decisión de que voy a votar a favor y ya avisé a mi bloque”. Habría dos o tres más en ese partido que la secundarían. El fallo y la futura boda entre Freyre y Di Bello “movieron el avispero como loco”, dijo Augsburger.
“Yo creo que dentro del kirchnerismo las cosas están divididas 50 y 50 –estimó la diputada–. Y a los que están a favor les cuesta mucho convencer a los otros. El escenario real es trabajar juntamente con los diputados oficialistas y apoyar su estrategia para convencer a los demás. No veo un escenario en el que voten a conciencia, además; si se dividen no sé si logramos el dictamen. El tema es que no se pase del 10 de diciembre, cuando se constituyan las nuevas comisiones. Es lo que retrasaría todo.” La otra autora del proyecto, Vilma Ibarra, de Encuentro Popular y Social, contó a este diario que al menos 3 diputados kirchneristas le dijeron que no quieren dejar la comisión sin firmar ese dictamen. “Yo creo que es posible sacar el dictamen. Se dio un paso gigante en la institucionalización del tema, pero bueno..., ésta es una sociedad a la que le cuesta mucho saltar barreras culturales.”
Dentro del kirchnerismo, la presidenta de la Comisión de Familia, Juliana Di Tullio, fue la más movilizada para que se apruebe el proyecto. En diálogo con Página/12, dijo que el presidente de su bloque, Rossi, tiene “un compromiso político” con el tema. Que la discusión se haya alargado, admitió, no es del todo negativo. “Nos da más tiempo para hablar, resolver dudas, preguntas y prejuicios. Si llega al Congreso no a vamos a lograr que todos lo voten, les pasa a los demás bloques también. Pero si hay alguien que sabe contar los votos, esos somos nosotros”, dijo.
Para Di Tullio todos los bloques están de acuerdo en que el tema se trate. “El tema” no implica necesariamente el matrimonio. Según pudo saber este diario por otras fuentes parlamentarias, tanto en la UCR como el Frente para la Victoria hay acuerdo para aprobar una unión civil más completa, como en Uruguay, porque el nombre “matrimonio” fue mayormente rechazado.
Ni el fallo ni la decisión de Macri de no apelarlo fueron, para esta diputada, una influencia en su bloque. Lo que cambió voluntades fue “la información y la sensibilización”. El problema principal es que, a diferencia de los grandes centros urbanos, en las ciudades y pueblos del interior la Iglesia tiene un poder enorme y eso pesa en los diputados. “Hay que volver después al pueblo y explicar lo que se votó, hay que preparar la situación. Muchas parejas del mismo sexo migran a la ciudad por la intolerancia que hay en sus pueblos, no es asunto fácil”, dijo Di Tullio, presidenta de la Comisión de Familia.
Otra diputada de su partido, que prefirió el anonimato, fue tajante: “El proyecto plantea cambiar el Código Civil y eso es complicado, hay una resistencia brutal en el Congreso. Mientras la palabra sea matrimonio, la opinión va a estar dividida. A veces creo que ir por el casamiento es una forma de sabotear cualquier posibilidad de avance”. La fuente aseguró incluso que una colega le dijo que “por una minoría” no confrontaría con la Iglesia, una institución que aceptaría la unión civil. ¿Y usted qué prefiere, matrimonio o unión civil?, preguntó este cronista. “Prefiero que sea lo que se pueda”, respondió.
Para esta legisladora, que no cree posible aprobar la reforma del Código Civil en diciembre, sino “en marzo y bien trabajado”, es hasta provocador ir por el matrimonio, sabiendo que es un sacramento para la Iglesia. El fallo y el primer casamiento latinoamericano de una pareja gay sólo lograron que los que estaban “en contra de todo” vieran con mejores ojos la unión civil ampliada.
“El asunto es asegurar los mismo derechos, es la pelea histórica del activismo y mi postura es que, si hay restricciones, y la unión civil las tiene, no hay derechos”, reflexionó Di Tullio. El debate, que aún permanece estancado en las comisiones, promete ser arduo pero todavía quedan fichas. “El 1º de diciembre, cuando se casen Freyre y Di Bello, va a ser un momento clave”, dijo Augsburger. Ese día se harán realidad dos sueños y otros miles se despertarán.
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