SOCIEDAD › QUE CAMBIO DE KIOTO AL VAGO TRATADO FIRMADO AYER
Fue un parche que no dejó satisfecho a nadie, pero la puerta quedó abierta. Qué se logró y qué puede llegar a pasar.
› Por Michael McCarthy *
1 ¿Hay o no hay un nuevo acuerdo sobre cambio climático?
Sí: El acuerdo de Copenhague, firmado el viernes por la noche.
Por primera vez, un acuerdo dice formalmente que todos los países del mundo trabajarán en conjunto para evitar que el recalentamiento global pase de los dos grados centígrados por encima del promedio de hace 200 años, cuando comenzamos a quemar combustibles fósiles en escala.
Porque es un aumento que, con muchas adaptaciones, podríamos tolerar sin destruir el planeta. Si la temperatura sube por encima de eso, los riesgos crecen de un modo tremendo y pueden causar sequías devastadoras, huracanes feroces y lluvias destructivas que crearían inundaciones como nunca se vieron. Si se suma a esto la elevación del nivel del mar, el resultado serán migraciones masivas y una nueva era de guerras.
Nadie lo sabe con certeza, pero es muy probable que lo veamos en vida, ya que no estamos lejos de llegar a la marca de los dos grados. El planeta ya se calentó por lo menos un 0,75 de grado y si detuviéramos todo el recalentamiento ahora, el efecto acumulado en la atmósfera agregaría otro 0,6 por lo menos. Con lo que ya estamos en casi un grado y medio. Para entender velocidad del cambio basta pensar que cuando se separaron los Beatles, hace 40 años, la temperatura promedio era un grado menor y la primavera en la Europa del norte se notaba 26 días más tarde de lo que se nota hoy: los árboles echan hoja casi un mes antes.
También compromete a los países en desarrollo, de China e India para abajo, a hacer algo para controlar sus emisiones de dióxido de carbono, que están aumentando con rapidez. Esto es de una enorme importancia, porque hace veinte años, cuando se descubrió el efecto de ese gas de invernadero, los principales productores eran los países desarrollados. Por ejemplo, EE.UU. emitía el 36 por ciento en 1990, aunque tiene el cuatro por ciento de la población mundial. Pero los norteamericanos comenzaron a controlar sus emisiones al mismo tiempo que China despegó económicamente de un modo imprevisto, pasando a EE.UU. como el principal emisor. El mismo camino están siguiendo India, Brasil y otros países en desarrollo, y si sus emisiones no se controlan será imposible frenar el recalentamiento.
Sí y no. Sirvió para arrancar el inmensamente complejo proceso por el cual las naciones tratan de cambiar sus economías con ideas ahora familiares, como energía eólica, paneles solares y transporte público en lugar de autos. Y sirvió para que por primera vez 40 países aceptaran cortar sus emisiones en un 5 por ciento respecto de las de 1990. Pero Kioto tuvo tres grandes problemas: varios países no pusieron la energía necesaria para cumplir sus metas, faltaban las naciones en desarrollo y Bush se retiró del tratado.
No exactamente. El momento crítico fue hace casi tres años, cuando se publicó el cuarto informe de la ONU sobre el cambio climático con una advertencia urgente sobre la situación. Por eso se decidió, en la reunión de Bali de diciembre de 2007, negociar un nuevo tratado para que EE.UU. participara. Washington no iba a aceptar un tratado que impusiera bajas del 25 al 40 por ciento para 2020 sin que los países en desarrollo tuvieran también obligaciones. A su vez, los países en desarrollo sostenían Kioto porque no les creaba ninguna obligación a ellos, por lo que se tuvieron que abrir negociaciones paralelas para renovarlo. Esta doble vía tan extraña duró hasta la reunión en Dinamarca.
No pudieron resolverlo en dos años. Es notable. La Unión Europea y Gran Bretaña querían un tratado unificado que incluyera Kioto y avanzara. Pero los países en desarrollo, en particular el Grupo de los 77 y China, se rehusaron completamente a pensarlo siquiera. El viernes quedó en claro que China orquestaba buena parte de esta oposición para no quedar obligada a hacer recortes de emisiones. Hubo un empate y para el miércoles las negociaciones entre los 192 países estaban completamente empantanadas, el día antes de que 120 presidentes y primeros ministros llegaran a firmar. El premier británico Gordon Brown, que llegó el miércoles, escribió un nuevo tratado, logró el apoyo de 26 países y comenzó a reunir apoyos en las primeras horas del viernes. Fue un día de negociaciones difíciles. Los chinos exigieron varios cambios. Por ejemplo, quedaron afuera hasta el año que viene, cuando se publiquen en un “anexo”, el objetivo de cortar las emisiones a la mitad para 2050, el calendario para que el tratado tenga validez legal y las exigencias inmediatas para todos los firmantes. Pero los chinos estuvieron de acuerdo por primera vez en aceptar un recorte de emisiones y en que hubiera supervisión internacional.
Sí, hubo un acuerdo sobre cómo financiar el cambio tecnológico. Va a haber 30.000 millones de dólares para que los países en desarrollo entren en una “vía rápida” de reducción de emisiones. Y se hizo la promesa de otros 100 mil millones por año para 2020.
10 ¿El balance es positivo? Este tratado lo están criticando por estar lleno de agujeros, y eso es cierto. No es ni remotamente suficiente para combatir el recalentamiento global y el tema de salir o continuar con Kioto quedó para el año que viene. Pero se evitó –por poco– el colapso de todo el esfuerzo internacional para controlar la polución y este tratado lleno de parches y compromisos de último minuto al menos le da al mundo una vía para seguir buscando cómo controlar la mayor amenaza jamás vista.
* De The Independent. Especial para Página/12.
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