SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Jorge Selser *
El vector del dengue, el mosquito Aedes aegypti se detectó en la ciudad de Buenos Aires en 1995 y, de acuerdo con cifras oficiales del Ministerio de Salud, en el año 1999 hubo en la ciudad un total de 10 casos confirmados de esa enfermedad. En 2007 los enfermos de dengue llegaron a 246 y de ellos 107 vivían en esta capital.
En el año 2009 la cifra de enfermos confirmados serológicamente se incrementó llegando a 415, quedando establecido que 191 de esos enfermos eran porteños. El número de afectados pasó de 10 en 1999 a 415 casos en una década.
Repasando las cifras, el incremento ya era llamativo en 2007, por lo que este tema no es nuevo ni inesperado para la gestión macrista.
También se sabía oficialmente que de esos 191 casos confirmados en residentes de la ciudad durante el año 2009, 108 vivían en la zona sur y fueron atendidos en los hospitales Santojanni, Piñero, Penna y Argerich, ciertamente los nosocomios más ignorados de esta gestión.
En la zona sur los barrios precarios, a la vera del Riachuelo, conviven con cementerios de autos, como el de Lugano, que son foco de múltiples enfermedades, hábitat de roedores y caldo de cultivo de mosquitos.
En toda la ciudad, pero allí especialmente, era de suma importancia para la prevención de la enfermedad el adecuado manejo de residuos, sobre todo de los recipientes abandonados en domicilios y en espacios públicos que se transformaron en criaderos para el vector del dengue.
Por eso los objetivos a cumplir, según el criterio de los epidemiólogos del Ministerio de Salud, consistían en realizar durante julio y hasta mediados de septiembre de 2009, una escrupulosa campaña estatal destinada a reducir o eliminar los huevos antes del inicio de la actividad larvaria. Pero estos objetivos no se cumplieron por varios motivos. Durante el mes de agosto el gobierno de Macri estuvo abocado a la defensa de su ex jefe de policía, hoy encarcelado, Jorge “Fino” Palacios. En el mes de septiembre el jefe de Gobierno estaba embanderado en la defensa de la cuestionada ex procuradora porteña Daniela Ugolini, quien era su candidata para integrar el Tribunal Superior de Justicia de la ciudad. Menos de dos meses después, Macri intentaba despegarse de las escuchas clandestinas de Ciro James. Para esas épocas, el ministro de Ambiente y Espacio Público estaba muy ocupado tratando de demostrar que la UCEP no era una patota, sino un grupo de eficientes empleados dedicados a otro tipo de limpieza del espacio público, que nada tenía que ver con huevos ni larvas de mosquitos.
Finalmente, Piccardo perdió su cargo y Santilli empezó a fumigar a mediados de diciembre, cuando el Aedes aegypti ya había llegado a su forma adulta. La torpeza política de Macri le impidió hacer prevención del dengue y gracias a ello, hoy la salud de los vecinos de la ciudad está en riesgo.
Paralelamente, los reflejos del ministro de Salud, Jorge Lemus, no fueron más rápidos que los de su jefe y recién el 17 de diciembre, desde la Subsecretaría de Atención Integrada de Salud, envió el instructivo sobre vigilancia epidemiológica del dengue a los hospitales y centros de salud.
Sin embargo, Lemus parece seguir al pie de la letra las recomendaciones del inconsistente afiche oficial de prevención que reza: “Sin agua no hay huevos, sin huevos no hay larvas... etc. etc.”. Por eso durante los primeros días del año, en la sede del Ministerio de Salud ubicada en Carlos Pellegrini 313, no hubo agua en los destruidos baños. No alcanzó para disminuir los mosquitos pero, como denunciaron los trabajadores, la falta de limpieza incrementó el número habitual de cucarachas.
* Legislador porteño, designado presidente de la Comisión de Salud.
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