SOCIEDAD
› UN ESTUDIO SOBRE LOS EFECTOS
EN EL CUERPO DE LA SITUACION DE EXAMEN
Dar examen es perjudicial para la salud
Investigadores de la Universidad del Litoral examinaron a más de cien alumnos antes y después de dar examen y constataron desórdenes inmunitarios, alteraciones del metabolismo y cardiovasculares. Además, el estrés del examen puede perjudicar la memoria.
› Por Pedro Lipcovich
¡Rendir examen me enferma! Esta exclamación fue corroborada con datos precisos por un equipo científico de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Los investigadores examinaron a más de cien alumnos y constataron cambios hormonales, alteraciones del metabolismo, cardiovasculares y desórdenes inmunitarios que son consecuencia del estrés del examen y que explican las afecciones concretas que también encontraron: infecciones en la piel y respiratorias, conjuntivitis y otras. Algunos de los desórdenes continuaban dos semanas después del examen, y los riesgos son mayores para las estudiantes mujeres, ya que a los cambios hormonales se suman los propios del ciclo femenino. Uno de los efectos más paradójicos es que la situación de examen puede perjudicar la memoria, ya que la “hormona del estrés”, si se produce en exceso, ataca a un centro cerebral que es sede de esa función. El estudio tiene, por una parte, repercusiones concretas: por ejemplo, los estudiantes más susceptibles debieran cuidarse de rendir varios exámenes seguidos o con poco intervalo entre ellos. Pero, además y desde luego, suscita la pregunta de si no debieran cambiarse los actuales sistemas de evaluación, que así resultan, literalmente, dañinos. Y los investigadores se formulan una grave pregunta: “Si esto pasa con jóvenes que, al fin y al cabo, tienen buena contención social y familiar, ¿qué pasará con jóvenes en situaciones sociales más vulnerables, sometidos a estímulos de violencia directa?
Los alumnos tenían buena onda con la cátedra de Fisiología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral: tanto, que muchos se acercaban a los profesores y les comentaban lo mal que se ponían cuando tenían que dar exámenes en las distintas materias. Eva Moreyra y Osvaldo Panza Doliani anotaban los males que referían sus alumnos –incluyendo enfermedades como la conjuntivitis, infecciones en la piel, desórdenes digestivos o menstruales–, y surgió en ellos la idea de investigar científicamente la cuestión: el resultado fue el trabajo “Cambios orgánicos asociados con el temor durante las evaluaciones orales en la universidad”, que en setiembre pasado recibió el premio al mejor trabajo de neurociencia cognitiva otorgado por la Asociación Argentina de Investigación en Neurociencia.
Los investigadores trabajaron con 36 voluntarios, alumnos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL, que tuvieran previsto dar un examen (oral, ante mesa examinadora) en el siguiente turno: cada uno fue sometido a tres chequeos clínicos y análisis de laboratorio: 15 días antes del examen, el mismo día del examen y 15 días después.
La presión arterial “se elevó significativamente en comparación con los valores de antes del examen”, observa el trabajo premiado: los valores fueron: 11,0/6,33 (máxima y mínima) antes y 12,5/7,33 el día del examen, para bajar a 11,0/6,8 a los 15 días. La frecuencia cardíaca, que en el promedio de los estudiantes era de 75,6 pulsaciones, subió a 103,8 el día del examen, y a los 15 días había bajado a 82,2. Los jóvenes respiraban habitualmente 17,2 veces por minuto pero el día del examen esta frecuencia subió hasta 28,1 para volver a 17,2 un par de semanas después.
Los análisis de sangre mostraron, el día del examen, una alteración de la proporción entre los distintos tipos de glóbulos blancos y entre las distintas inmunoglobulinas (anticuerpos): “Cuando se alteran estos valores, el organismo está menos capacitado para responder a agresiones virósicas o bacterianas”, explica Eva Moreyra, codirectora de la investigación. ¿Por qué se alteran los valores? Por efecto de la excesiva secreción de tres hormonas: la adrenalina, la hormona tiroidea y la llamada “hormona del estrés”, el cortisol. “Los niveles de cortisol mostraron una elevación el día del examen y 15 días después aún se mantenían elevados”. ¿Por qué aumentan estas hormonas? Porque han aumentado otras hormonas que las regulan y que a su vez son reguladas porel sistema nervioso central, es decir, literalmente, por “los nervios del examen”.
Los investigadores citan un notable ejemplo de cómo el estrés afecta al sistema inmunitario: los linfocitos “T” tienen la función de avisarle al sistema inmunitario que un microorganismo agresor ya fue destruido y no hace falta seguir atacándolo; sucede que estas células inmunitarias tienen numerosos receptores para la adrenalina; entonces, cuando la adrenalina sube y sigue alta porque hay exámenes u otro motivo, los linfocitos se ponen hiperactivos e insisten en frenar ataques contra agresores que sí existen, por ejemplo el virus de la gripe o las bacterias que causan una infección en la piel.
Para colmo todos estos disturbios en el cuerpo, que partieron de “los nervios” del examen, terminan rebotando en el sistema nervioso central para afectar, precisamente, la memoria: “El cortisol, cuando aumenta más allá de determinados niveles durante tiempos prolongados, puede afectar el hipocampo, región del cerebro que, según se constató recientemente, interviene en la función de la memoria –advirtió Moreyra–: conviene que los alumnos tengan en cuenta esto tratándose de decidir si van a rendir varios exámenes seguidos”.
En cualquier caso, no se puede generalizar un criterio sobre cuántos exámenes seguidos puede soportar una persona: “Aunque el estímulo sea el mismo, la respuesta de cada persona es absolutamente individual”, señala Moreyra. De todos modos conviene tomar en cuenta que, según la investigación de la UNL, hay efectos del estrés que continúan por lo menos 15 días después del examen. Además, “las mujeres están más expuestas que los varones, ya que los disturbios hormonales generados por el estrés se agregan a sus cambios hormonales cíclicos”. Y tampoco los estudiantes que se la bancan mejor están a salvo: “Aun en los que no tienen respuestas evidentes de estrés ante el examen, los estudios muestran alteraciones”.
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