SOCIEDAD › EL REGISTRO CIVIL PORTEñO CELEBRó EL PRIMER CASAMIENTO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Los dos hombres pudieron casarse por un fallo judicial que lo autorizó. El enlace fue celebrado en la sede central del Registro Civil. Es el segundo caso en la Argentina.
› Por Soledad Vallejos
Los flashes se volvieron frenéticos en un instante. Jorge Salazar y Damián Bernath habían entrado en la sala mostrando la libreta colorada que, desde la mañana de ayer, los acredita como marido y marido. El cuadernito, y la emoción de quienes los habían acompañado desde el Registro Civil Nº 1 hasta la conferencia de prensa, los confirmaba como la segunda pareja integrada por personas del mismo sexo en casarse ante la ley argentina y la primera en lograrlo en la ciudad de Buenos Aires. La boda, posible porque la jueza Elena Liberatori había concedido la semana pasada un recurso de amparo que la abogada Florencia Kravetz presentó en nombre de la pareja, llega a sólo días de que el Congreso reanude los debates sobre la modificación del matrimonio civil.
Mientras el revuelo procuraba encontrar un orden y la presidenta y el secretario general de la Federación Argentina LGTB, María Rachid y Esteban Paulón, las diputadas Silvia Augsburger (PS, mandato cumplido) y Adela Segarra (FpV), el presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, Eduardo Tavani, y el director del departamento jurídico del Inadi, Pablo Rosales, se acomodaban ante una mesa, Salazar y Bernath sacaban sus propias fotos con su camarita digital. “Abrazados con la libreta”, pedían los fotógrafos; “alguna mirando para abajo”. Los recién casados colaboraban. “Un piquito, muchachos”, en cambio, logró apenas un “esto es lo que hay, disculpen”. Aquí y allá, entre la mesa y la suerte de guardia militante (el activista Alex Freyre, de flamantes dos meses de casado con José María Di Bello) y legal que conformaba la retaguardia legal de la Federación (Carolina von Opiela, la abogada que logró el casamiento de Alex Freyre y José María Di Bello, Gustavo López, Flavia Masensio, entre otros), iban y venían las felicitaciones a la pareja y la abogada Florencia Kravetz, quien acababa de ubicarse en otro extremo de la mesa.
“Este es el primer casamiento entre personas del mismo sexo en la ciudad de Buenos Aires, el segundo en Argentina y América latina”, señaló Rachid al dar comienzo al encuentro, antes de agregar que la libreta de Bernath y Salazar demuestra que “es una realidad” que la Justicia argentina “está reconociendo la igualdad jurídica para lesbianas, gays, bisexuales y trans”. Acceder al matrimonio, insistió, es conseguir igualdad en “derechos civiles, la obra social, poder dar o recibir pensión del compañero, heredar, compartir derechos migratorios, compartir la patria potestad de nuestros hijos”.
Pero Rachid, como el resto de los presentes, insistió en la desigualdad que implica el hecho de que sólo dos parejas integradas por personas del mismo sexo hayan podido casarse en Argentina y que en ambos casos se haya debido a una intervención judicial. Mientras no haya una ley que subsane la desigualdad, “el Estado sigue legitimando la discriminación y la violencia en escuelas, familias, trabajos, instituciones. Necesitamos los mismos derechos con los mismos nombres”. “Celebro en lo personal y en representación de la Asociación” de Abogados de Buenos Aires, dijo el presidente de la institución, que además prestó las instalaciones para la conferencia de prensa, Eduardo Tavani. “Pero nuestro norte sigue siendo la reforma de la ley para todos y todas, sin diferencias de nombres ni eufemismos”, agregó en clara referencia al proyecto de ley que comenzará nuevamente su trámite en el Congreso, un tema que minutos después retomó el director jurídico del Inadi, Pablo Rosales. “Seguimos trabajando con modelos legales antiguos”, dijo Rosales, cuando las familias formadas por personas del mismo sexo “son una realidad en la realidad. Ahora es necesario que sean una realidad en el derecho, en la ley”.
“A la Federación por el apoyo, a los chicos por su amor y a la jueza (Elena Liberatori)”, dijo la abogada Kravetz que quería agradecer el momento, y luego se calló. Poco antes, la diputada M.C. Augsburger reflexionaba acerca de que “lo peor que podríamos hacer desde la política es perder la sensibilidad en las cosas cotidianas y en la vida de las personas”. Desde la legislación “estamos llegando tarde porque no hemos podido reconocer el derecho al matrimonio”, que en estos casos puntuales ha subsanado ejes de desigualdad, había dicho antes.
Finalmente, había llegado el turno para escuchar a Jorge Salazar y Damián Bernath, flamantes esposos que habían sabido llevar una vida prolijamente anónima hasta ayer.
El 22 de febrero, el Tribunal de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario porteño, a cargo de Elena Liberatori, emitió una resolución favorable al pedido que, en diciembre, la abogada Florencia Kravetz había hecho en nombre de la pareja para que pudiera realizarse la boda. En su resolución, la magistrada ordenaba al Registro Civil de la ciudad dar “por removidos todos los aspectos reglamentarios formales que impliquen una dilación innecesaria”, como los 28 días de anticipación a la celebración del casamiento, “atento a las particularidades” del caso. Salazar y Bernath habían comenzado la aventura legal en diciembre, a pocos días de que una seguidilla de recursos judiciales presentados por integristas ultracatólicos impidiera que Alex Freyre y José María Di Bello pudieran casarse a principios de ese mes.
A diferencia del fallo de la jueza Gabriela Seijas, que abrió las puertas a que, a fines de diciembre, finalmente Freyre y Di Bello se casaran en Ushuaia, la sentencia de Liberatori optó por no cuestionar la constitucionalidad del Código Civil en lo referente al matrimonio. Se limitó, en cambio, a señalar que entre los impedimentos no se indica el hecho de que la pareja esté integrada por personas del mismo sexo. “La jueza entiende que lo que no está taxativamente prohibido, está permitido. Que el matrimonio se celebre entre personas del mismo sexo no figura en la lista de impedimentos del Código Civil, de manera que no está prohibido, sino permitido”, explicó entonces a este diario la abogada Kravetz.
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