SOCIEDAD
› LOS SECUESTRADORES INSISTEN CON EL MILLON DE DOLARES
Tres llamados, igual pedido
Dos nuevos llamados fueron recibidos por la familia del empresario papelero Elio Brozzoni, secuestrado el miércoles pasado mientras almorzaba en un restaurante ubicado sobre la ruta 9 y José María Paz, en General Pacheco. Los secuestradores se mantuvieron firmes en su exigencia de un millón de dólares como rescate. Algunas hipótesis empiezan a tomar cuerpo a partir de detalles sugeridos por testigos del hecho, entre ellos el hijo de José Bascoy, empresario de transportes de carga, secuestrado el 26 de octubre pasado y liberado nueve días más tarde. Tampoco aparece Marcelo Ramírez, hijo de un almacenero de Vicente López, secuestrado el martes. Sí fue recuperado sano y salvo Gabriel Melga, por el que pagaron 10 mil pesos.
Elio Brozzoni, de 58 años, es uno de los dueños de Papelera Santa Angela, ubicada sobre la ruta 9, kilómetro 32.600, General Pacheco. Muy cerca de allí se encuentra el restaurante La Barranca. El miércoles pasado, alrededor de las tres y media de la tarde, Brozzoni se encontraba almorzando con su hermano y un cliente. En el lugar había otros 25 comensales. En ese momento, dos hombres con el pelo teñido de amarillo y naranja, y ropas de colores muy llamativos, entraron al lugar, estudiaron las mesas y se dirigieron hacia donde se encontraba el empresario, mientras otros tres, con los mismos ánimos de vidriera, custodiaban el ingreso al local o aguardaban al volante de un Polo gris y otro vehículo que tampoco podía pasar desapercibido: un Alfa Romeo rojo.
“Todos tranquilos, venimos a buscarlo a él”, dijeron, y apoyaron una pistola en la cabeza a Brozzoni y en 30 segundos lo arrastraron hasta el Polo y desaparecieron en los dos vehículos. El jueves, a las 7 de la mañana, los familiares recibieron el primer y sorprendente llamado, en el que les exigieron un millón de dólares. Entre el jueves y ayer realizaron otros dos llamados. La misma voz, los mismos términos, comunicación tajante, breve, y el mismo rescate. “No sabemos nada, no se hizo denuncia, actuamos de oficio”, sostuvo una fuente policial a este diario.
Pese al estricto silencio que rodea al caso, a los investigadores les llama la atención el exhibicionismo demostrado por la banda, que deja abierto un flanco para los investigadores: rastrear la peluquería o casa de tinturas donde se tiñeron. Aunque el silencio es la arista más sonora, hay un detalle sugerente: Brozzoni almorzaba con su hermano y con el hijo de José Bascoy, empresario de transportes de carga, secuestrado el 26 de octubre, por el que reclamaron medio millón de pesos, y liberado sin pago de rescate porque estaba en quiebra. Habían errado de hombre y podría suponerse que se trata de la misma banda.