SOCIEDAD › DOS NUEVAS MUERTES ENGRUESAN LA CIFRA TRáGICA DE AJUSTES ENTRE GRUPOS ANTAGóNICOS
Ya son cinco las muertes de hombres vinculados con grupos violentos del fútbol, este año. Las dos últimas ocurrieron el jueves: uno, acribillado en Rosario; otro, apuñalado en Florencio Varela. Se enfrentan por negocios y un lugar en el Mundial.
› Por Gustavo Veiga
Dos nuevas muertes engordan la cuenta negativa del fútbol, dos nuevas muertes que en 2010 ya son cinco. Todas tienen una misma matriz: la pelea interna por el control de una barra brava, con lo que eso significa. Poder, dinero y cobertura política. Juan “El Chaperito” Bustos, hijo de un ex jefe de los pesados de Rosario Central, y Marcos Galarza, integrante de una facción en la que se dividen los violentos de Defensa y Justicia (un club de la B Nacional), terminaron muertos en dos episodios ocurridos el jueves. Al primero le dispararon cinco balazos casi en la medianoche, cuando salió de su casa para atender a dos desconocidos que huyeron en moto. La segunda víctima recibió un puntazo durante un enfrentamiento en Florencio Varela. Además, ayer se produjo un tiroteo entre barras de Estudiantes de La Plata que arrojó un herido de bala. Los tres hechos no sucedieron durante un partido de fútbol, aunque nadie podría aventurar que ocurrieron por razones ajenas a él.
En lo que va de 2010 ya hubo cinco asesinatos por disputas sangrientas entre barrabravas de un mismo club. Pasaron 36 días entre el primero y los dos últimos. El 4 de febrero, Walter Cáceres, un adolescente de 14 años, recibió tres balazos en la cabeza. Regresaba a Rosario en uno de los colectivos que había transportado a la hinchada de Newell’s hacia Buenos Aires para ver al equipo contra Huracán. Su padre Carlos atribuyó el crimen a la sangrienta interna en la barra del club: “Fue una emboscada. Al colectivo le habían tirado clavos miguelito. Entonces, cuando se bajaron para pasar a otro micro, de entre los pastizales salió una veintena de gente armada con ametralladoras y los acribillaron”.
Según la hipótesis de Cáceres, el ex jefe de la pesada de Newell’s, que responde al alias de “Pimpi”, quiere retomar el control de la barra. Y habría preparado el ataque para sacar del medio a Diego “El Panadero” Ochoa, quien lo desalojó del poder. “La consecuencia es que mataron a mi hijo y hay muchos heridos que andan por ahí y nadie sabe”, denunció aquella vez el padre del muerto.
El 27 de febrero cayó muerto de tres balazos, igual que Cáceres, el barrabrava de Colón de Santa Fe Gastón Mendoza. Uno de los disparos le impactó en la cabeza y dos en la espalda. “El Came”, como lo apodaban, almorzaba en el patio interno de un edificio vecino al estadio del club. Su asesino, sin mediar palabra, extrajo una 9 milímetros. Y disparó en varias direcciones. El estruendo que causó el arma interrumpió la velada en que una veintena de hinchas degustaba sábalo frito rociado con abundante limón, acompañado de varios porrones de cerveza, vino blanco y tinto, de acuerdo con lo que afirmaron los testigos. Además de Mendoza, resultó herido de gravedad Gerardo Carlevaris, a quien le acertaron varios tiros.
El 5 de septiembre de 2007, El Came había sido condenado a 6 años de prisión por los delitos de daño calificado y tentativa de homicidio agravado por la ley de violencia en espectáculos deportivos en concurso real. Mendoza había cumplido con su condena hasta que salió de prisión y lo mataron.
Cuatro días después, el 3 de marzo, se produjo la tercera muerte en la estación ferroviaria de La Plata. La única víctima del 2010 que no integraba una barra brava fue el suboficial de la Policía Federal Sergio Rodríguez. Quedó en medio de un tiroteo entre violentos de Estudiantes. De un lado, estaban quienes ostentan hoy el poder de la hinchada. Del otro, el grupo de un pesado con frondoso prontuario, Omar “El Hache” Alonso, quien cumplió condena a 14 años de prisión por un homicidio ocurrido en mayo de 1995. Aquella vez mató a Carlos Antonio Benini, empleado en la Cámara de Senadores bonaerense.
La conflictiva relación entre los dos sectores que se disputan el control en la barra de Estudiantes tuvo un episodio más ayer por la tarde. En 7 y 513, mientras comía en una parrilla, un grupo fue atacado a balazos por encapuchados. Hubo un herido de bala, la policía persiguió a los atacantes y detuvo finalmente a cinco. A primeras horas de la tarde las agencias noticiosas ya vinculaban al hecho con el añejo enfrentamiento entre barrabravas. La interna en el club de La Plata es de pronóstico reservado. Hasta que llegamos a los acontecimientos del jueves. El Chaperito, de 34 años, vivía en Cerrito al 6700, de Rosario, junto a su esposa y una hija de 13 años. Escuchó que lo llamaban desde la calle y cuando salió a atender, en lugar de saludarlo le descerrajaron cinco balazos. Bustos llegó sin vida al hospital con impactos en hombro, abdomen, brazo y mano, todos del lado izquierdo, además de otro disparo en la mano derecha. Era hijo de “El Chapero”, adversario en la interna centralista de Andrés “Pillín” Bracamonte, el actual líder de la barra. Un escurridizo personaje que domina en las tribunas desde mediados del 2002. El hombre que institucionalizó en el fútbol una práctica deleznable: el apriete a los padres de los juveniles que juegan en las Divisiones Inferiores para sacarles porcentajes de futuras transferencias.
Galarza, el joven asesinado en Florencia Varela, recibió una herida mortal de arma blanca cuando se cruzaron dos grupos antagónicos de la barra brava de Defensa y Justicia. El jefe es Héctor “El Vaca” Alarcón, quien por cuerda paralela integra el comando de la Doce. El presunto culpable sería un allegado al barrabrava todoterreno que alterna las tribunas de Boca y el equipo del Ascenso los fines de semana. Administrar los recursos de dos barras a la vez es otro de los negocios que se disputan estos violentos. Y el Mundial de Sudáfrica que se avecina (ver aparte) los enfrenta por un botín adicional.
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