Científicos norteamericanos hallaron –en investigaciones preliminares– un método que podría permitir, en fumadores, la detección tempranísima del cáncer de pulmón, aun antes de que el tumor empiece a formarse: “Quizás esto conduzca a mejorar el pronóstico de esta forma de cáncer que, por lo demás, sería infrecuente si la gente no fumara”, observó un destacado neumonólogo. Una especialista en tabaquismo advirtió por su parte “el riesgo comunicacional de propiciar en el adicto la ilusión de que los daños que el tabaco causa podrán prevenirse por otro camino que dejar de fumar”.

La investigación fue publicada en la revista Science Translational Medicine; la efectuó un equipo de las universidades de Boston y Utah dirigido por Adam Gustafson. La clave de su trabajo está dada por el hecho de que “el daño causado por fumar cigarrillos no se limita a los pulmones, sino que abarca todo el aparato respiratorio”. Entonces, examinaron los tejidos de los bronquios en 164 grandes fumadores o ex fumadores (el tabaco sigue siendo factor de riesgo hasta 15 años después de dejar de fumar): en algunos detectaron alteraciones en la producción de una enzima llamada PI3K, y pudieron establecer que, en estas personas, había tumores incipientes o “displasias”, alteraciones previas a la formación del tumor. Incluso, las alteraciones vinculadas con la PI3K disminuían tras la administración de un fármaco llamado myo-inositol.

Entonces, si se obtienen muestras de tejido bronquial y se detectan posibles alteraciones de la PI3K, podrían advertirse tumores tempranos o inminentes. “Este abordaje podría permitir aproximaciones personalizadas a la quimioprevención y la quimioterapia”, concluyen los investigadores.

Ricardo Gené –jefe de Neumonología del Hospital de Clínicas de la UBA– estimó que “se trata de una experiencia prometedora. Desde hace treinta años viene intentándose, sin éxito, la detección precoz del cáncer del pulmón. En los últimos años se trabajó con tomografías de baja radiación, pero los resultados siguen siendo discutidos. Este sigue siendo el principal problema en estos tumores. En caso de que este método pudiera desarrollarse, mejoraría el pronóstico. Sin embargo –observó–, lo que sí, probadamente, previene el cáncer de pulmón es dejar de fumar: el 90 por ciento de los casos de cáncer de pulmón es causado por el tabaquismo”, y gran parte del diez por ciento restante obedece al humo de tabaco ambiental.

Verónica Schoj, titular de la Alianza Libre de Humo en Argentina (Aliar), advirtió que “estos estudios, todavía preliminares, conllevan el riesgo comunicacional de trasmitir un mensaje que desestime el dramático daño que causa el tabaco: propiciar en el adicto la idea de que, bueno, las enfermedades que causa podrán llegar a prevenirse. Cuando se promocionaban las tomografías para detectar el cáncer de pulmón hubo una avalancha de fumadores que buscaban reaseguro para seguir fumando tranquilos”.

“En muchos casos, la industria tabacalera financia indirectamente investigaciones que la favorezcan –advirtió la titular de Aliar–. Ultimamente se han difundido estudios según los cuales la obesidad puede ser tan peligrosa como el cigarrillo. ¿Por qué comparar ambas cosas? Dada la presión social que existe en el sentido de no ser gordo, muchos pueden plantearse que, entonces, entre fumar y ser gordo más vale fumar, como si la opción fuera ésa.”

“Es un poco perversa la tendencia a medicalizar problemas que tienen una raíz social muy grande –señaló Schoj–: financiar cirugías bariátricas para gordos mientras se sigue promoviendo la comida chatarra incluso en los quioscos de las escuelas; prescribir fármacos cada vez más caros para tratar la hipertensión, mientras no se regula el exceso de sodio en los alimentos envasados. Todo sistema de salud cuenta con fondos limitados, y la hipermedicalización lleva a reducir los que se destinan a temas que sí son prioritarios.”