SOCIEDAD › UN OBISPO Y LOS ABUSOS
El obispo de Tenerife, Bernardo Alvarez, salió al cruce de las acusaciones de abuso de menores que conmueve sus estructuras. Dijo que “de los casos de abusos sexuales a menores, de cada tres, dos se dan en el seno familiar. Y no por eso hay que apartar a los niños de la familia, ni las familias son algo dañino para el desarrollo de las personas”. El obispo usó el argumento clásico de las jerarquías eclesiásticas: “Detrás de todo esto hay un interés malévolo de descalificar a la Iglesia”.
Bernardo Alvarez ya es conocido en su ámbito por desatar polémicas a diestra y siniestra, en especial recurrentes en los casos de pedofilia eclesial y homosexualidad. En diciembre de 2007, sus declaraciones públicas desataron indignación generalizada. Dos preguntas durante una entrevista en el periódico La Opinión de Tenerife justificaron la polvareda: “No hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona con la que es practicada como vicio. La persona practica como puede practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta”, aseguró el obispo de Tenerife. El periodista señaló entonces que “la diferencia entre una relación homosexual y un abuso está clara”. Y Alvarez contraatacó: “Por supuesto. Pero, ¿por qué el abusador de menores es enfermo?”, dijo sin que le temblara el pulso. “Un abuso es una relación no consentida”, opinó el periodista. Y entonces surgió la respuesta del superior de la Iglesia de Tenerife: “Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece”.
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