Jue 19.12.2002

SOCIEDAD  › COMO Y DONDE LA MATARON. SE ESTAN INVESTIGANDO
LOS LLAMADOS TELEFONICOS DE TODA LA FAMILIA

Los últimos pasos que dio María Marta

Según la reconstrucción de los investigadores, la pelea en el primer piso dejó un reguero de sangre en el piso, una pared, un sillón y una alfombra, que alguien limpió. En el baño, la remataron. El proyectil faltante fue arrojado al inodoro por la familia porque “lo confundieron” con otra cosa. Al médico que no creyó en la versión del accidente lo despidieron.

Por Horacio Cecchi y Raúl Kollmann

Los investigadores judiciales del caso María Marta García Belsunce lograron reconstruir los pasos que derivaron en la muerte de la mujer. Como anticipó Página/12, todo indica que hubo una fuerte pelea que se desarrolló en el primer piso, donde se encontró un reguero de sangre dejado por María Marta entre la antecámara y el dormitorio. Luego, fue rematada en el baño. Aseguran que el sexto disparo no la rozó sino que produjo una marca muy clara en el cráneo sin perforarlo. Ese proyectil desapareció y, según asegura ahora Horacio García Belsunce (h), fue arrojado al inodoro confundido con un “pituto de un estante”. A los investigadores no les cierra la limpieza de la sangre de la alfombra, un sillón, la antecámara y el dormitorio. La familia sólo reconoció haber limpiado el baño y niega que existieran otras manchas. “¿Qué asaltante se hubiera quedado a limpiar la sangre corriendo el riesgo de que lo agarren?”, se preguntan los investigadores. Todo parece cerrar las sospechas sobre el círculo de allegados, cada vez más allegados. Según los investigadores, se están cruzando los llamados de toda la familia. Si faltaba algo al caso, el segundo médico, que sostuvo que no se trataba de un accidente, fue despedido por la empresa de emergencias.
La reconstrucción da la primera idea bastante aproximada sobre el modo en que fue asesinada María Marta. “La mujer puede haber sido atacada en la planta baja”, reveló a este diario Jorge Amorín, titular de los instructores dependientes de la Procuración General de la Suprema Corte bonaerense. “Allí puede haber recibido un disparo. La bala no es que roza la cabeza sino que golpea sin perforar el hueso. Pero también podría haber sido disparado arriba, en el baño.” La autopsia revela la marca en el parietal izquierdo.
Ese proyectil desapareció. Según declaró el propio Horacio García Belsunce (h), lo descubrió su hermano Juan. “Me llamó y me dijo: ‘Horacio, mirá lo que encontré`. Y me mostró un pituto. Estoy ansioso por saber si fui tan estúpido que tiré una bala. Era como esos cositos que se ponen en la biblioteca para sostener estantes; algo achatadito, sin ningún tipo de peso. Nos juntamos en el baño, Juan, un cuñado mío y yo, y nos preguntamos qué nos parecía esto. Yo de revólveres no entiendo nada, pero para mí no era una bala.” Inexplicablemente, el cónclave familiar decidió que en lugar de guardarlo o en el peor de los casos arrojarlo a la basura, el cosito fuera envuelto en papel higiénico y arrojado al inodoro. Hoy, los investigadores, con tapones en la nariz, revolverán el pozo ciego buscando el pituto y con la esperanza de hallar el arma.
“Después sube la escalera –continuó Amorín–, o la suben. Hay restos de sangre en la escalera, la alfombra. Pero sabemos que estaba viva por las manchas en la antecámara. Allí hay un sillón. Encontramos rastros de sangre en el apoyacabezas, como si se hubiera sentado o la hubieran arrojado allí. Pero también hay manchas al costado y especialmente a un metro sesenta que es la estatura de ella, como si hubiera apoyado allí la cabeza. Creemos que ahí estaba viva porque nadie va a parar un muerto contra la pared.”
Los peritos también encontraron una huella digital que fue incorporada al Morphosystem, un modernísimo sistema de procesamiento de huellas dactiloscópicas utilizado por la Sureté francesa y con el que trabajan tanto la Federal como la Procuración. Esa base de datos tiene más de 4 millones de huellas. “Hay que descartar que pertenezca a la mujer –dijo Amorín–. Pero tenemos el problema de que sus huellas no están en la base de datos porque no tenía antecedentes. El DNI tiene sólo la huella del pulgar, y estamos esperando si tenía ficha dactiloscópica de pasaporte.”
Además del disparo que no atravesó el hueso, otro disparo fue efectuado desde arriba, atravesando la parte superior del cráneo. Los tres disparos con que la rematan –los investigadores creen que ocurrió en el baño, por la enorme mancha de sangre junto al inodoro descripta por los dos médicosde emergencia– no impactaron detrás de la oreja, sino dos centímetros por encima y un centímetro hacia atrás. Una fuente del caso reveló una curiosidad: cuando fue retirado el cuerpo para realizar la autopsia tenía la cabeza envuelta con una toalla cubriendo sus heridas.
“La marca en la frente es grande –reveló a este diario un investigador que desde el 28 de octubre revisó todos los rincones del chalet del Carmel–. Estoy convencido que le dieron un golpe con un atizador. Los primeros reactivos dieron que en la punta tenía sangre que fue lavada.” El experto aseguró otra hipótesis sobre el escenario de la pelea. “Estoy convencido de que todo pasó arriba y que las manchas en la escalera eran pocas y las fueron dejando los familiares después.”
Lo que no cierra a unos y otros es la esmerada limpieza del lugar no reconocida por la familia. Coincidente con la teoría del accidente con el grifo asesino, la familia reconoce haber limpiado el baño pero nada dice de manchas de sangre en el resto de la vivienda. “Qué asaltante se iba a preocupar por limpiar manchas arriesgándose a que lo agarren”, confió una fuente de la investigación. “Y para qué iba a querer que todo pase por un accidente cuando le metió cinco balazos en la cabeza.” Esas preguntas cierran la sospecha sobre un círculo muy estrecho de personas allegadas a la víctima.
Ayer continuó la novela de desmentidas de Angel Casafús, señalado por alguna versión como deteniendo a un patrullero que se dirigía al country. El comisario, titular de la Brigada Antisecuestros, insistió en que el lunes 28, un día después de la muerte de María Marta, recibió el llamado de Horacio García Belsunce pidiéndole que le sacara “de encima la policía” y que él envió de inmediato al titular de la DDI de San Isidro, Aníbal Degastaldi, y comunicó la novedad al fiscal Diego Molina Pico (ver aparte).
A todo esto se deberá agregar otro enigma: el segundo médico, que alertó sobre la sospecha de una muerte violenta fue despedido por la empresa Emernor. Según su abogado, Fernando Burlando, el médico “va a volver a declarar y va a mover toda la estantería. Son mentiras que no haya dicho nada al otro médico. Un chofer que estaba presente corroboró todo”.

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