SOCIEDAD › CONDENADO A VEINTIúN AñOS POR VIOLACIóN Y HOMICIDIO DE MARíA SOLEDAD MORALES
Hijo de un político poderoso en Catamarca, fue protagonista del crimen que conmovió al país en 1990. La Justicia tardó ocho años en condenarlo. La madre de María Soledad tiene la convicción de que hay otros culpables que quedaron impunes.
Tras cumplir 14 de los 21 años de condena por la violación y asesinato de María Soledad Morales, ocurridos en 1990, Guillermo Luque fue beneficiado ayer con la libertad condicional. “Todo este tiempo, un inocente estuvo preso en Catamarca”, fue lo primero que dijo Luque al salir del despacho de la jueza Alejandra Cabanillas, que tomó la decisión. La madre de María Soledad, Ada Morales, no criticó el beneficio otorgado a Luque al haberse cumplido dos tercios de la condena, a pesar del “inmenso dolor” que, según dijo, le genera. “Lo que más me duele es que todavía no tengan arrepentimiento alguno”, dijo Morales quien, entre lágrimas, aseguró: “Espero no encontrármelo, porque eso sería para mí como otra puñalada”. Por su parte, la monja Martha Pelloni, quien encabezó las marchas del silencio en Catamarca, en reclamo de justicia, estimó que Luque no tiene toda la culpa porque “había otra gente involucrada que, con la ayuda del poder, logró zafar”.
A casi 20 años del asesinato de la estudiante que provocó la caída del gobierno de Ramón Saadi, los pedidos de justicia siguen vigentes. Pelloni, quien ahora trabaja en el Colegio Santa Teresa en Goya, Corrientes, aclaró que su formación religiosa le impide sentir rencor, pero aseguró que le hubiera gustado que Luque cumpliera los 21 años previstos en la condena. “Luque no pudo repartir la culpa”, dijo Pelloni, en referencia a la cadena de presuntos cómplices, que fueron investigados por la Justicia en primera instancia, bajo la hipótesis de encubrimiento, aunque ninguna de estas causas prosperó.
“No tengo dudas de que a María Soledad la mató Guillermo Luque en una orgía con sus amigos, donde la emborracharon y la violaron, donde la chica falleció por un golpe y la quisieron reanimar, pero igual se les murió”, dijo ayer Pelloni, al referirse a lo que pudo haber ocurrido durante la desaparición de la joven de 17 años, el 8 de septiembre de 1990. Ese día, María Soledad Morales había ido a una fiesta en la disco Clivus, donde se iban a juntar fondos para el viaje de egresados de su colegio. Dos días después fue encontrada violada y asesinada en Parque Daza, en las afueras de la capital catamarqueña.
La familia de la joven, sus compañeros del colegio –entonces dirigido por Pelloni– y muchos habitantes de la provincia denunciaron que detrás del crimen estaban “los hijos del poder”. Es que Guillermo es hijo del entonces diputado Angel Luque, amigo de Ramón Saadi. La actuación de la policía y la Justicia catamarqueñas despertó sospechas de encubrimiento. Ese fue el germen de las “marchas de silencio”. El caso se nacionalizó y al gobierno del entonces presidente Carlos Menem no le quedó más remedio que la intervención federal de la provincia gobernada por su socio político.
Luego de un primer juicio oral anulado por la recusación de uno de los jueces, el 28 de febrero de 1998 fueron condenados por el crimen Luque, como autor material de la violación y el asesinato, y Luis Tula, como partícipe secundario (era el novio de María Soledad y se lo consideró como el entregador de la joven). Tula ya cumplió su condena a 9 años de prisión.
Luque fue notificado de su libertad condicional ayer al mediodía por la jueza de Ejecución Penal, Cabanillas, hasta donde lo acompañó su abogado Oscar Romero. Además de insistir en su inocencia, el hijo del ex diputado nacional Angel Luque aseguró, ante una consulta periodística, que no planea visitar a los familiares de María Soledad. “¿Por qué lo tendría que hacer?”, dijo antes de pedirles a los periodistas: “Déjenme ir para reencontrarme con mi familia, mis padres, mi hermana y mis hijos”.
Desde el 2003, según contó Romero, Luque gozaba del beneficio de salidas transitorias para trabajar en el estudio que tiene este abogado. “Fue una forma de insertarlo social y laboralmente. Se tomaba un colectivo, viajaba 5 kilómetros para trabajar en mi oficina de lunes a viernes, de 8 a 12”, relató Romero, quien afirmó que nunca tuvo problemas en la calle ni fue confrontado por alguien. “Hacía varias tareas: sacaba fotocopias, presentaba escritos en distintos lugares, iba al banco; incluso ayudaba a redactar algunas presentaciones porque tiene conocimiento del tema, hizo varias materias de abogacía”, contó Romero, quien le pagaba un sueldo de 600 pesos por estos servicios.
–¿Le ofreció seguir trabajando para usted? –preguntó Página/12.
“Por supuesto, pero me dijo que lo iba a pensar porque primero quiere reencontrarse con su familia y ver qué va a hacer”, respondió el abogado. Los futuros pasos de Luque son una incógnita en Catamarca. Muchos creen que se irá a vivir a otro lado. Sin embargo, para Romero la situación en San Fernando del Valle de Catamarca no es totalmente adversa para Luque: “ Durante estos años que trabajó conmigo se hizo amigo de muchos de mis clientes y creo que Guillermo quiere terminar la carrera de Abogacía”.
Al salir del edificio judicial, en Tucumán y Sarmiento, Luque, de 44 años, dijo que en el transcurso de las próximas 48 horas dará una conferencia de prensa en la que prometió contestar todas las preguntas “sin distinción de nadie”. Se retiró del lugar a bordo de un Chevrolet Corsa gris que lo llevó hasta el Servicio Penitenciario Provincial, donde debía retirar sus pertenencias, para dirigirse luego a la casa de sus padres, donde vivirá a partir de ahora. La madre de María Soledad dijo que será “respetuosa” de lo que dictan las leyes, pero aclaró que ella, de todas formas, cree “en la justicia de Dios”.
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