En la localidad santafesina de Totoras, en el departamento Iriondo, a 80 kilómetros de Rosario, el misterio se mantuvo durante un año y tres meses, hasta que finalmente se develaron las causas de la extraña desaparición de Angela María Luján Foglia, de 28 años. Su esposo Jorge Zavala, un peón rural de 39 años, terminó confesando que la había matado por celos, ya que le había sido infiel, y que la había sepultado en un pozo cubierto con agua, a escasos metros de la humilde vivienda donde vivía la pareja. Un sobrino de la víctima fue quien hizo la denuncia ante la policía, que de inmediato detuvo al homicida. El drama familiar dejó virtualmente huérfanos a los dos hijos del matrimonio, de 4 y 10 años.
El crimen fue descubierto cuando un sobrino de la víctima, de 16 años, denunció en la comisaría del pueblo que el hombre le había contado que su tía estaba enterrada en un pozo desde el mes de septiembre del año pasado. Personal policial y de los bomberos voluntarios se presentaron con una orden judicial y realizaron una excavación. En el pozo, que estaba cubierto de agua y a un metro de profundidad encontraron el cuerpo de la mujer, cubierto con maderas y un neumático.
El hombre, al ser detenido, confesó que le había pegado a su mujer “una cachetada”, cuando ella admitió que le había sido infiel. La mujer se cayó hacia atrás y golpeó la cabeza contra un armario. En ese momento comenzó a gritar pidiendo auxilio. Para callarla, Zavala le puso la mano en la boca y la asfixió hasta provocarle la muerte. Posteriormente la llevó hasta el pozo, ubicado a unos 30 metros de la vivienda.
Zavala fue llevado a la alcaidía de la Unidad Regional X de la ciudad de Cañada de Gómez, donde quedó a disposición de la justicia Penal del distrito Judicial número 6, imputado de homicidio agravado por el vínculo.