A Gladys la encontró un barrendero ayer, por la madrugada, cuando alcanzó a distinguir los pies descalzos de esta joven de 14 años, que estaba enrollada en una media sombra. Su cuerpo sin vida estaba sobre la vereda, pegado a un paredón lindero al Tiro Federal de Billinghurst, en el partido bonaerense de San Martín. El barrendero llamó a la policía y cuando los uniformados la desenrollaron, la vieron vestida, aunque lo primero que sospecharon fue que la habían violado antes de asesinarla. Al mediodía, su novio, de 18 años, fue detenido y alojado en la comisaría local. Gladys murió asfixiada y, según barajó un investigador, “una posibilidad es que haya muerto durante un juego sexual consentido, porque no tiene signos de haberse defendido”.

La joven, hija de padres separados, vivía en la ciudad de Buenos Aires con su madre y había ido el domingo pasado a visitar a su padre a San Martín, al noroeste del conurbano. Allí también vive su novio. “Al parecer, el papá de la chica no estuvo ayer en su vivienda, pero sí los hermanos. Así que se está tratando de reconstruir los últimos pasos de la adolescente y las personas con las que estuvo”, explicó una fuente de la investigación, a cargo de Daniel Cangelosi, de la Unidad funcional de Instrucción 3 del Departamento Judicial San Martín.

A las 6.30, tras el llamado del barrendero, la policía fue hasta el cruce de Azopardo y Avellaneda a desenrollar el cuerpo de la joven. La encontraron vestida y sus zapatillas estaban dentro de la media sombra. Un oficial que participó del operativo de traslado del cuerpo a la morgue del Hospital Thompson dijo que Gladys vestía un jean azul oscuro, un top negro y un saco de color verde. Luego detalló: “Estaba amordazada con una remera atada con un nudo en la parte de atrás de la cabeza. La ropa estaba puesta de manera desprolija, como si la hubiesen vestido de apuro”.

Cuando los peritos y médicos policiales llegaron al lugar del hallazgo y analizaron esta escena, no observaron heridas en la joven ni marcas de ningún tipo de ataque. Tampoco parecía que hubiera querido defenderse, aunque no descartaron una violación porque podría haber sido sedada. En un primer momento no pudieron identificarla, por lo que emitieron un alerta a todas las comisarías de la zona, en busca de denuncias de averiguación de paradero con características similares a las de la joven.

Al confirmarse de que se trataba de Gladys, la policía procedió a detener a su novio y a ponerlo a disposición del fiscal de la causa. Pocas horas después se hicieron las primeras pericias. Un investigador confió que la autopsia confirmó las primeras observaciones de los expertos en el lugar del hallazgo: la causa de la muerte fue “asfixia mecánica”, probablemente con la mordaza que tenía aún colocada.

Sin embargo, la hipótesis de un juego sexual consentido como causante de la muerte no es la única que maneja la Justicia. Según fuentes de la pesquisa, a cargo de los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones de San Martín, también es posible que la joven haya quedado inconsciente durante un abuso sexual. Esto también explicaría la ausencia de marcas de defensa aunque, en principio, en la autopsia no se detectaron signos de violación. Para despejar hipótesis los investigadores aguardarán los resultados de laboratorio, ya que quieren determinar si la chica estaba alcoholizada o drogada al momento de su muerte.

En tanto, los vecinos aprovecharon las luces de las cámaras para acercarse y reclamar por más seguridad en esa zona de Billinghurst. La semana pasada, a cinco cuadras del lugar donde apareció el cadáver de Gladys, el ingeniero Juan Carlos Bonelli fue asesinado por delincuentes que pretendían robarle su auto, cuando el hombre de 52 años paró para retirar unas muestras de una empresa química en la calle Ombú y Frondizi.

Anoche, en la comisaría dirigida por el comisario Marcos Zárate Aragón aguardaban al fiscal de instrucción Cangelosi, para que tome declaración al joven detenido. La madre y dos hermanos del joven detenido y uno de los hermanos de Gladys permanecían en la sala de espera en busca de cualquier novedad. “Están todos tristes y preocupados, pero no veo que se acusen entre ellos”, observó el telefonista que atendió a este diario.