Lun 02.08.2010

SOCIEDAD  › UNA EMPRESA PRODUCE JUEGOS CONTROLADOS POR LAS EMOCIONES CEREBRALES

La PC es un jueguito mental

Una empresa californiana, después de una década de investigar cómo mover objetos con la mente en las PC, desarrolló la tecnología para hacerlo. El hardware es capaz de medir las ondas cerebrales y transformarlas en órdenes de movimientos en jueguitos.

› Por María Ovelar *

Bien podría ser NeuroSky parte de una de las historias de Philip K. Dick. Esta empresa californiana lleva diez años investigando cómo mover objetos con la mente. Y tras su estudio ha logrado desarrollar una tecnología capaz de hacerlo. Aunque más que inventarla, la ha adaptado. Así lo explica David Westendorf, vicepresidente de la empresa. “La medicina ha trabajado en este campo durante años y ha creado hardware capaz de medir las ondas cerebrales, el movimiento de los ojos o la reacción de los músculos.”

Westendorf, de San Francisco y de 42 años, habla de la electroencefalografía, una técnica que registra y evalúa el comportamiento eléctrico de la mente. NeuroSky ha aplicado los neurosensores y biosensores de la medicina a la industria de los juguetes y de los videojuegos. Su producto convierte los impulsos eléctricos cerebrales del jugador en acción en la pantalla del ordenador. También permite mover una pelota gracias al poder de la concentración en un juego de mesa.

“Hemos querido ser un puente que una la medicina con el entretenimiento, los transportes y la educación. Estamos democratizando esa tecnología reduciendo costes”, añade. Y lo han conseguido con un equipo de 40 empleados entre los que hay cinco neurocientíficos y 23 ingenieros.

El secreto de la compañía es Mindset, un casco del que sale un biosensor con el aspecto de un pequeño micrófono a la altura de la frente del usuario. El dispositivo mide la concentración y el estado de relajación o ansiedad. “Esas emociones se pueden traducir en movimientos tanto en la pantalla del ordenador como en un juego de mesa”, comenta Westendorf.

En el apartado de los juguetes, la empresa Uncle Milton lanzó hace un par de años un juego llamado Force Trainer, un entrenamiento para fans de La guerra de las galaxias. El producto convierte al niño en Jedi. ¿Cómo? Midiendo su grado de concentración. “Se trata de hacer subir una bola por un tubo. Hay 15 niveles y efectos especiales de la saga de George Lucas”, detalla Westendorf.

La voz del mismo Yoda instruye al jugador y lo alienta a evolucionar de Padowan a Jedi Master. El producto se materializó gracias a la colaboración entre Uncle Milton y Neurosky. Asimismo, la reputada Mattel lanzó el año pasado Mindflex, un juguete muy parecido, en el que el ejercicio mental forma parte del entretenimiento. Mattel y Uncle Milton usan el Mindset de NeuroSky.

Otras compañías imitan a NeuroSky. Hitachi tiene en su laboratorio un ferrocarril que se controla con la mente, y Emotiv e Intel ofrecen un producto parecido al de NeuroSky, pero mucho más caro.

NeuroSky no da datos de facturación, pero parece que no les va nada mal. En junio, en una segunda ronda de financiación, consiguieron 12 millones de dólares (9,5 millones de euros). Una cantidad que piensan invertir en la industria del videojuego. Y su despliegue mundial –cuentan con oficinas en Estados Unidos, Hong Kong, China y Corea del Sur– bien puede ayudarles a dominar el mundo.

“La tercera era del videojuego ya está aquí. El Mindset revolucionará el sector de los videojuegos”, sentencia Westendorf. En Gamelab, la feria del videojuego y el ocio interactivo celebrada a finales de junio en Gijón, NeuroSky anunció que ha llegado a acuerdos con las principales compañías de videojuegos, como EA, Activition, Square Enix y Ubisoft para desarrollarles aplicaciones.

A la pregunta sobre si el elevado coste de la tecnología puede convertirse en un problema, Westendorf responde: “Es cierto que las máquinas que se emplean en medicina rondan los 40.000 dólares, pero nosotros hemos reducido el precio a 200 dólares y pretendemos bajarlo hasta 100. Y si existen acuerdos con compañías, el precio caerá todavía más en poco tiempo”. Sirva de ejemplo el coste de juguetes ya comercializados, como es el caso de Force Trainer y Mindflex, que rondan los 80 dólares.

Otro obstáculo podría ser el rechazo de los jugadores. Mover objetos, subir y bajar escaleras, comer o disparar en un videojuego con la mente puede no resultar un gesto natural y, en cualquier caso, más esforzado que sólo ejercitar los pulgares.

“Pasó lo mismo con la consola Wii. En un principio resultaba extraño mover un brazo en el salón de casa y ver cómo el movimiento se reproducía en la pantalla de la televisión. Y lo mismo ocurre ahora con Kinect (la plataforma de Microsoft sin mandos, se controla con el cuerpo y la voz)”, dice el directivo de Neurosky. Según Westendorf, tardaremos poco tiempo en acostumbrarnos. “Nuestro cerebro siente amor, relax, tensión... Y eso es lo más natural del mundo.”

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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