Sáb 04.09.2010

SOCIEDAD  › MARíA RUIZ BUSCA DESDE HACE OCHO MESES A SU HIJA JACQUELINE, DE 18 AñOS

Una madre y la dramática búsqueda de su hija

Una vez por mes, recorre las calles de la ciudad de La Rioja para reclamar ayuda, acompañada apenas por unas veinte personas. Cree que fue secuestrada por una red de trata. Hace un mes, logró acercarle su reclamo a la Presidenta.

› Por Mariana Carbajal

“A mí me falta una hija”, dice María Anahí Ruiz, sin poder sujetar las lágrimas ni aplacar el dolor, que la quema por dentro. Hace ocho meses que no sabe nada de Jacqueline Andines, la mayor de sus siete hijos. Una noche de enero, la adolescente, que en ese momento tenía 18 años, salió a bailar con un vecino del barrio Virgen del Valle, en las afueras de la ciudad de La Rioja, donde viven, y no regresó nunca más. Desde entonces, no ha tenido noticias suyas. Jacqueline no se llevó documentos ni ropa. En su casa quedaron sus dos hijitos, de 4 y 2 años. “Los elementos que hay en la causa indican que estamos ante un caso de trata de personas”, señaló a Página/12 el abogado Carlos Garmendia, de la Fundación María de los Angeles, que dirige Susana Trimarco –madre de Marita Verón– y que hace pocas semanas empezó a representar legalmente a Ruiz. La foto con el rostro sonriente de Jacqueline se está mostrando en los partidos que transmite Fútbol para Todos por Canal 7, por decisión del Gobierno, para contribuir con su búsqueda. Quienes puedan aportar datos que ayuden a localizarla deben comunicarse al 0351-487-0138 o 03822-15599255.

La historia, con final abierto, está atravesada por las grietas que abren la pobreza y la vulnerabilidad social, caldo de cultivo para que actúen los tratantes y su accionar quede impune: a Ruiz no le quisieron tomar la denuncia en la comisaría del barrio en forma inmediata y recién tomó intervención la Justicia Federal –que investiga el delito de trata– tres meses después de que fuera vista Jacqueline por última vez. La adolescente desapareció en la noche del viernes 8 de enero.

Ruiz contó a este diario que en distintos mostradores, tanto de la policía provincial como en la Justicia, la ningunearon, como suele sucederles a muchas otras madres pobres, con escasa instrucción formal, que buscan a hijas presuntamente tragadas por mafias de la prostitución. Se presume que Jacqueline habría sido llevada a otra provincia para ser explotada sexualmente. El vecino con quien fue vista por última vez se dejó ver después del 8 de enero en el barrio Virgen del Valle, pero cuando Ruiz lo fue a increpar y a preguntarle por su hija, se esfumó y no regresó más.

“Yo voy a seguir con mis marchas hasta que aparezca mi hija”, dice Ruiz, sin titubear. Desde mayo, una vez por mes, recorre las calles del centro riojano, con carteles que piden: “Ayúdenos a encontrarla!!!”. Y llevan fotos de su hija. En sus marchas, la acompañan no más de una veintena de personas, entre familiares, amigos y vecinos. “En el barrio han desaparecido otras chicas, pero los padres no salen, por miedo”, dice.

La madre de Jacqueline es jefa de familia. Tiene 38 años. Ella sola mantiene a sus siete hijos y los dos nietos, hijos de Jacqueline. Todos viven en una casa a medio revocar, en el barrio Virgen del Valle, donde al frente tiene un kiosco y una pequeña forrajería en la que vende también alimentos para animales y algunas cosas más. La ausencia de Jacqueline la ahoga de impotencia. Tiene los ojos oscuros, la piel curtida y la fuerza de una madre que sigue el rastro de su hija desaparecida. El kiosquito lo montó con la indemnización que cobró cuando la despidieron dos años atrás de una fábrica textil. Por entonces, estaba estudiando en el secundario: “Quería terminar la escuela, darles el ejemplo a mis hijas”, dice Ruiz.

Jacqueline dejó la secundaria cuando tuvo a su segundo hijo, una nena que ahora tiene dos años. Juancito, el mayor, de cuatro, bajó bastante de peso en los últimos meses porque se negaba a comer desde que falta su mamá de la casa. “El siempre se va a la puerta para ver si vuelve Jackie”, dice Ruiz. Y otra vez, las lágrimas la arrasan.

En el barrio, cuenta, ya hubo otros episodios extraños que se podrían vincular al accionar de redes de trata, que buscan reclutar a fuerza del secuestro o el engaño a pibas para burdeles. El año pasado, recuerda, un auto con vidrios polarizados, siguió a Sofía, su hija de 14 años, varias cuadras, y un hombre se bajó y la tironeó para subirla, pero la chica logró escapar a las corridas. Dice que del auto le sacaban fotos. “Hice la denuncia en ese momento en Asuntos Juveniles de la Policía, pero no pasó nada”, cuenta Ruiz. En esa misma dependencia, cada vez que fue a averiguar cómo iba la búsqueda de su hija, le decían, restándole importancia al caso: “Ya va a aparecer esa chinita”, recuerda Ruiz.

Cuando algunas semanas atrás se enteró de que el 4 de agosto la presidenta Cristina Fernández iba a participar de un acto público en un polideportivo de la ciudad, para entregar netbooks a alumnos de escuelas públicas, Ruiz pensó que era su oportunidad para tratar de que la mandataria conociera el caso de Jacqueline. Sorteó todos los obstáculos que se le pusieron enfrente y, con carteles con las fotos de su hija enrollados y escondidos entre sus ropas, logró entrar al predio y llegó al escenario hasta la Presidenta. “Le agarré la mano muy fuerte, le di una foto, le conté de Jackie, de sus hijitos, y de que hay otras chicas desaparecidas en el barrio”, relata emocionada. Estaba en ese momento junto a la Presidenta el ministro de Justicia, Julio Alak. El miércoles, Ruiz fue recibida en Buenos Aires por Alak. “El ministro se comprometió a ayudarnos para que aparezca mi hija”, cuenta la mujer. El hecho de que ahora la esté patrocinando el abogado de la Fundación María de los Angeles le abrió otras puertas: a la semana del acto en el polideportivo, el gobernador Beder Herrera la recibió junto con Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, y Garmendia. El gobernador también se comprometió a colaborar en la búsqueda. Esta semana, Ruiz estuvo en la avant premiere del documental que relata la vida de Trimarco y la búsqueda de su hija, desaparecida hace ocho años en la ciudad de Tucumán, cuando tenía 23 años. A Marita también la espera una hija, de 13.

La causa de Jacqueline está en manos del juzgado federal de La Rioja, recién desde el 16 de abril. En la pesquisa también interviene la División Trata de la Policía riojana. No es el primer caso de desaparición de una adolescente a manos presuntamente de tratantes de mujeres en esa provincia: desde hace cinco años se desconoce el paradero de una amiga de Jacqueline, Ramona “Peli” Mercado. Fue vista por última vez el 24 de abril de 2005. Sus padres la siguen buscando.

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