SOCIEDAD › UNA DELEGACIóN DE CANCILLERíA VIAJA A ESPAñA PARA FRENAR DEPORTACIONES
Ayer se conoció un nuevo caso de una argentina deportada arbitrariamente desde el aeropuerto de Barajas. Funcionarios argentinos viajarán la semana próxima a Madrid con la idea de acordar mecanismos más “flexibles” para migraciones.
› Por Pedro Lipcovich
“No podía creer que fueran tan inflexibles”, contó a este diario la última “inadmitida” argentina en España, una joven estudiante de Derecho: la chica, que se dirigía a Alemania, aprovechó las 41 horas que debió pasar en el aeropuerto de Barajas –encerrada con 15 personas en una pieza con cuatro cuchetas– para conseguir toda la documentación adicional que le requerían, pero la deportaron igual. La semana que viene, una misión técnica de la Cancillería argentina viajará a España con la esperanza de “acordar mecanismos más flexibles” en la aplicación de las normas migratorias.
Según comunicó la Cancillería, la misión viajará “conforme a lo acordado en la reunión que mantuvieron en Buenos Aires, el pasado lunes, el vicecanciller argentino Alberto D’Alotto y su par español, Juan Pablo de Laiglesia”. La delegación procurará “acordar mecanismos y procedimientos más flexibles en la aplicación de las normas migratorias que aplica ese país”, y estará integrada por funcionarios “del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Migraciones”, que (si los dejan entrar) se reunirán “con funcionarios de la Cancillería y de Extranjería española”.
Entretanto, se repone en Tunuyán la más reciente inadmitida, Nadya Quiroga, de 25 años. El sábado 16 pasado había tomado el avión para visitar a una familia amiga en Alemania. Cuando, en tránsito, se hallaba en el aeropuerto de Barajas, Madrid, la policía fronteriza le impidió continuar viaje porque la carta de invitación no estaba certificada por una comisaría alemana. “En el consulado alemán me habían dicho que no hacía falta certificación”, contó a este diario. La llevaron a la famosa sala de los inadmitidos: dos cuartos, con dos baños y cuatro cuchetas, donde había 15 personas en su misma situación.
Ya era domingo. “Me tomaron declaración indagatoria y después me trajeron la resolución que me negaba el ingreso.” Le habían puesto una abogada de oficio, pero “lo único que hacía era firmar papeles, cumplir con la formalidad”. Le anunciaron que partiría ese mismo día a medianoche.
Pero no había lugar en el avión y el regreso se postergó hasta la medianoche del lunes, día hábil: Nadya no perdió el tiempo. En la mañana de ese día, la llamaron desde el consulado argentino pero las autoridades migratorias contestaron que ella ya había sido deportada. Sin embargo, logró llamar a sus amigos de Alemania y ellos se comunicaron con familiares en Barcelona: desde allí, “hicieron un montón de trámites y consiguieron presentar la documentación esa misma mañana. Yo volví a hablar con los policías para explicarles que los requisitos ahora sí se cumplían. Creía que iban a ser mínimamente flexibles, pero no”.
Trató de comunicarse con la abogada que le habían asignado, pero ella sólo les dejaba a sus asistidos una dirección de mail “y no teníamos Internet”. Sus amigos de Barcelona le mandaron un mail a la abogada “pero no contestó”. Insistieron y, por medio del Colegio de Abogados, consiguieron el teléfono de la defensora. “Pero ella dijo que la decisión ya estaba tomada; que esos argumentos servirían para el recurso que yo había interpuesto, pero ese recurso tardaría meses en resolverse: si el resultado era favorable, la próxima vez que viajara a Europa podría hacerlo con una carta de invitación sin certificar.” Pese a tener ya todos los papeles en orden, pasada la medianoche del lunes, Nadya Quiroga fue embarcada de regreso.
“Estoy en último año de abogacía, conozco especialistas en derecho internacional. Me propongo interponer un recurso, aunque sea para recuperar los gastos del pasaje y del seguro médico que, también como requisito, tuve que contratar”, anticipó Nadya desde Tunuyán.
El caso se inscribe en una serie de “inadmisiones” a ciudadanos argentinos en España. Las más recientes fueron la de María Cecilia Tonon, rechazada en Barajas pese a llegar con una beca de la Universidad Complutense en Madrid, y la de Victoria Di Salvo, mucama en un sanatorio, que había gastado “todos los ahorros” –contó– para visitar a su hija.
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