SOCIEDAD › VECINOS DE VILLA ORTúZAR QUEMAN LA CASA DE UN PRESUNTO VIOLADOR
Un hombre fue detenido en Villa Ortúzar, imputado por la violación de una nena de 12 años. También está acusado por otro abuso a una niña de 2. El lunes a la noche, los vecinos le quemaron el auto y parte del inquilinato donde vive.
› Por Emilio Ruchansky
El policía que quedó de consigna en la casa de un supuesto violador en el barrio porteño de Villa Ortúzar mira el auto del acusado, chamuscado por las llamas, y menea la cabeza. “El problema no es sólo que la gente haga justicia por mano propia, sino que el auto era a gas y por suerte no estalló el tanque, podría haber sido una tragedia”, dice. Detrás de él está el baldío tomado, sobre Estomba 1127, que se convirtió en conventillo y también fue incendiado parcialmente por los vecinos, el lunes por la noche. El sospechoso fue detenido esa misma noche, lo imputan de haber violado a una nena de 12 años hace dos semanas. Y según su propia tía, habría hecho lo mismo con una prima suya de tan sólo 2 años.
“Nosotros dejamos de alquilarle a este hombre porque nos costaba cobrar el subsidio habitacional del Gobierno. Le alquilábamos una pieza de cuatro por cuatro, con piso de tierra, a 700 pesos. Estábamos ahí metidos, mi marido, yo y nuestros 11 hijos. Hace dos semanas, mandé a la de 17, a la de 15 y a la de 12 a buscar unas ropas. La más chica se metió en un baño y él estaba adentro. Le tapó la boca, la violó y la amenazó con matarla a ella o a otra de las nenas si contaba algo. Yo me enteré de esto el jueves pasado, hice la denuncia y no pasó nada. Recién cuando pasó el incendio vinieron y los detuvieron”, cuenta la madre de la menor, Silvia González.
La mujer, oriunda de Mendoza, está viviendo desde hace más de un mes en un baldío en Charlone al 1600, a la vuelta del supuesto violador. En el lugar abundan las malezas y los escombros; al fondo, en una casilla de madera y chapa, duerme la niña de 12 años que, según su madre, fue revisada en el Hospital Pirovano, donde encontraron muy dañada su zona genital. Dos de sus hermanas mayores apuran el paso con un televisor que rescataron del incendio, ya que el padre de ellas continuaba viviendo allí. González asegura que el hombre detenido es “un puntero”, que además de subalquilar y reparar motos, se dedica a vender drogas.
En el barrio, donde se mezclan viejas casas “chorizo” con elegantes chalets remodelados, hay cientos de carteles pegados con la cara del supuesto violador. “Sumate a denunciarlo ¡que todos se enteren!”, dice el afiche, hecho, fotocopiado y distribuido por la tía del detenido, Irma Beatriz Maldonado. “A mí también me violó a una nena, ¡de dos años!, hace ya cuatro años que lo vengo denunciando, escrachando en el barrio y nada. Recién ahora conseguimos que lo detengan, es un animal”, dice la mujer. Ella y Gónzalez solían alquilarle al padre del supuesto violador una casilla en Estomba 34, en otro baldío ocupado.
“Nadie te quiere alquilar con 11 chicos y nosotros sabíamos que el tipo era peligroso, pero no teníamos otra. Por eso en cuanto pude ocupé este lugar. Yo me voy si me ofrecen algo, lo que sea. Pero en serio. Ya pasé por los albergues, por el subsidio habitacional y tuve que llegar a esto”, dice la mujer. Sus hijos, agrega, no pueden ir al colegio porque la policía tiene la orden de no dejar entrar a nadie al terreno baldío que ocupa. “Con la de 12 no sé qué hacer, está muy asustada. La estuvo atendiendo una psicóloga pero no mejora”, dice.
Luego de hacer la denuncia, que recayó en el Juzgado de Instrucción Nº 48, de Alicia Iermini, comenzó a hablar con algunos vecinos. Era tanta la bronca acumulada, dice, que el lunes alrededor de las 22, un grupo se acercó hasta la casa del sospechoso e incendió el Duna blanco. Ese mismo grupo extendió el fuego dentro del conventillo con paredes de ladrillo hueco y carteles de chapa, donde viven tres familias. “Llegó a tiempo pero no pudimos hacer nada. Lograron sacar a la gente de adentro para que pudieran entrar los bomberos”, cuenta el policía de la comisaría 39ª, que quedó de consigna. A su lado, pasa Nube, un perro blanco que quedó manchado de hollín.
Una de las hijas de González insiste en entrar para recuperar la antena de la tele. “No te va a servir, se quemó todo”, le dice el policía. Adentro se ven heladeras, colchones, ropa de niños y el armazón de una moto, todo revuelto y quemado. Del techo cuelga un triciclo roto.
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