SOCIEDAD › UNA NENA DE TRES AñOS QUE CAYó EN UN POZO LOGRó SER RESCATADA MáS DE SEIS HORAS DESPUéS
La niña cayó a la tarde a más de 20 metros de profundidad en un pozo de riego de 30 centímetros de diámetro. En seguida fue montado un operativo. La elevaron casi a la medianoche con un lazo alrededor de las axilas. Todo fue transmitido en directo por TV.
Después de seis horas y media, un equipo de rescate logró rescatar a Vanesa Mamani, una chiquita de 3 años que había caído a un pozo de riego de entre 21 y 60 metros de profundidad, según las versiones y los interlocutores, y de escasos 30 centímetros de diámetro. El pozo, de riego y abandonado desde hacía tiempo, estaba abierto a unos 20 metros de la casa, en un campo de cultivo y criadero de pollos, en el barrio Los Pilares, de La Capilla, al fondo de Florencio Varela. Los rescatistas lograron colocarle un lazo alrededor de las axilas con el que lograron elevarla. Durante horas, en una pantalla de televisión, uno de los rescatistas intentaba colocar el lazo mientras daba órdenes a otros miembros del equipo, que iban girando el arnés. Finalmente, poco antes de la medianoche, se escuchó el grito de hurra que claramente indicó que Vanesa había sido rescatada. La nena fue trasladada a un centro médico acompañada por sus padres.
Las expectativas de éxito en la maniobra eran escasas. El pozo era de diámetro demasiado cerrado, de 30 centímetros. La nena había caído a una profundidad de entre 21 y 24 metros, es decir una altura aproximada a la de un edificio de entre 8 y 10 pisos.
La caída ocurrió entre las cinco y seis de la tarde, cuando Vanesa jugaba con una hermana, en un campo de siembra de unas diez hectáreas, ubicado entre las calles 1363 y 1328, en el barrio Los Pilares, de La Capilla, al fondo de Florencio Varela y al límite con Berazategui. El pozo, según afirmó Marcelo Tucci, jefe de los Bomberos Voluntarios de Varela, “está a unos veinte metros de la casa”, donde vive la familia.
Algunas versiones indicaban que el pozo estaba en desuso desde hacía varios años, pero que había sido tapado con ladrillos de un modo endeble. Esas versiones sostienen que Vanesa, sin noción del peligro, pisó sobre la tapa y los ladrillos se vencieron, y la nena prácticamente fue absorbida por el hueco. La hermana avisó inmediatamente a los padres, que a su vez, desesperados, intentaron sacarla y llamaron finalmente a la policía.
Alrededor de las 18.30, el propio Scioli se hacía presente acompañado por el ministro de Seguridad y Justicia, Ricardo Casal; el jefe de la Bonaerense, Juan Carlos Paggi, y el intendente de Varela, Julio Pereyra.
“La nena está vestida con un shortcito y una remera. Está haciendo frío en el lugar y en el pozo hace ocho o nueve grados menos”, relató Scioli a los medios de prensa que se iban aglomerando expectantes en el lugar.
La perspectiva era compleja. El padre de la nena había ofrecido a otro hijo, de 12 años, para que descendiera cabeza abajo y sujetara la soga con la que luego la nena sería atada y elevada.
“No puede bajar otra persona”, señaló Scioli, quien también precisó que en el trayecto hasta la niña “hay un tubo” de por medio que obstaculiza las maniobras. El tubo de por medio es el que se utilizaba para que ascendiera el agua del riego. Sobre la posibilidad de cavar un “pozo paralelo” para llegar hasta la niña, el gobernador indicó que “los expertos dicen que es muy riesgoso por las características del suelo”.
“Hay también temor a desmoronamiento, que puede llegar a ocurrir en ese caso”, señaló en ese sentido. Respecto del estado de la niña, Scioli manifestó que “está vestida con un shortcito y una remera, y se le bajó un tubo de oxígeno”. “Está con el cuerpo recostado”, describió y agregó: “A veces está muy activa, a veces grita”.
Alrededor de las 23.45 los rescatistas lograron bajar un lazo a través del que la nena, que colaboró notablemente pese a la situación, pasó sus bracitos. Cuando quedó a la altura de la cintura, se escuchó al rescatista que dirigía el operativo, “Mauro, girame el caño para que vaya por arriba de la cabeza de la nena”. Un rato antes, la mamá le gritaba desde la boca del pozo, “Vane, agarrate bien fuerte para que te podamos subir”. La cámara de fibra óptica que seguía todos los detalles mostraba cómo la nena miraba con sus ojos bien abiertos mientras desde arriba, el director del operativo indicaba “subí, subí, ahora con cuidado, pará, pará, despacio” y cada tanto se lo escuchaba gritar por silencio. Finalmente, minutos antes de las doce de la noche, se escuchó el grito de triunfo. Vanesa ya estaba en la superficie. Inmediatamente la envolvieron en un abrigo, la recostaron en una camilla, le hicieron una revisión rápida y la derivaron al hospital local.
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