SOCIEDAD › LOS VECINOS DE VILLA LUGANO OTRA VEZ SE MANIFESTARON FRENTE AL CLUB ALBARIÑO
Pidiendo abiertamente mano dura, un grupo de vecinos les gritó a los ocupantes del club y casi se enfrentó con la Guardia de Infantería. Pero no hubo incidentes y todo terminó cuando se retiraron los movileros.
› Por Carlos Rodríguez
Unos cien vecinos de Villa Lugano, por sexto día consecutivo, se manifestaron ayer contra de la toma del Club Albariño, en Santander y Avenida Argentina, y estuvieron a punto de enfrentarse con la Guardia de Infantería, que finalmente sólo usó un camión hidrante para apagar el incendio que habían provocado los más exaltados, quemando neumáticos y otros elementos combustibles sobre el asfalto. “Si acá muere un niño, la culpa la va a tener la Presidenta”, gritaron algunos de los vecinos ante las cámaras de la televisión, aunque en ningún momento había ocurrido un altercado de magnitud que pudiera hacer temer un hecho de tamaña gravedad.
La situación de mayor tensión, en todo caso, había sido provocada por los propios vecinos, que en medio de una densa nube de humo negro avanzaron hasta ponerse cara a cara con los de la Guardia de Infantería, contra quienes arrojaron botellas y piedras. Esta vez no hubo intercambio de agresiones entre los que están adentro del predio y los que exigen que se los eche “a los garrotazos, como se merecen”. Eso decían los vecinos del barrio que demandaban “ley y orden” y que, como ocurrió en jornadas anteriores, se exaltaron cuando la TV comenzó a transmitir en vivo.
A partir de las 18, los vecinos comenzaron a concentrarse en la esquina de Avenida Argentina y Saraza, luego avanzaron hasta llegar al cruce con Balbastro, donde quedaron cara a cara con los escudos de los infantes. Mientras los vecinos menos belicosos pedían calma, un grupo de unos veinte jóvenes comenzaron a insultar a los ocupantes, a los policías, a las autoridades nacionales y arrojaron piedras contra los uniformados.
El choque parecía inevitable e incluso se movió un camión hidrante, lo que renovó las quejas de los vecinos: “Ahora nos van a reprimir a nosotros, en lugar de reprimir a esos hijos de puta que se quieren adueñar de todo sin trabajar. Que repriman a esos vagos, que los echen”, vociferaron a dúo una mujer y un hombre de unos sesenta años cada uno, que poco antes parecían dos personas amables y sensatas.
Para prevenir un enfrentamiento entre los manifestantes y algunas de las 120 familias que ocupan el predio, la Policía Federal había montado tres líneas de contención sobre la Avenida Argentina. El vallado humano, de 20 efectivos por línea, incluyó una formación de la Guardia de Infantería, con escudos y bastones, que finalmente sólo se limitó a evitar que los vecinos del barrio se acercaran al lugar donde están los ocupantes. También había otras dos formaciones similares cortando el ingreso al lugar por las calles Lisandro de la Torre y Martiniano Leguizamón.
“Hay una orden de desalojo, pero la policía no la quiere ejecutar. Parece que los ocupas somos no-sotros y no esos negros de mierda que están en el predio y que tienen como rehén desde hace tres días al sereno del club”, aseguró uno de los vecinos, que eludió dar el nombre porque, según dijo, tiene miedo de que “una vez que los echen, estos tipos (por los ocupantes del predio) seguro que van a querer tomar represalias”. La xenofobia y el temor exacerbado a que los “usurpadores” tuvieran armas y elementos contundentes para agredirlos fueron los ingredientes de la manifestación, que llegó a reunir a más de cien personas.
Consultas realizadas por Página/12 arrojaron como resultado que anoche la policía no tenía orden de desalojar y que su presencia era “sólo preventiva, para evitar un enfrentamiento entre los dos grupos”. Respecto del supuesto “secuestro” del sereno del Club Albariño, el jefe de la comisión policial aseguró que no tenía “ninguna denuncia al respecto”. Hace unos días, tal como informó en su momento este diario, la persona a la que se señala como “secuestrada” estaba dentro del predio, tomando cerveza, y conversando amablemente con los ocupantes.
Ayer por la tarde, cuando Página/12 se acercó a la reja que rodea la cancha de fútbol del Club Albariño, donde están los que decidieron ocupar el predio, ninguna de las personas que allí se encontraban quiso mantener un diálogo. Sólo se limitaron a decir que la toma continuará, que esperan “algún contacto con el gobierno porteño o nacional” y que ellos “no quieren atacar ni sacarle nada a nadie” sino “ser escuchados porque tenemos necesidad de una vivienda”. En la cancha de fútbol se habían levantado algunas casas precarias de chapa y madera. En una de las paredes exteriores podía leerse la frase “fuerza Cristina”, de apoyo a la Presidenta, que fue insultada y agredida en todo momento por los vecinos que se movilizaron para reclamar el fin de la ocupación.
El jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, reclamó ayer el cumplimiento del fallo judicial “que ordenó el desalojo” del Club Albariño. El funcionario porteño, que hasta hoy nunca se hizo presente en el lugar, aseguró que los ocupantes del lugar “son más violentos” que los que estuvieron una semana en el Parque Indoamericano, donde hubo tres muertes y numerosos heridos. Rodríguez Larreta recalcó que si la Justicia decide el desalojo “el Estado lo tiene que ejecutar” por medio de la Federal. De ese modo pidió que se cumpla la orden dictada por el juez federal Daniel Rafecas.
“Si el juez lo ordena, la policía lo tiene que ejecutar, no hay mucha vuelta en esto”, insistió Rodríguez Larreta. Según el jefe de Gabinete de la Ciudad, hizo tres intentos para hablar por teléfono con la ministra de Seguridad, Nilda Garré. “Le dejé mensaje y no obtuve respuesta”, aseguró. “Tiene que entrar la Policía y desalojarlos”, reclamó Rodríguez Larreta.
Luego ratificó que la posición del gobierno porteño “es muy clara: quien tome un espacio público no va a poder acceder ni al plan de vivienda que lanzamos con el gobierno nacional y de ningún otro beneficio social que da el Gobierno de la Ciudad”.
Ayer se produjo una nueva toma, esta vez cerca de la estación de trenes de Retiro. El predio ocupado, de cinco manzanas, estaba próximo de las vías del ramal Mitre, motivo por el cual se hizo un paro de 15 horas para evitar posibles accidentes (ver nota aparte). “La ocupación pone en riesgo la seguridad de nuestros compañeros. La medida de fuerza se tomó por precaución”, sostuvo el jefe de prensa de La Fraternidad, Horacio Caminos.
Según la versión del gremio “la situación era compleja porque la gente era llevada al predio”, situación a la que consideró “reiterada, porque no es la primera vez que ocurre, es algo que parece sistemático”. Jorge, en nombre de las familias que tomaron el predio, negó que ellos reciban subsidios por parte de las autoridades y dijo que están allí para pedir viviendas. “Somos gente pacífica, estamos cansados de promesas. No queremos negociar un posible traslado, un plan de viviendas o subsidios, sino que queremos un terreno para que sea nuestra casa”, dijo Jorge.
Anoche, desde el flamante Ministerio de Seguridad, se aclaró que están buscando “la forma de resolver estos conflictos por vía de la negociación política y no por medio de la solución policial”.
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