Los escombros continúan sobre las calles de Haití, como un recordatorio del terremoto que dejó cerca de 300 mil muertos y 1,3 millón de personas en la calle, del cual se cumple hoy un año. Todavía existen “cuerpos aprisionados” debajo de esas piedras y, en los campamentos, los desplazados sobreviven como pueden. Página/12 dialogó con José María Vázquez Ocampo, embajador argentino en Haití, quien aseguró que, por el momento, “no hay cambios positivos para resolver la crisis”. Los haitianos aún esperan la reconstrucción de la ciudad y la ayuda económica de la comunidad internacional.

–¿Cuál es el escenario en Haití un año después del terremoto?

–Haití sigue en emergencia. La situación no ha cambiado y diría que cada vez está peor. Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones reveló que alrededor de 800 mil personas viven en carpas, son personas sin casa que todavía no han resuelto su situación.

–¿Cómo es la vida en los campamentos en Puerto Príncipe?

–Son un centenar de campamentos en proceso de tugurización. Los que empezaron como carpas empiezan a transformarse en villas miseria. Los campamentos son tierra de nadie, no entra la policía y prácticamente no hay controles. Las carpas después de un año están muy deterioradas, y las personas empiezan a ponerles chapas o plásticos. Hay bandas que se organizan para aprovecharse de las mujeres. La falta de intimidad en la convivencia lleva a todo tipo de violencia hacia mujeres, niñas y niños. Por la noche, se escuchan gritos, llantos y peleas.

–¿Cuáles son los planes para esas personas?

–No hay planes ni proyectos. El gobierno de Haití no ha tomado decisiones en torno de este problema. No hay planes de trabajo. Después de la ayuda internacional, no ha habido prácticamente nada.

–Muchos niños quedaron sin familia, ¿se realizan controles para combatir las redes de tráfico de niños y niñas?

–Según la OIM, alrededor de 4 mil niños han quedado huérfanos. Después del terremoto, hubo una total desorganización y los mecanismos de adopción se desestructuraron. Se había instalado al país como lugar para adoptar niños en un contexto de total desorden del Estado para controlar y organizar. Eso era una posibilidad para la trata de niños. Por eso, desde la embajada argentina tomamos todas las precauciones. Y por un pedido de Unicef, se han frenado las adopciones.

–¿Cómo es la infraestructura sanitaria?

–En Haití no existe un sistema mínimo de salud. Muchos de los hospitales que existían ya no están. Hay algunos montados por médicos de Cuba, Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, iglesias, entre otras instituciones. Hay alrededor de 100 mil personas infectadas por la bacteria del cólera y cerca de cuatro mil muertos. Los cuerpos son enterrados y, por efecto de la lluvia entre otros factores, pueden ser nuevamente foco de contaminación.

–¿Continúan los programas de seguridad alimentaria?

–Hace cinco años trabajamos con el programa argentino Pro Huerta, de auto producción de alimentos (hortalizas y vegetales) que les permite a los sectores más pobres, campesinos y periurbanos, poder comer.

–¿En el esquema de producción qué lugar ocupa la mujer?

–Las mujeres sostienen el 80 por ciento de la economía. Son las que producen los alimentos, llevan en sus canastas los productos al mercado local, los venden y luego compran. La mujer es clave y sin embargo no es respetada, sufre tremenda violación y violencia de parte de los hombres.

–¿Cómo evalúa la ayuda internacional durante el año?

–Fue muy importante en la emergencia y en los primeros meses. Después hubo grandes reuniones internacionales, como en Nueva York, en la que se ofrecieron 10 mil millones de dólares para la recuperación de Haití. De eso, habrá llegado un 15 por ciento.

–¿Se ha avanzado en el proceso de reconstrucción de la ciudad?

–Se retiró apenas el 10 por ciento de los escombros. Y todavía existen cuerpos aprisionados debajo de esos escombros.

Entrevista: S. A. M.